Las llamas afectan a las sedes socialistas de todo el Estado español. El enfrentamiento entre los acólitos de Sánchez y la vieja guardia está dejando en cenizas al PSOE.
Viernes 23 de septiembre de 2016
El fuego se desató cuando la Presidenta andaluza, Susana Díaz, dijo que “no se puede hacer gobierno con 85 escaños”. A partir de ahí todo fue en aumento y se hizo incontrolable. Algunos dirigentes de importancia aportaron algo de combustible como Fernández Vara o Pérez Rubalcaba, denunciando una atmósfera irrespirable.
Pedro Sánchez no pudo ser menos ante esta situación. En la batalla por el poder, ha convocado un cónclave para el sábado 1º de octubre. Se prevé un choque de trenes. Hasta ahora los barones ponían como línea roja el pacto con independentistas y dejaban hacer al Secretario General, incluso mordiéndose los labios.
Ahora parece que se ha desatado la guerra por el sillón máximo de Ferraz, pero en la reyerta la sede está convirtiéndose en cenizas. Díaz agregó otra línea roja: con 85 diputados no podemos gobernar. Con esto le corta las alas a Sánchez y se suma claramente al grupo de los que piden a gritos la investidura de Rajoy.
Sánchez anunció que el lunes comenzará a explorar las posibilidades de un gobierno alternativo a Rajoy, la famosa idea de un “gobierno de progreso” que ya fracasó después del 20D. Sin embargo, su potencial social Albert Rivera le ha contestado inmediatamente copiando las palabras de Susana Díaz, aconsejándole que la ronda de contactos la comience por los dirigentes socialistas. Ante la negativa de Ciudadanos, la única posibilidad sería negociar con Podemos (que también lo pide a gritos) y los independentistas catalanes, cuestión que añadiría más combustible al incendio.
En su huida hacia adelante el Secretario General del PSOE ha enseñado los dientes. Por un lado, amenazó de convocar un Congreso exprés del partido con la esperanza de blindarse ante la embestida de Díaz. Por el otro, en Ferraz gana adhesiones la idea de hacer una consulta a la militancia. Aparentemente el 70% de los militantes son contrarios a investir a Mariano Rajoy. Por ello mismo, los barones de Aragón y Castilla-La Mancha ya han advertido que una convocatoria así sería irresponsable.
Las encendidas luchas internas del PSOE amenazan no solamente la posición del actual Secretario General, sino que pueden acabar con el centenario partido. Los enfrentamientos, las maniobras, las puñaladas por atrás, están a la orden del día. Desde el 20D se han ido acentuando. Pero ahora, con el peligro de terceras elecciones, las luchas son sangrientas.
Los resultados de las elecciones autonómicas en Galicia y en el País Vasco serán utilizados a diestra y siniestra para sacar provecho de cara a la investidura, unas posibles terceras elecciones o la lucha por la Secretaría General.
La crisis de la socialdemocracia
La debilidad del PSOE, que se acentuó en los años de crisis económica, no es algo que solo afecte a los socialistas españoles. Los homólogos griegos han perdido fuerza aceleradamente hasta el punto de ser solo una fuerza testimonial.
El partido alemán ha evitado este escenario al coste de una gran derechización y se encuentra compartiendo gobierno desde hace varios años con la “progresista” Angela Merkel. El PSF en el gobierno está en sus mínimos históricos de aceptación popular, lidiando con una fuerte oposición en las calles de trabajadores y jóvenes contra la derechista ley de trabajo.
La realidad es que la vieja socialdemocracia hace décadas que se transformó en un hábil gestor del capital imperialista. Aunque han sido los períodos de crisis económica los que desnudaron más claramente su carácter antiobrero y social liberal, descargando la crisis sobre los trabajadores y beneficiar a las grandes multinacionales. Esto le pasa una factura enorme de cara a su electorado.
La crisis económica (y política) está en la base de la aparición de nuevos fenómenos políticos en los márgenes izquierdos de las formaciones socialdemócratas, como es Podemos en el caso español. Pero estos nuevos partidos tienen una capacidad política limitada, porque carecen del anclaje social en amplios sectores de masas del que supo gozar la vieja socialdemocracia en sus días de gloria. Por ello Pablo Iglesias e Íñigo Errejón tratan de buscar, cada uno a su modo, un acuerdo con el PSOE.
El PSOE está atravesando su peor crisis en décadas. Aún cuenta con el apoyo de Podemos y también de la burocracia sindical que le están cubriendo las espaldas. Pero la experiencia de amplios sectores de trabajadores en los últimos años les aleja profundamente del partido de Pablo Iglesias, el tipógrafo, claro.