Como el gobierno intenta hacer del Posadas un hospital insignia frente al coronavirus, los consultorios externos que atienden diversas especialidades se encuentran cerrados o están con disfuncionalidades. Quienes esperaron meses un turno, seguirán esperando. También por medicamentos. Sólo los trabajadores de la salud y pacientes organizados podemos dar respuesta a estas necesidades urgentes.
Miércoles 22 de abril de 2020 21:45
El cartel que indica la suspensión de las especialidades
Son las 8 AM. Comienza la jornada laboral, se abren las puertas del Servicio Social del Hospital Posadas. Empezamos a recibir a los pacientes y a familiares de los internados que precisan realizar diversos trámites y orientaciones: desde conseguir medicación para enfermedades crónicas como diabetes o cáncer, tramitar una prótesis, hasta cuestiones básicas y fundamentales como leche y pañales para los más pequeños. También cuestiones muy complejas -pero igualmente fundamentales- como personas en situación de calle o con viviendas en hacinamiento.
El Hospital Posadas es el dispositivo de salud pública y de alta complejidad más grande del país. Cuenta con especialidades médicas que no se encuentran en centros de salud barriales, como neurología infantil, oncología pediátrica, cardiología, entre otras. Por lo tanto, el hospital recibe y atiende a un gran contingente de pacientes, del Gran Buenos Aires y de todo el país.
Según la página oficial, anualmente se atienden 6 millones de personas. Hoy en el hospital, los turnos de los consultorios externos se encuentran suspendidos y no se dan nuevos. Aquellos que esperaron meses para ser atendidos, tendrán que seguir esperando porque el cuidado de su salud no es prioridad del gobierno. Esto es una muestra más del enorme deterioro de la salud pública, a la que la llevaron los sucesivos gobiernos peronistas profundizada por la gestión macrista (que contó con el apoyo del peronismo) en los últimos cuatro años.
Nos preguntamos ¿Qué sucede con la atención de esos millones de pacientes que actualmente, en el marco de la pandemia, no se les está brindando la atención y tratamientos necesarios según las patologías o enfermedades de base particulares?
La realidad de las familias del Hospital
Filas interminables, horas de espera y falta de insumos, son algunas de las situaciones más comunes que sufren los pacientes en el sistema de salud público. Muchos pacientes incluso luego de ser dados de alta médica deben continuar internados porque no consiguen insumos necesarios para volver a sus casas: sillas de ruedas, leche maternizada, respiradores para los oxigenodependientes y así pueden seguir los ejemplos.
La cantidad de trámites para conseguir medicación, prótesis, etc, es directamente una muestra de desprecio por los que “cayeron en la salud pública”. Para tramitar una medicación oncológica de alto costo, el paciente debe primero consultar en la dependencia municipal y luego en la provincial. Ambas atienden en horario reducido debido a la pandemia, o en algunos casos no atienden. Estas, desfinanciadas y sin recursos (el presupuesto de salud de Buenos Aires del 2019 fue el menor en la historia y no se actualizó este año), es casi seguro que no puedan satisfacer la demanda.
Luego de eso el paciente - sí, el paciente enfermo - tiene que seguir recorriendo dependencias e ir al Ministerio de Desarrollo de Nación; el cual está atendiendo con horario reducido y debe llamar antes a un teléfono que constantemente da ocupado.
Si pudo sobrevivir a todo este periplo de varios meses, el paciente puede llegar a conseguir su medicación. Pero el daño en su salud ya es irreversible. ¿Será una forma planificada por el gobierno para ahorrarse de proveerlos?
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Intentan naturalizar esta situación de abandono. Lo hacen sobre las familias del conurbano cuya pobreza es estructural e histórica, de varias generaciones viviendo hacinadas en barrios sin servicios básicos o en asentamientos. O directamente en situación de calle.
Estas mismas familias son las mismas que se inscribieron para recibir el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) siendo muchas de ellas rechazadas sin explicación alguna. Otras directamente no han podido ingresar por no tener acceso a internet, o porque no saben leer ni escribir.
Son las familias “negadas por el Estado”; ese mismo Estado que hoy, en manos del peronismo a nivel nacional y provincial, dice que “pregona por el bienestar del pueblo”, pero los obliga a pasar horas haciendo fila para conseguir un turno médico, horas para recibir un bolsón de comida que no les alcanza ni para una semana, meses para conseguir una medicación, generaciones para conseguir una vivienda digna.
A ellos el presidente les dice, con total caradurez, que prefiere que en el país existan “un 10% más de pobres que 100.000 muertes por covid19”. Les propone sólo dos “alternativas”: morir o ser aún más pobres que es tan, o más letal, que cualquier otro virus.
Entretejiendo una salida de organización y colectiva
Mientras esta es la realidad del día a día en el conurbano, el Estado vende su “imagen positiva” en cada parche, cada paliativo coyuntural que provee. Algo muy distinto ocurre con los capitalistas. A ellos no les “venden humo” ni los pasean de una dependencia a otra: los compromisos con los grandes empresarios y fondos internacionales se mantienen intactos y sagrados, imposibles de afectar.
Mientras se acrecienta la pobreza y la realidad es cada vez más difícil para miles de familias trabajadoras, se pagaron durante la cuarentena 250 millones de dólares de vencimientos de deuda; se destinaron $350 mil millones de pesos para medidas de rescate a las empresas y solo $1700 millones para reforzar el sistema de salud, esas son las prioridades de este gobierno. Mientras los banqueros llenan sus bolsillos (sin trabajar) los trabajadores de la salud tienen que tener dos o tres puestos de trabajo en diferentes instituciones para poder llegar a fin de mes.
Mientras ellos nos siguen ajustando, y ¡hasta nos echan la culpa si nos contagiamos! nosotros le ponemos el cuerpo al combate a la pandemia desde la primera línea. Y sabemos que los únicos interesados en defender nuestra salud y la de los pacientes somos nosotros mismos.
Por eso desde la Agrupación Marrón (PTS en el FIT-U) impulsamos comisiones de seguridad e higiene entre trabajadores y pacientes, para que se cumplan con las medidas elementales de cuidado, y llamamos a las centrales sindicales y federaciones de la salud a que las impulsan y organicen en cada lugar de trabajo. Tenemos una propuesta para empezar a organizar desde ahora una salida a favor de los trabajadores y el pueblo pobre.
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Una salida que empiece por la unificación de todo el sistema de salud: público, privado y las obras sociales sindicales, que permita la centralización de datos y recursos de todo el sistema de salud, para organizar un verdadero plan integral controlado por los trabajadores, para que la salud no sea un privilegio exclusivo de los ricos, sino para todos. Para disponer de todos los recursos materiales y humanos para ampliar el nivel de atención para todos los pacientes por igual.
Desde la Agrupación Marrón no queremos que la crisis la sigamos pagando los trabajadores ni que las familias/pacientes la paguen con su salud y hasta con su vida. Por eso decimos que la plata tiene que ir para salud, vivienda, trabajo y educación, ¡no para salvar a las grandes empresas y pagar la deuda externa ilegal, ilegítima y fraudulenta!