Un rico olorcito dulce recorre las calles y barrios. Con amigos en una plaza, en casa antes de irnos a dormir, el mañanero, una caminata al aire libre, son algunas de las preferencias de quienes gustan saborear de la marihuana. Un descanso recreativo, risas de por medio, relajación, ganas de comer son algunos de los efectos tan terribles y temidos por el estado de nuestro país, y de tantos otros que te la prohíben. Es ilegal.
Jesica Calcagno @Jesi_mc
Jueves 16 de octubre de 2014
¿Cuántas veces te preguntaste por la irracionalidad de que detengan todos los días a cualquiera por tener una tuca o un porrito en el bolsillo mientras hay un gran entramado millonario del narcotráfico que siempre sigue intacto? El narcotráfico, que está tan bien organizado, ¿podría funcionar sin la complicidad de políticos, jueces, funcionarios, policías? Difícil creerlo… La hipocresía es una marca registrada de las instituciones de este estado. El rati que te detiene por fumar porro, es el que después ayuda a descargar un camión con toneladas de cocaína para vender en el barrio (ni hablemos de matar a un pibe, o pasar a cobrar la coima en un prostíbulo). El cura indignado con los gays y trans, es el que suma su nombre a la lista de pedófilos de la Iglesia. Esta gente es la que te dice qué está bien y qué está mal.
Este estado tiene una gran capacidad: la de transformar su hipocresía de la prohibición en un gran negocio que le deja millonarias ganancias y la de criminalizar selectivamente. Así es como la ilegalidad de las drogas como la marihuana, es una herramienta muy eficaz para perseguir a la juventud: detenciones, causas judiciales, persecución y discriminación. El estigma policial cae con todo su peso en los barrios más pobres, si usas gorrita, sos morocho, si estás en la esquina con los pibes. La ley no es igual en los barrios chetos de “chicos bien”.
Una gran cantidad de mitos y sentidos comunes se han creado para reforzar esta criminalización: “empezás por el porro y después siguen drogas más pesadas”, “las drogas llevan al delito”, “la marihuana te mata neuronas”, que aunque fueron superadas ampliamente por la ciencia siguen calando en muchos sectores de la sociedad. Mientras tanto, a los ojos de todos y en el kiosco de la esquina, se venden por doquier drogas muchísimo más nocivas que el cannabis, como el tabaco y el alcohol. O tenés acceso libre a una gran cantidad de fármacos que podés conseguir en cualquier Dr. Ahorro: el Cloanazepam, Prozac y otras pastillas que terminan generando una gran dependencia entre sus consumidores. Son muchas las drogas socialmente aceptadas, aunque sean más adictivas y perjudiciales para la salud que el cannabis.
El debate sobre la marihuana y todas las drogas, es muy variado y amplio: si debe ser legalizada o despenalizada, si sólo el consumo y la tenencia, o también su venta y comercialización, si tienen que ser todas las drogas o sólo la marihuana, cómo desarrollar políticas públicas para reducir las adicciones, la calidad de las drogas, el autocultivo, la persecución policial, los mitos construidos, el narcotráfico, y la lista sigue…
En muchos países del mundo se viene avanzando en la legislación sobre el consumo y la comercialización de la marihuana, con el caso más reciente de Uruguay, y las movilizaciones crecen año a año. En la última Marcha Mundial de la Marihuana en Argentina, se movilizaron más de 200.000 personas en 19 ciudades. Cada paso dado en este terreno es importante en el camino de conquistar la elemental libertad de decidir sobre nuestras vidas sin que el estado se meta. Pero toda legislación seguirá siendo insuficiente mientras el consumo de las drogas esté regido por los negocios capitalistas.
Por eso abrimos la columna “Humo dulce” en la sección juventud de La Izquierda Diario para desarrollar un permanente espacio de discusión sobre la marihuana y las drogas desde sus distintas aristas, y convocamos a los lectores a participar con comentarios, opiniones, enviando noticias, consejos, denuncias de la persecución policial. Que sea una trinchera más de lucha de la juventud en la búsqueda de la plena libertad.
Jesica Calcagno
Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.