En las celebraciones de la Virgen del Rosario en Jujuy, el obispo Fernández instó a soportar el ajuste con "inteligencia y corazón". El rol de la Iglesia en tiempos de crisis y los desafíos de la marea verde y la juventud.
Verónica Valdez @valveritos
Keila Zequeiros Estudiante de Comunicación UNJu, Concejala PTS-FITU
Martes 9 de octubre de 2018 13:33
El domingo 7 hubo procesión y misa en la Catedral de la Capital jujeña, en el marco de las celebraciones por el día de la Virgen del Rosario de Río Blanco y Paypaya, "patrona de la provincia de Jujuy".
Como es costumbre, el gobernador de la Provincia, Gerardo Morales, participó de la celebración religiosa, acompañado por la ministra de Educación Isolda Calsina, el ministro de Trabajo, Jorge Cabana Fusz, entre otras autoridades de las fuerzas de seguridad y legisladores.
El obispo César Daniel Fernández, que viene de encabezar en Jujuy la cruzada en defensa del aborto clandestino, aprovechó la ocasión para bendecir el ajuste, resaltando las supuestas virtudes de la pobreza a la que es condenada una de cada tres personas en la Provincia.
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Gerardo Morales, que a través de los números truchos de la intervenida DIPEC viene negando la dura realidad social que viven 250 mil personas en Jujuy, aprovechó la ocasión para llamar al pueblo trabajador a "poner el corazón" para "afrontar el momento que está pasando el país”, mientras los especuladores de la deuda y los dueños de la Provincia se llenan los bolsillos a costa de la sangre, sudor y lágrimas de las y los trabajadores, las mujeres y la juventud.
A dios rogando y para el ajuste trabajando
Las y los que peleamos por los derechos de las mujeres y la disidencia sexual sabemos muy bien que es la Iglesia la institución más antiderechos, oscurantista, retrógrada, hipócrita y abusadora de menores.
Una institución que, mientras encubre a curas pedófilos, se opone a la educación sexual integral con perspectiva de género, porque "identificar sexo con género es una perversión", como ha escrito el padre Germán Maccagno en una extendida columna en el multimedios de Guillermo Jenefes, ex vicegobernador por el PJ.
Toda una generación vio cómo la Iglesia se organizó y movilizó fuertemente para oponerse a un derecho tan elemental como lo es no morir en un aborto clandestino. Toda una generación empezó a cuestionar el rol pérfido de esta institución que, en alianza con diputados y senadores de todos los bloques patronales, se arrogó el derecho a condenar a la clandestinidad y la muerte a cientas de mujeres por año.
Pero, ¿es este el único rol que juega la Iglesia? Lamentamos decirles que no, no solo es enemiga número uno de las mujeres y personas LGTBI sino también de la clase trabajadora y el pueblo pobre.
Por eso, vemos cómo el obispo Fenández llama a los sectores más golpeados por la crisis y las medidas de ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores a afrontarla evitando el "pecado original" de "estar peleados" y "poner el hombro" por un supuesto bien común, en sintonía con la política de contención mandatada desde el Vaticano por el Papa argentino.
En momentos de crisis como estos, la Iglesia Católica muestra cuáles son los "santos servicios" que presta a los capitalistas, sus gobiernos y partidos, que la hacen merecedora de terrenales privilegios gracias al "santo matrimonio" con el Estado: salir con baldes de agua a intentar apagar la legítima bronca del pueblo trabajador y pobre.
Así lo vimos en la "santa misa" que se realizó este domingo en Jujuy. Allí, un obispo que cobra más de $40.000 (privilegio sostenido por el Estado) le dice al pueblo trabajador que hay que afrontar la crisis con "inteligencia y corazón".
Seguramente "con el corazón" los trabajadores despedidos del Ingenio La Esperanza le darán de comer a sus hijos, o las docentes y enfermeras que no cobran hace meses pagarán las boletas, cada vez más caras, de los servicios.
Este cuento mágico puede resultar verosímil para una institución cuyos curas y obispos viven de las rentas del Estado, que no paga impuestos, ni viajes, poseedora de enormes extensiones de tierra. Pero la fe no resuelve las penurias de -cada vez más- familias trabajadoras que caen en la pobreza e indigencia.
Es claro el rol que juega la Iglesia como mediadora, evitando cualquier tipo de movilización y levantamiento de la clase trabajadora que pueda derrotar realmente los planes de hambre y ajuste del FMI, Macri, Morales y el PJ.
Esta mediación de la Iglesia en momentos de crisis no es nueva, históricamente ha cumplido este papel. Hoy administrando comedores y planes de contención de la pobreza con fondos del Estado, como el recientemente creado plan "Jujuy asiste y reactiva", y llamando al pueblo pobre a soportar las penurias del ajuste con "inteligencia y el corazón".
Pero cuando la contención y las buenas palabras no alcanzan para mantener la paz de los capitalistas, esta institución tiene muy claro de qué lado está. Como lo hizo al bendecir los genocidios más sangrientos para imponer planes económicos como lo fue la ultima dictadura militar.
Con la fuerza de la marea verde, la juventud y los trabajadores, la lucha es ahora
Lo que si es una novedad es la emergencia del movimiento de mujeres y nuestra potente marea verde. Una marea de millones que no nos callamos más y cuestionamos profundamente la intromisión de la Iglesia en nuestras vidas.
La misma marea que irrumpió en las universidades nacionales, fundiéndose con el poderoso movimiento estudiantil que despertó como actor político y, al mismo tiempo que reclamó más plata para Educación, no para la deuda ni el FMI, retiró los símbolos religiosos de las facultades.
Poderosas fuerzas sociales que, en unidad con las y los trabajadores, como los del Astillero Río Santiago, pueden derrotar el saqueo en curso.
Macri, el FMI, con la complicidad del PJ y las direcciones burocráticas de los sindicatos, y con la bendición de la reaccionaria Iglesia, quieren que paguemos la crisis que los capitalistas generaron.
Las pibas y los pibes de los pañuelos verdes y naranjas que venimos de hacer una experiencia con la Iglesia estamos llamadas y llamados a alertar al conjunto de la clase trabajadora de lo que viene a hacer la Iglesia en momentos como este, y a unir nuestras fuerzas para separar a la Iglesia del Estado, porque lo que está en juego es derrotar el ajuste que nos roba el futuro.