Ayer domingo se inauguró en la estación de metro Universidad de Chile un mural en honor de Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas Denegri, los jóvenes quemados vivos en 1986 por una patrulla militar. El mural forma parte de la obra “Memoria Visual de una Nación”.
Lunes 14 de diciembre de 2015
La obra “Memoria Visual de una Nación” fue inaugurada hace 16 años en la estación del metro Universidad de Chile, sin embargo una parte de la obra quedó pendiente y solo se terminó estos días, siendo inaugurada este domingo durante la mañana.
La obra es un homenaje a Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas Denegri, los dos jóvenes que fueron quemados vivos por una patrulla militar en plena dictadura, en el año 1986 y posteriormente fueron tirados en una zanja. Producto de estos hechos Rodrigo Rojas falleció pocos días después y Carmen Gloria quedó con graves secuelas.
En la ceremonia de inauguración estuvieron presentes la madre de Rodrigo Rojas, Verónica Denegri y la propia Carmen Gloria Quintana. Se trata de un mural que es parte de la obra “Memoria Visual de una Nación” y lleva por título “El martirio de Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas”.
Los asesinos de la dictadura
El caso de Carmen Gloria y Rodrigo es una de mas de las brutalidades de la dictadura cívico militar y sus prácticas represivas. Durante sus 17 años los agentes de la dictadura, organizados en distintos organismos y con colaboración muchas veces de civiles, se asesinó, ejecutó y torturó a los opositores a la dictadura.
Ambos jóvenes fueron detenidos el 2 de julio de 1986, en el contexto de una de las protestas nacionales contra la dictadura. Una patrulla militar encabezada por Pedro Fernández Dittus los detuvo, golpeó y roció con combustible, para luego prenderles fuego y quemarlos vivos. Los mismos militares los trasladaron para abandonarlos agonizando en una zanja en Quilicura. Producto de las graves heridas Rodrigo falleció un par de días después, mientras Carmen Gloria sobrevivió pero quedó con graves secuelas.
Tras casi 29 años de absoluta impunidad, en los que incluso durante dictadura se acusó a los propios jóvenes de haberse prendido fuego por portar bombas incendiarias, un ex conscripto que participó de los hechos habló y contó lo que las víctimas siempre dijeron, señalando además que existió un pacto de silencio entre los militares para negar la información. Esto evidencia una más la impunidad que sigue existiendo para los violadores de derechos humanos y que se extiende desde la dictadura hasta la actualidad, producto de las políticas de la transición, que se basaron justamente en la reconciliación nacional y la justicia en la medida de lo posible, es decir, en la impunidad.
Actualmente hay un grupo de cerca de 10 ex militares y agentes procesados, pero todavía ningún condenado con penas de cárcel efectiva. Es por eso que la madre de Rodrigo, Verónica Denegri, criticó los nulos avances en derechos humanos, no solo por el caso de su hijo sino también por los ex presos políticos y todas las violaciones a los derechos humanos, en los que no hay intención de hacer justicia.