La iniciativa fue desarrollada por la Unidad de Identidad de Género del Hospital y se dio a conocer a la luz pública buscando que más pacientes puedan sumarse, abriendo el debate de lo necesario de una política transversal en la salud pública.

Karla Peralta Díaz Médica en Antofagasta, Pan y Rosas
Lunes 9 de abril de 2018
El pasado 5 de abril se dio a conocer de forma pública el protocolo que lleva adelante la Unidad de Identidad de Género del Hospital Regional de Antofagasta, que hasta ahora ha atendido a más de 50 personas desde su marcha blanca, y para quienes la implementación de este protocolo representa un gran avance en el camino hacia la conquista del derecho mínimo a la identidad de género.
El programa interdisciplinario ha generado un protocolo en donde se incluyen las etapas, procesos, requisitos, entre otros, para que más pacientes puedan acceder a él, que ya había sido entregado en noviembre del año pasado a las autoridades del hospital y de la unidad a cargo del programa, proceso en el que destacó la participación de agrupaciones como Arcoiris Trans, que representa a quienes son y deben ser las y los protagonistas del programa.
El Dr. Antonio Zapata, médico del HRA y docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antofagasta, explicó que “el proceso de transición de género y sexo incluye una serie de pasos de evaluaciones de salud mental, tratamiento hormonal, tratamientos quirúrgicos y seguimiento postquirúrgicos para lograr el cambio deseado. Por lo anterior, buscamos difundir el Protocolo de Ingreso hacia el programa de Disforia de Género para que los pacientes puedan iniciar la transición de género y sexo en la región.”.
Sin duda el trabajo de la Unidad en conjunto con los usuarios ha significado un gran avance entorno al proceso de cambio de identidad de género de la población trans, ocupando de una vez por todas un lugar necesario en el servicio de salud de la región, siendo urgente que esto se tome de manera transversal en las políticas de salud pública, para que no quede en una gran iniciativa aislada y pueda asegurar el acceso a los procedimientos médicos a usuarios de todo el país.
Así mismo, es una temática que debe abordarse no solo en la atención que se brinda en la unidad y en el hospital, si no una batalla en contra de los tratos discriminatorios a los pacientes, que debe ir de la mano con cambios en el sistema de educación que entregue en todos los niveles una educación laica, no sexista ni heteronormativa, así como también con un especial énfasis en la formación de las y los trabajadores de la salud, de manera de dejar de lado la discriminación y los tratos homo y transfóbicos por parte del personal de la salud, para que el cambio en la atención a pacientes trans sea global.
De la misma manera, y en el marco nacional e internacional de gobiernos de derecha que avanzan de la mano de la moral conservadora de las iglesias, y que vienen reprimiendo y arrebatando los derechos a la diversidad sexual, se hace necesario decir más fuerte y de forma organizada, que esta no es una discusión ni de perros ni de gatos, como Ezzati hizo la analogía con la LIG, sino que, al tramitar largamente el proyecto en el parlamento, son las vidas de la población trans que se juegan su día a día chocando constantemente con la discriminación y la violencia, con una alta tasa de deserción escolar que los arroja a la clandestinindad, segregación social y precarización laboral y de vida. Es más, en Chile existe una alta tasa de suicidio infanto-adolescente y la población trans más pobre tiene una precaria expectativa de vida que es menor a 40 años.
Las condiciones de vida de la diversidad sexual no puede depender de voluntades e iniciativas aisladas. La población trans debe conquistar el derecho a vivir su identidad libremente, para lo que es necesario levantar un movimiento de la diversidad sexual anticapitalista, que se imponga con la movilización en las calles a la derecha y la iglesia exigiendo una Ley de Identidad de género y la implementación de programas de tratamiento hormonal y quirúrgico para el cambio de sexo en los hospitales públicos.
Esta lucha no puede estar aislada de las batallas que llevan otros sectores oprimidos y explotados por el mismo sistema, como las mujeres, la diversidad sexual de conjunto y las y los trabajadores, debido a que la única forma para conquistar nuestras demandas es a través de la organización de grandes movimientos que en las calles exijan el cambio de la sociedad en su conjunto.