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Red Internacional
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Tribuna abierta. Hoy nos volvemos a ilusionar

A propósito de la final: crónica en primera persona sobre esos triunfos peleados y agónicos que se asemejan a nuestra vida diaria, y ver que jugando en equipo, a pura gambeta y poniendo garra, podes colgarte de la red del adversario.

Miércoles 14 de diciembre de 2022 23:15

No soy una fanática del fútbol. Pero me encuentro con nervios y ansiedades impensados. Llantos de bronca y alegría que se alternan en un lapso de 90 minutos (o 120). Tengo moretones de caer de rodillas frente a la tele. La garganta me pica de gritar. Y se me va la vida en visualizar donde tiene que entrar la pelota en el arco en un penal, como si tuviera poderes psíquicos.

Y está en el aire.

El aire de darle una lección a los países más poderosos.
El aire del revanchismo maradoneano del que salió de Fiorito a plantarle la cara a los más grandes.
El aire de necesitar algo que festejar desesperadamente.

Luego de los años de pandemia, en medio de la incertidumbre de una guerra con consecuencias económicas a escala mundial, del malestar de millones en el mundo por sus condiciones de vida… Festejar es una necesidad no sólo de los argentinos. Y vemos las noticias de distintos festejos en varios países, que son reprimidos. Los festejos de un mundial que se juega en un país que no conocíamos hasta ahora… que gastó millones de dólares y vidas en armar estadios que se desarmarán o quedarán allí, sin uso. Acusado de violar los derechos humanos. Así de loco es todo. Y en esta locura general, todos nos volvemos locos.

¿Qué es lo que hace que millones sufran, lloren, festejen, griten y pasen más de 90 minutos al borde del infarto?

Los amantes del fútbol lo pueden explicar con sabiduría y debatir sobre el arte con que juega este equipo. Pero hay (habemos), otros millones que nos sentamos frente a la tele y lo que sentimos es galopar el corazón. Y nos indignamos con las faltas que se cobran aunque no sepamos que es un "faul".

Y yo creo que no es sólo la inmensa necesidad de ser felices. De darnos un pase momentáneo a otra realidad en la que somos victoriosos. Esos triunfos peleados y agónicos que se asemejan a nuestra vida diaria, y ver que jugando en equipo, a pura gambeta y poniendo garra, podes colgarte de la red del adversario. Esa necesidad de creer que el esfuerzo tiene mérito, y la pelea recompensa. No es sólo ganar y con eso ser felices. También necesitamos ver la lucha por la gloria. La reivindicación del potrero y las simpatías con los otros equipos más pobres, porque esto se siente más allá del futbol. Hoy se festeja más el pasar a cuartos de final que el último subcampeonato. Un subcampeonato que se recibió con enojo… porque los jugadores “no dejaron todo en la cancha”. Y en ese momento eran para nosotros los tipos que están forrados en guita y no sienten la camiseta como lo hacía el Diego, que hasta jugaba infiltrado.

Necesitamos eso, necesitamos creer. Necesitamos ver que aquellos que nos representan en este mundial juegan por y para nosotros. Pensando en nosotros. En darnos una alegría.

Ante tanto político y representante vendido y tan ajeno a lo que nos pasa… esperamos que esos 11 jugadores sufran por nosotros y nos den una alegría. Ante tanta miseria de horizontes, donde todo el tiempo nos bajan la vara de nuestras expectativas… queremos sentir que podemos aspirar a más. Que el esfuerzo no es en vano, aunque tengas un mundo en contra, nos llena de orgullo decirle: -Qué mirás bobo. Queremos ser irrespetuosos con quienes nos humillan, irreverentes con quienes se creen por arriba. Queremos creer que se puede inclinar la cancha con la ayuda de D10s, su Messias y nuestros cantos en las calles. Necesitamos saborear un poco la sensación de poder, empoderarnos en un juego ya que luego la vida nos aplasta.

Por eso algunos se montan en estos sentimientos para caernos bien, para simular que todos estamos en la misma, aunque tienen en sus manos darnos alegrías que no sean pasajeras, darnos una vida que valga. Igual, son más vivos que los que se asquean y nos dicen vulgares y le buscan la vuelta para sacarle mérito a las hazañas. Atacan a la “masa” que festeja. Se tapan la nariz ante nuestra alegría. No sea cosa que nos entusiasmemos.

El mundial va a pasar, ojalá nos deje una enorme alegría… pero va a pasar. Y vamos a volver a la cotidianeidad de estar todo el tiempo en off side. Llegando a fin de mes atajando penales luego de jugar durante 120 minutos con el referí en contra y ya sin aire. Buscando un Messi que desequilibre pero encontrando sólo tipos y tipas que nos meten gol en contra.

Tal vez debamos replantearnos la táctica de juego. Los que nos hunden en la miseria, defienden a los empresarios, al FMI y patalean cuando reclamamos pero a los poderosos les dan todo… esos… juegan para el equipo contrario. Debemos identificar más claramente a los rivales. Dejar de estar todos metidos en el arco defendiendo, y hacer equipo para pasar a la ofensiva. Ellos son tan poderosos como los dejemos ser. No vamos a tener ni D10s ni Messias, pero tendremos garra y corazón, porque se nos va la vida en este partido.

Mientras tanto, disfrutemos un poco más. Ahora que nos volvimos a ilusionar, quiero ganar la tercera, quiero ser campeón mundial…