Desde finales de noviembre, un movimiento de protesta contra el régimen recorre Serbia. Actualmente, todas las facultades de Belgrado están ocupadas por estudiantes, y un total de sesenta campus de todo el país están bloqueados.
Jueves 9 de enero 17:00
Cientos de miles de estudiantes, alumnos de secundaria, profesores y agricultores se congregaron el 22 de diciembre en la plaza Slavija de Belgrado para presentar su homenaje a las víctimas del derrumbe de la marquesina de la estación de Novi Sad a principios de noviembre, pero también para denunciar la responsabilidad criminal del gobierno en esta tragedia. Esta marquesina había sido recientemente renovada por empresas chinas el pasado mes de julio, su derrumbe causó la muerte de 15 personas. Los manifestantes piden que los responsables de esta tragedia sean juzgados y detenidos, y que se arroje luz sobre el proyecto de renovación en un contexto de corrupción por parte del gobierno, que se niega a revelar los contratos secretos firmados con las empresas chinas encargadas de renovar la estación.
El ministro de Construcción, Goran Vesić, renunció tras las primeras protestas en Novi Sad, pero no admite su responsabilidad en el accidente. La verdad es que ningún miembro del gobierno ha asumido su responsabilidad, y la compañía ferroviaria de Serbia mintió cuando dijo que la marquesina de la estación aún no había sido renovada. Estas mentiras han agudizado aún más el legítimo enojo de la población, sumándose a los movimientos ecologistas ya en marcha en el país.
Los estudiantes al frente del movimiento
Los estudiantes fueron los primeros en movilizarse contra la falta de transparencia y la corrupción del gobierno. Exigen la liberación de los estudiantes y miembros de la oposición detenidos, así como la renuncia del Presidente Aleksandar Vučić, y más recursos para las universidades.
En la actualidad, más de 60 de las 80 facultades de todo el país están ocupadas (incluidos todos los campus de la ciudad de Belgrado) por estudiantes que se están organizando en asambleas generales.
El movimiento se puso en marcha cuando los estudiantes empezaron a reunirse regularmente a las 11.52 de la mañana, hora en que se derrumbó la marquesina en Novi Sad, para bloquear las carreteras durante 15 minutos en silencio en homenaje a las 15 víctimas del accidente. Pero la represión orquestada por el régimen fue la chispa que encendió la movilización en las universidades. El 22 de noviembre, cuando los estudiantes de la Facultad de Arte Dramático de Belgrado rendían homenaje a las víctimas de la tragedia frente a su facultad, un grupo de personas agredió violentamente a los manifestantes. Un estudiante tuvo que ser hospitalizado y un periodista de un medio de comunicación de la oposición también fue agredido.
Los ataques contra movimientos de protesta se están generalizando, especialmente en Belgrado. Un grupo de activistas que luchaban contra la destrucción de un puente en Belgrado, símbolo de la lucha antifascista durante la Segunda Guerra Mundial, también fue atacado por un grupo de unos cuarenta activistas del Partido Progresista Serbio (el partido en el poder), que finalmente fueron repelidos por el servicio de seguridad de la manifestación.
Este suceso conmocionó profundamente a todos los estudiantes de Serbia, y las ocupaciones universitarias comenzaron a extenderse por todo el país, con la participación de estudiantes que hasta entonces no se habían politizado. En una declaración citada por Balkan Insight , los estudiantes afirmaron: “Recordamos que cada día somos testigos de la represión física y verbal contra estudiantes y ciudadanos que exigen responsabilidades penales por el desastre de la estación. Subrayamos en particular que los autores de la violencia contra los estudiantes, que guardaron pacíficamente 15 minutos de silencio durante las concentraciones en memoria de los 15 muertos, todavía no han sido procesados”, en respuesta a las escasas concesiones hechas por el gobierno, que ha publicado documentos relativos a la reconstrucción de la estación de Novi Sad y que ha declarado que liberará sin persecución penal a todos los manifestantes detenidos durante las últimas protestas. La movilización de los estudiantes cuenta con un amplio apoyo de la población: padres, profesores y vecinos llevan agua, alimentos y productos de higiene a los estudiantes que ocupan las universidades.
Los serbios de la diáspora también están expresando su solidaridad con el movimiento en marcha en el país. Se han organizado varias concentraciones frente al consulado serbio en Chicago, donde vive una importante comunidad serbia, y en Sarajevo, en Bosnia-Herzegovina, frente a la universidad.
El régimen de Serbia es cada vez más autoritario
Al mismo tiempo que aumenta el número de protestas en Serbia, la postura autoritaria del régimen es cada vez más violenta. Durante el movimiento contra el proyecto de explotación de una mina de litio por el grupo industrial Rio Tinto, varios líderes del movimiento, entre ellos Aleksandar Matković, recibieron amenazas de muerte, y algunos fueron incluso registrados por la policía. Pero los líderes de la oposición no son los únicos que sufren represión.
El periodista Slaviša Milanov relata cómo, durante un control indebido en comisaría, los agentes de policía instalaron un discreto programa espía que les permitió rastrear su paradero, hacer capturas de pantalla de su teléfono y acceder a datos personales. Según Amnistía Internacional, un centenar de periodistas podrían haber corrido la misma suerte. El régimen serbio da así un gran paso adelante en la represión de los militantes de la sociedad civil, poniéndolos directamente a merced de fuerzas policiales que vigilan todos sus movimientos. Por tanto, las fuerzas represivas serbias pueden haber utilizado este nuevo software para espiar los teléfonos de los manifestantes con el fin de obtener más información sobre la organización de los bloqueos y las manifestaciones, o para recabar información sobre los líderes del movimiento y tener un pretexto para posibles detenciones y acusaciones.
Los poderes fácticos también intentan desacreditar el movimiento afirmando que los estudiantes están siendo sobornados por “fuerzas extranjeras” y que los manifestantes utilizan a los muertos como “hienas”. El Presidente serbio, por su parte, ha declarado que “estamos haciendo imposible la vida de los ciudadanos con estos bloqueos”. Los medios de comunicación, que actúan como correa de transmisión de la propaganda gubernamental, añadieron otra capa, hablando de manifestantes “pagados por la CIA” y que formaban parte del movimiento “antiserbio”.
¿Hacia la caída del presidente Vučić?
Un tema común en las conversaciones entre manifestantes es que este es el movimiento más masivo que han visto desde las manifestaciones de 2000 que finalmente derrocaron al ex presidente Slobodan Milošević. Un movimiento pacífico llamado ¡Otpor! (¡Resistencia!), iniciado por estudiantes y al que luego se sumaron varios sectores de la sociedad civil, acabó derribando al presidente autoritario y nacionalista, sumido en la guerra con Kosovo y en una crisis económica y social.
Sin embargo, la situación internacional fue un factor decisivo en la caída de Milošević, mucho más que las manifestaciones dentro del propio país. Presidente de la República de Serbia de 1989 a 1997 y posteriormente Presidente de la República Federativa de Yugoslavia de 1997 a 2000, Slobodan Milošević fue uno de los principales protagonistas de las sangrientas guerras que siguieron a la desintegración de la Yugoslavia socialista entre 1991 y 2001, y fue uno de los nacionalistas más virulentos declarados culpables por el TPIY (Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia) de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Durante la guerra de Kosovo, Estados Unidos, con el apoyo de sus aliados franceses y británicos, bombardeó Belgrado en 1999 para debilitar al presidente serbio y obtener un alto el fuego en Kosovo.
Estos bombardeos de la OTAN, totalmente criminales, reforzaron en un primer momento el sentimiento anti-OTAN de la población, pero la bronca se centró después en el gobierno en el poder. Un artículo de Le Monde Diplomatique muestra claramente la complicidad entre el movimiento democrático opuesto a Milošević y el gobierno estadounidense, que financió a los líderes estudiantiles con 53 millones de dólares para formarlos en Europa y Estados Unidos. El artículo también demuestra la determinación del gobierno estadounidense de derrocar al presidente serbio, ya que la entonces secretaria de Estado Madeleine Albright consideraba prioritario el derrocamiento de Milošević. La financiación del movimiento “democrático” serbio y el apoyo a las fuerzas albanesas en Kosovo formaban parte, por tanto, de la estrategia estadounidense para derrocar al gobierno serbio de entonces e instaurar un gobierno más favorable a Occidente con el fin de asegurar sus propios intereses en la antigua Yugoslavia y en los Balcanes en general.
La situación es muy diferente 25 años después. El presidente Vučić que, a pesar de haber formado parte del gobierno de Milošević, y aunque mantiene buenas relaciones con Rusia y China, lleva a cabo una política exterior compatible con los intereses de Estados Unidos, especialmente con la administración Trump. En mayo de 2024, Serbia firmó un acuerdo con Jared Kushner, yerno de Donald Trump, para reconstruir el antiguo edificio del Ministerio de Defensa dañado durante el bombardeo de la OTAN sobre Belgrado en 1999. Serbia también apoya a Ucrania suministrando a Kiev munición por valor de 800 millones de dólares desde 2022, al tiempo que se niega a imponer sanciones a Rusia, su aliado histórico. Vučić también satisface las necesidades de las potencias imperialistas de la Unión Europea como Francia, a la que Serbia compró doce cazas Rafales por valor de 2.700 millones de euros en agosto de 2024, pero también las de Alemania, que pretende explotar las reservas de litio del país para abastecer a su industria automovilística a pesar de las dramáticas consecuencias ecológicas y sociales y a pesar del movimiento popular en contra de este proyecto.
Esto significa que el actual gobierno de Serbia no es hostil a los imperialistas occidentales. Todo lo contrario. Ciertamente mantiene muy buenas relaciones con China y Rusia, que a veces utiliza para reforzar su posición de fuerza frente a Occidente. Pero Serbia se ha convertido en un socio importante para la UE y Estados Unidos por sus intereses económicos y geopolíticos a la hora de competir contra el eje China-Rusia. En este sentido, Estados Unidos y la Unión Europea no ganarían nada si cayera el actual régimen de Serbia y triunfara la actual movilización. La caída de Vučić como resultado de las movilizaciones estudiantiles podría, de hecho, fortalecer otras movilizaciones como la lucha contra la explotación de la mina de litio, que iría totalmente en contra de los intereses imperialistas en el país.
Sin embargo, el actual movimiento liderado por los estudiantes en Serbia muestra claramente que el descontento de la población con el gobierno actual no deja de crecer. La corrupción, la represión y los acuerdos celebrados a escondidas con las potencias imperialistas, que han costado la vida a varios serbios, han sacado a la calle a gran parte de la sociedad civil. Aunque estudiantes, profesores y campesinos ya han salido a la calle, el movimiento obrero permanece por el momento al margen de la movilización, debido a la lentitud de las direcciones sindicales y a pesar del llamamiento a la huelga general de los sectores de vanguardia. La intervención de la clase obrera serbia sería vital para ampliar la movilización y establecer una relación de fuerzas contra el gobierno.
Este artículo fue publicado originalmente en Revolution Permanente, parte de la Red Internacional de La Izquierda Diario.