Este jueves se celebró la tercera huelga general del año en Grecia, contra la reforma laboral que exige la Troika. Es la quinta huelga general desde que Syriza llegó al gobierno.
Jueves 8 de diciembre de 2016
La medida de lucha se sintió muy fuerte en el transporte público, con un paro total del metro y del enlace ferroviario con el aeropuerto Eleftherios Venizelos durante todo el día. Los hospitales ofrecen solo servicios mínimos y los ferries siguen amarrados en los puertos, siguiendo una huelga del sector marítimo iniciada hace varios días. En el sector privado el seguimiento ha sido menor.
En el centro de Atenas se movilizaron decenas de miles de personas, en diferentes columnas que confluyeron frente al Parlamento, en la plaza Syntagma. Los medios de comunicación griegos concluyeron a las 06.00 hora local un paro de 24 horas que formaba parte de la huelga general pero que fue adelantado para poder cubrir estas protestas.
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A la convocatoria, realizada por los principales sindicatos del sector público y privado, se sumaron también sectores de la izquierda, el sindicato del partido comunista PAME y asociaciones de profesores de secundaria y de médicos de la seguridad social, entre otros.
La huelga se desarrolla al mismo tiempo que se debaten en el Parlamento los presupuestos generales de 2017, que contemplan aumentos de impuestos y recortes adicionales por un total de 3.300 millones de euros.
Los acreedores europeos (la Comisión Europea, el Mecanismo Europeo de Estabilidad y el Banco Central Europeo) exigen que Grecia obtenga un superávit primario -antes de pagar servicio de deuda- del 3,5 % del PIB también en los años posteriores a 2018, cuando termina en teoría el tercer rescate. Este objetivo, según cálculos del FMI, requeriría que Grecia apruebe medidas de recorte y recaudación adicionales por un total de 4.500 millones de euros. A su vez, exigen una nueva reforma laboral que flexibilice más a los trabajadores y abarate los despidos.
El sindicato del sector público ADEDY criticó en un comunicado al Gobierno y a los acreedores por tener como único objetivo lograr "trabajo aún más barato" y el "incremento de los beneficios del capital".
Por su parte, el sindicato del sector privado GSEE criticó a las instituciones acreedoras de Grecia por plantear exigencias "no razonables" que se "dirigen directamente contra la esencia de los derechos laborales".
Paradójicamente, el partido de gobierno Syriza, también llamó a salir a la calle a protestar contra las exigencias que están haciendo los mercados, a pesar de ser una protesta contra su propio Gobierno. El ministro de Finanzas, Euclides Tsakalotos, niega que su gobierno pueda dar marcha atrás en sus “líneas rojas” en materia laboral y negó recortes adicionales más allá de 2018, el año en que termina el tercer rescate. Pero como hasta ahora el gobierno ha dicho una cosa y ha hecho siempre todo lo contrario, los sindicatos están listos para convocar a nuevas medidas de lucha.
Yorgos Papaguikas, arquitecto de 30 años, aseguró a Efe que se manifestaba "contra la austeridad, contra la merma de los derechos y condiciones laborales" y "contra la troika, contra el Gobierno y contra todos los que eliminan nuestros derechos y destrozan nuestra vida". "Mi futuro personal es inestable, sin perspectiva, y será peor con las políticas que se aplican", concluyó.
Por su parte, Tonia Katerini, la presidenta de la Asociación Panhelénica de Arquitectos, comentó a Efe: "Vivimos un periodo de ataque sin precedentes contra los derechos laborales y el Estado del bienestar". Katerini subrayó que "la gente cada día se empobrece más, y ya el 50 % de la sociedad vive en pobreza".
"La esperanza se ha perdido, la mayoría de la gente cree que no hay alternativa", añadió Katerini, a quien, si pudiera, le gustaría decirle al primer ministro, Alexis Tsipras, que "recuerde" que en el referéndum del año pasado el pueblo dijo "no" a las medidas de austeridad propuestas por los acreedores.
La huelga de este jueves, la quinta bajo el gobierno de Syriza, muestra que los trabajadores griegos no están dispuestos a aceptar sin lucha la liquidación de todas sus conquistas.