Este viernes tuvo un pico la crisis que estalló hace rato en el club de Avellaneda. Sin elecciones, asambleas amañadas, oficialismo y oposición responsables del colapso ¿Qué salida hay para el Rojo?
Augusto Dorado @AugustoDorado
Sábado 23 de julio de 2022 17:00
Manifestación de hinchas de Independiente ante la sede de Av. Mitre 470 donde se desarrollaba una insólita asamblea. Todo terminó en represión policial.
Las imágenes que ofrecían todos los medios nacionales el último viernes por la tarde noche parecían aportadas por corresponsales de guerra: represión policial, piedrazos, confusión, bronca, dirigentes saliendo en autos lujosos con custodia policial. No provenían de naciones lejanas como Myanmar o Sri Lanka: la bronca explotó en Avellaneda, en Avenida Mitre 470 donde tiene su histórica sede el Club Atlético Independiente. La situación era confusa porque costaba determinar los motivos de la protesta en las afueras del edificio donde solamente 4 integrantes de la Comisión Directiva del club (el presidente Hugo Moyano, el tesorero Atilio Bouza, el secretario general Héctor Yoyo Maldonado y el revisor de cuentas Daniel González) protagonizaron una asamblea vergonzosa con una concurrencia mínima -se aseguraron que solamente participen 100 personas que previamente debían anotarse en un listado de socios que solamente conocían los convocantes- que contrastaba con la numerosa presencia de hinchas en la calle. No permitieron ingresar prácticamente a ningún medio, hasta estuvieron vedados los medios partidarios que habitualmente cubren los avatares de Independiente. El aire tenso que se respiraba preanunciaba gases lacrimógenos y balas de goma, única respuesta que al poco tiempo de comenzada la concentración emitió la Policía (siempre dispuesta a empeorar las cosas y hace rato ensañada con la parcialidad roja). La represión fue increscendo al punto tal que comenzaron horas después detenciones arbitrarias de personas que simplemente pasaban por Avenida Mitre a cenar, como denunciaron varios periodistas.
Hay muchas denuncias sobre que la policía entró a parrillas y bares aledaños a la sede, una hora después de la marcha, a buscar detenidos. Gente que estaba comiendo y no había hecho nada.
— Gastón Edul (@gastonedul) July 23, 2022
¿Qué fue esa expresión de bronca? ¿Eran todos de la oposición a Moyano? ¿Eran barrabravas (o miembros de alguna de las barras que sufre Independiente)? Es obvio que quienes rapiñan o pretender rapiñar de esta crisis que vive Independiente intentan aprovechar el “río revuelto” pero dos símbolos daban cuenta de una mayoría de hinchas que simplemente se acercaron a manifestar su fastidio: el cantito de “Que se vayan todos” (que se viene imponiendo como hit en las tribunas del Estadio Libertadores de América Ricardo Bochini) y una bandera que rezaba “Ni verdes ni amarillos: todo Rojo”, apuntando a los colores de Camioneros que identifican al oficialismo y del PRO detrás del cual se encolumnan los armadores de la lista que encabeza Fabián Doman (comenzando por Cristian Ritondo, que fue parte de la Comisión Directiva moyanista cuando el gremialista mantenía buenas relaciones con el macrismo, y el barón de Lanús Nestor Grindetti).
El mal clima en el club se potencia con el flojo desempeño deportivo de su plantel de Primera División, hoy diezmado por la salida de varios de sus jugadores y de su DT, que irradia una pálida imagen futbolística cuando sale a la cancha y encima pierde puntos insólitos ante equipos como Patronato, por no hablar del clásico frente a Racing que aun en tiempos de sequía era una de las pocas alegrías para la hinchada roja, pero que en el último tiempo no lo es.
Pero está clarísimo que lo deportivo es la consecuencia de un problema que empieza por lo institucional: en diciembre había una convocatoria a elecciones para elegir a una nueva comisión directiva pero el oficialismo impugnó a la principal lista opositora, un frente encabezado por el periodista Fabián Doman, porque incumplía con algunos requerimientos del estatuto (lo que era cierto); este frente opositor recurrió a la Justicia para presentar un amparo pero en los tribunales dejaron correr la impugnación, con lo cual se extendió por tiempo indefinido el mandato de los Moyano. Pero, además, el oficialismo está cuestionado hace tiempo por errores groseros en transferencias de jugadores: Independiente tiene el récord de juicios perdidos por incumplimiento de deudas con exfutbolistas (con el agravante de que la mayoría tuvo un paso olvidable desde lo deportivo), y el triste cuadro de jugadores que firmaban contrato pocas horas antes de comenzar un partido. El peor contratiempo que enfrenta el club es cómo se está rifando su patrimonio, además de su gloria histórica con prácticamente dos décadas navegando en las tibias aguas de las mitades de tabla, lejos de los puestos de protagonismo.
Mirar en perspectiva y notar el lugar al que fue condenado Independiente en los últimos 20 años demuestra que la situación no es solamente responsabilidad del clan Moyano y su comisión directiva: el hoy armador de la principal lista opositora, Cristian Ritondo, fue uno de los responsables del ascenso de Moyano, además de que en esa oposición orbita el desastroso expresidente Andrés Ducatenzeiler, que llevó a una crisis de la que emergió el empresario Julio Comparada, apoyado enérgicamente por… Moyano. Los actuales contendientes son los mismos de siempre. En el medio estuvo la “excepción” de Javier Cantero, experiencia que terminó con el club en segunda división, sin resolver el problema de las barras bravas y -peor- con dos barras bravas por arte de mafia de la impresentable “especialista en seguridad” Florencia Arietto, hoy socia política de Ritondo y Grindetti en Cambiemos. Socios y socias de Independiente dudamos entre oficialismo y oposición quiénes son “Guatemala” y quiénes “Guatepeor”. Para colmo de males, es un secreto a voces que sobre la tercera lista hay indicios de que fue habilitada por el moyanismo para dividir votos de la oposición (un viejo truco de jerarcas sindicales burocráticos), además de que está encabezada por Claudio Rudecindo, gerente de la megacadena de inmobiliarias Re/Max. ¿Usted confiaría en un pope del rubro inmobiliario? Como inquilino eterno, el Gordo Valor me resulta un filántropo al lado de quienes lucran abusivamente con la necesidad popular de vivienda.
¿Qué salida posible hay a esta crisis en curso de la que todavía no conocemos si tocó fondo? Si la reacción -en principio desesperada y confusa, producto de la impotencia- de hinchas y socios y socias se transforma en mayor participación, si se logra conquistar un mayor nivel de control sobre las decisiones de la comisión directiva (la presente y la futura) y para el resguardo del patrimonio de Independiente, si se abre una posibilidad de que se reforme el estatuto del club para poder tener mecanismos realmente democráticos (¿Por qué un club que es una asociación civil sin fines de lucro, al menos en lo formal, debe depender de decisiones judiciales de tribunales que se mueven en función de intereses políticos de acuerdo a cómo sople el viento?), en definitiva, si los cambios empiezan a ser impuestos desde abajo, posiblemente se comience a enderezar el rumbo.