Ildefonso Guajardo hace declaraciones indignantes, “los pobres no comen gasolina, comen tortilla y pollo”, con las que intenta justificar la entrega de los recursos petroleros a las grandes empresas privadas, tras un cuestionamiento en el senado.
Sábado 13 de octubre de 2018
¿Los pobres no comen gasolina? No, comen tortilla y pollo y frijoles, brillante descubrimiento del secretario de economía Ildefonso Guajardo, quien hizo estas declaraciones ante el senado después de haber sido cuestionado por los gasolinazos de este sexenio. Por cierto, con la creciente inflación favorecida por su administración, los pobres comen cada vez, menos pollo, menos frijoles y tortillas.
Y es que olvidó un pequeño e insignificante detalle, el alza a las gasolinas no sólo afecta a los que poseen automóvil, afecta al conjunto de la población por el simple hecho de que los artículos de consumo básico son transportados en vehículos que utilizan gasolina.
El secretario de energía debe creer que el pan, la masa para hacer maíz, los frijoles y el pollo aparecen en las tiendas por arte de magia y no porque esas mercancías sean parte de un proceso productivo que incluye la distribución de las mismas, y que si sube la gasolina, el resultado natural es la inflación. Sólo le faltó decir, al igual que su jefe Peña Nieto, que él no era la señora de la casa para estar verificando el precio de las tortillas o el huevo -aunque hacer ese seguimiento sí es parte de la oficina que encabeza-, en realidad traba de ocultar que las cifras que presentó no corresponden con el nivel de vida de la población.
Esta indignante declaración es producto de las mentiras sobre la Reforma Energética, ya que a principios de 2017, Peña Nieto declaró que con esta reforma el precio de las gasolinas iba a disminuir, sin embargo resultó una mentira más, y para finales del año antes mencionado, se dieron más gasolinazos.
La cuestión principal es que la apertura del sector petrolero a los grandes concesionarios nacionales y extranjeros no era para dar mayores beneficios a la clase trabajadora, ni a quienes dejan su vida en el trabajo para dar de comer a sus familias, sino para que los dueños de esas empresas privadas se beneficiaran de la renta petrolera. De ahí que Guajardo no encuentre justificación posible para defender la susodicha reforma, cuyos efectos salen a relucir ahora y dejan ver las mentiras del gobierno priísta.
Un buen ejemplo, es que al momento de aprobar estas medidas los partidos del Pacto por México (PRI-PAN-PRD) alegaban que ya no había petróleo de fácil acceso, y que lo que quedaba del hidrocarburo se encontraba en aguas profundas de difícil alcance, por lo que era necesaria la intervención de los grandes monopolios petroleros para poder extraerlo. Sin embargo una vez aprobada la Reforma Energética, comenzaron aparecer pozos en aguas de mediana profundidad, muchos de ellos aprovechados por petroleras, italianas, holandesas y gringas. Incluso hasta hace unos días aparecieron siete más.
Ahora, a toro pasado, el gobierno actual ya no necesita apelar a esa propaganda que en un principio enarboló como la única salida. Pero en los últimos tramites de su gobierno se les ocurre contestar con insolencias, total, unos se irán a Miami, otros a Europa y que le cuesta una agravio más, como agregar una manchita más a la piel del tigre. ¿no?
Ese desprecio que tienen por los millones de precarizados por sus planes de gobierno se refleja perfectamente en esa frase indignante: los pobres no comen gasolina, aparte de que su mentalidad grandes ejecutivos de la patronal le niega tajantemente a los pobres el derecho a comprarse una carcachita, habría que preguntarse, ¿y por qué esa gente es pobre? ¿qué acaso no habían prometido que con las reformas estructurales la pobreza iba a disminuir? Terribles mentiras para justificar la expoliación y la profunda subordinación de nuestro país al imperialismo.