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Red Internacional
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Opinion. Incendio en Ensenada: el fuego que quemó a Brian y Elena

En la madrugada del lunes un voraz incendio en Punta Lara se llevó la vida de Brian y Elena. Él era estudiante de la Media 2 de Punta Lara y Elena estaba terminando sus estudios en el CENS.

Walter Guzmán Docente. Escuela Media 2 Punta Lara

Martes 19 de mayo de 2020 15:13

Escuela Media 2 de Punta Lara a la que concurría Brian

Que lloremos a Brian y a su mamá, no quiere decir que sus muertes nos sorprendan. Como tampoco nos asombran las muertes de Víctor, del comedor “Estrella de Belén”, y de Ramora de Garganta Poderosa, ambos referentes de la Villa 31. No. Sus muertes no sorprenden, pero indignan.

Brian Daniel Dadasio y su mamá Elena Inés Danna murieron en los primeros minutos de la madrugada del lunes. Los vecinos vieron la rapidez con la que un fuego feroz se devoró su casa, su almacén y sus vidas indefensas. Y una pena muy honda se derramó por Punta Lara, donde vivían. El sentimiento de todos, parientes, amigos y vecinos habló de tragedia. Es comprensible. Nos cuesta aceptar que este tipo de circunstancias, la mayoría de las veces, no tiene que ver con la suerte sino con la desidia.

Cuando hablamos de crímenes sociales, nos referimos a aquellas políticas de los gobiernos que, por acción o por omisión, derivan en víctimas y estragos casi anunciados. Y esto se aplica a los que mueren infectados por un virus luego de haber reclamado agua corriente, a los que agonizan por falta de atención adecuada en esos geriátricos tenebrosos, a los que fallecen calcinados en sus hogares precarios.

Nos cuesta aceptar que no fue el destino del trabajador, acostumbrado a todo tipo de carencias, lo que quemó las vidas de Brian y de Elena. Nos cuesta, porque es moneda corriente. Casi una normalidad. Es lógico que nos enfermemos, nos dice el gobierno y sus fuerzas policiales, si no respetamos la cuarentena. Lo que no dicen es de qué forma sobrevivir cuando el trabajo se ha cortado y el hambre acecha como buitre. Es lógico “infectarse”, repiten, si no guardamos la “distancia social”, pero nada hacen para cambiar la “distancia real” de aquellos que viven hacinados en sus pequeñas casas, en las barriadas populares.

Es lógico que muramos por una mala conexión eléctrica pero jamás admiten que los bajos salarios obreros y los trabajos informales o cuentapropistas hacen que las mínimas condiciones de vida y de seguridad sean imposibles. Y frente a esta realidad de lógicas miserables que las y los trabajadores debemos tragarnos, desfilan triunfantes Rocca, CEO de Techint, el genocida Ledesma, las multinacionales McDonald’s, Volkswagen o Mercedes, todos bendecidos con millonarios subsidios que el gobierno les garantiza para que no sean sus ganancias los que paguen esta pandemia.

Si. Lloramos a Brian y a Elena. Los extrañamos ahora y los seguiremos extrañando, de la misma forma que a las Ramonas y Víctor y a todas aquellas víctimas que nos dejaron en época de pandemia y de auxilios para ricos. Los lloramos de la misma forma que despreciamos la prepotencia empresarial y sus privilegios que, en medio de la miseria, el gobierno insisten en subsidiar.