La facultad presidencial del indulto, que supuestamente es un intento de revertir algunos de los posibles casos en que el sistema de Justicia se hubiera equivocado, ha sido aún más envilecido por Trump con tal de sacar ganancias de ello.
Raúl Dosta @raul_dosta
Martes 19 de enero de 2021 11:36
Falta un día para que Donald Trump abandone la Casa Blanca y le quedan pocas cosas para hacer antes de mudarse a Florida. Mientras solicita una “partida discreta" propia de un megalómano como él ─quiere que se den 21 cañonazos, como a un gran dignatario─ los medios de comunicación se preguntan acerca de su último trámite presidencial. Se trata de algo muy esperado porque se rumorea que establecerá un récord sin precedentes en indultos a amigos y conocidos. Incluso existe la posibilidad de indultarse a sí mismo por anticipado.
Lo que se conoce es que desde el domingo se encerró con sus principales colaboradores, de los que aún le quedan, encabezados por su hija Ivanka y su yerno Jared Kushner. El objetivo es la elaboración de una lista de personas a quienes se les otorgará el indulto. Llama mucho la atención este tema porque al parecer la prioridad de Trump será indultar, de manera preventiva, a sus colaboradores más cercanos. Se especula que además de sus hijos, Eric, Donald jr., Ivanka y su yerno Jared, Stephen Bannon y su abogado personal Rudy Giulani, serían favorecidos y, como lo ha sugerido, quizás se atreva a beneficiarse así mismo.¿Por qué indultar a estos dos últimos?
Dos tipos de cuidado
Stephen Bannon, es un político supremacista blanco relacionado con movimientos de ultraderecha europeos como el Frente Nacional francés, la Liga del Norte italiana y Vox en el estado español, entre muchas otras. También es exvicepresidente de Cambridge Analytica, especializada en la extracción de información de los usuarios de redes de internet y expresidente del medio digital derechista Breibart News.
Trump lo llevó a su gobierno como consejero presidencial y lo integró al Consejo de Seguridad Nacional. Cuando los enfrentamientos de Charlottesville, a raíz del evento “Unite the Right”, Trump siguió la línea de Bannon de diluir la responsabilidad de los supremacistas de la muerte de un manifestante de izquierda y 19 heridos, con la frase de “la culpa es de muchos lados”, lo que le generó una enorme presión de diferentes organizaciones políticas hasta que finalmente lo "renunció". Salió de la Casa Blanca, para asesorar a Jair Bolsonaro en Brasil, a Matteo Salvini en Italia y al partido Vox español.
Pero en agosto pasado fue apresado y acusado de fraude y lavado de dinero, al organizar una campaña de recaudación on line llamada “We build the wall” (Construimos el muro). Se recolectaron 25 millones, pero se descubrió que Bannon desvió mas de un millón a sus bolsillos. Está en libertad restringida de movimientos, tras pagar 5 millones de fianza. Aunque están públicamente enemistados puede prevalecer el hecho de que Trump y Bannon son correligionarios políticos y que sus caminos se unirán nuevamente en los días por venir. Además, con la ayuda de unos buenos fajos de dólares de por medio, quién no querrá ayudarle a su viejo amigo a salir de ésta.
Rudolph Giuliani. El otro perdón preventivo que Trump estaría estudiando sería el de Rudy Giuliani, otrora prestigiado fiscal federal y exalcalde de Nueva York, quien desde 2018 se ha convertido en su más fiel abogado y que ha estado defendiendo en las últimas semanas sus acusaciones infundadas de fraude electoral. Además de ser uno de los principales orquestadores de la campaña pro fraude a base de una serie de mentiras y agitación popular que terminó al final en la irrupción de supremacistas en el Capitolio.
Giulani ha sido investigado por la misma fiscalía federal que él dirigía en los 80’s por el trabajo sucio realizado por él en el asunto de extorsión política sobre Ucrania que tenía como objetivo golpear al ahora presidente electo Biden y que le valió a Trump el primero de sus dos juicios políticos. Tanto por lo hecho en Ucrania como por la campaña post electoral, Giuliani podría ser acusado en el gobierno de Biden, lo cual podría implicar al presidente saliente, por lo que habría que tratar de protegerlo preventivamente con un indulto.
La perversión de los de arriba
De acuerdo con The New York Times: "Los académicos y algunos abogados de indultos se estremecen ante la perspectiva de tales movimientos, así como el espectro de los amigos y aliados de Trump que se ofrecen a buscar indultos para otros, a cambio de efectivo".
Y continúa: "’Este tipo de tráfico de influencias fuera de las normas, un sistema de privilegios especiales, niega la consideración a los cientos de personas comunes que se han alineado obedientemente como lo requieren las reglas del Departamento de Justicia, y es una violación básica del esfuerzo de larga data para hacer que este proceso al menos parezca justo’, dijo Margaret Love, quien dirigió el proceso de indulto del Departamento de Justicia desde 1990 hasta 1997 como fiscal de indultos de Estados Unidos".
Es de entender que detrás de los fines “justicieros” de otorgar el indulto, o la conmutación de pena, por parte del presidente, esta facultad fue diseñada más con la idea de subsanar la necesidad política de salvar a funcionarios y empresarios afines y amigos caídos en desgracia.
Es el caso de Bill Clinton, quien fue cuestionado porque algunos de los 170 indultos y conmutaciones otorgados por él, como dice el NYT “fueron para personas que pagaron sumas de seis cifras a sus familiares y amigos”; aunque el resto, la gran mayoría, “recompensaba principalmente a las personas que habían pasado por un proceso de revisión intensivo del Departamento de Justicia destinado a identificar y examinar a los destinatarios más merecedores de entre miles de solicitudes de clemencia.”
Antes de irse de la Casa Blanca, Barack Obama otorgó 330 conmutaciones de pena a un grupo de infractores calificados como no violentos encarcelados por consumo de drogas; con ellos acumuló un total de 1,715 personas beneficiadas durante sus dos mandatos.
Pero Trump no recurrió a este proceso de selección a través del departamento de Justicia. Su criterio de selección es meramente monetario, para delincuentes de alta capacidad de pago, vale decir. Por eso se espera como un abuso escandaloso de la ley que Trump emita, como ha externado a sus colaboradores, un centenar de indultos cuyos beneficiarios serían elegidos no por ser víctimas de algún exceso judicial o algún caso controvertido que apunte a revocar el fallo penal, sino porque tienen el suficiente dinero para comprar el indulto.
Hay que aclarar que la ley impide al presidente recibir dinero a cambio de los indultos firmados, pero para eso están su yerno Jared y otros personajes que sí pueden cobrar a los beneficiarios actuando como cabilderos registrados, gente que puede hacer las recomendaciones a Trump. Después vendrán los “moches” acordados discretamente con el aún jerarca imperialista.
Los cabilderos de Donald Trump
De entre los cabilderos que conforman el entramado de los indultos se han detectado algunos de ellos, cuyas andanzas ha retratado el NYT:
Brett Tolman. Es un ex fiscal de Estados Unidos en Utah designado por el presidente George W. Bush. Fue uno de los principales defensores de la legislación que revisó las leyes de imposición de sentencias, abriendo la posibilidad de revisión y reducción de sentencias, impulsada por Kushner y Trump.
Presume de haber impulsado el indulto de Charles Kushner, consuegro de Trump, que al igual que éste es un rico promotor inmobiliario. Documentó que recibió 20,000 dólares para promover el indulto de Dina Wein Reis, encarcelada por fraude electrónico. También recibió 22,500 dólares por el indulto de Ross Ulbritch, fundador de Silk Road, empresa dedicada a vender narcóticos por internet, por lo que tenía cadena perpetua.
Tim Hutchinson, exsenador republicano de 1993 a 2003. Le ha pagado a Tolman al menos 10,000 dólares para presionar a la Casa Blanca y al Congreso por un perdón para su hijo Jeremy Hutchinson, un exlegislador del estado de Arkansas que se declaró culpable en 2019 de aceptar sobornos y fraude fiscal.
Matt Schlapp. Cercano a Trump y asignado por éste a la Biblioteca del Congreso, busca el indulto del donante republicano, Parker Petit, declarado culpable de fraude de valores en noviembre.
John Dowd. Ex abogado de Trump que renunció al comenzar la investigación sobre la intervención rusa en las elecciones del 2016, se promociona como su amigo y ofrece cabildeos pro indulto, ha recibido, según el NYT, decenas de miles de dólares por parte de William T. Walters, dedicado a las apuestas deportivas en Las Vegas, quien es investigado por fiscales de Nueva York y por el FBI. Tal vez aparezca en la lista de Trump.
Karen Giorno. Fue consejera de campaña de Trump, lo cual le permitió conocer al círculo cercano del presidente. A ella se le acercó John Kiriaku, un ex oficial de la CIA, quien se declaró culpable de revelar ilegalmente el nombre de otro agente, quien torturó a un detenido provocándole ahogamientos intermitentes con paños mojados (le llaman submarinos).
Con la pena cumplida, busca el perdón para así poder portar armas y recibir una pensión que le daría unos 700,000 mil dólares. La señora Giorno firmó con él un contrato por 50,000 dólares en efectivo y un bono adicional por la misma cantidad al ser recibido el perdón.
El inesperado Giuliani. Entonces apareció Rudolph Giuliani en el camino de Kuriaki, se reunió con él y su equipo de asociados. Giuliani vuela alto, le dijo a sus asociados que le pidieran nada más y nada menos que ¡dos millones de dólares! Obvio, no hubo trato, y si lo hubiere habido, al hacerse público, Giuliani se hubiera metido en un lío gordo y necesitado del indulto, pero para él mismo, pues no tiene registro de cabildero.
Conociendo estos ejemplos podemos tener una idea de lo atareados que están los Trump-Kushner y funcionarios cercanos y de las jugosas ganancias que se repartirán con el centenar de indultos esperados, eso sin contar los 26 indultos y conmutaciones de pena que realizó bajo su mandato; entre los que destacan los otorgados a:
- Funcionarios envueltos en las investigaciones del “Rusia Gate” (Roger Stone, Michael Flynn y Paul Manafort, su exjefe de campaña en 2016).
- El exgobernador de Illinois que puso en venta un escaño del senado (Rod Blagojevic).
- El jefe de la migra en Arizona cazador y torturador de inmigrantes (Joe Arpaio).
- Siete militares homicidas en Irak y Afganistán (3 oficiales del ejército y 4 de las milicias privadas de Blackwater).
- El ex congresista republicano y su esposa quienes, cada uno por su cuenta usaron para fines personales más de 200,000 dólares de fondos de campaña (Duncan y Margaret Hunter).
- El padre de Jared Kushner, evasor fiscal, (Charles Kushner).
Todos ellos son una pequeña muestra de las excrecencias de los de arriba, funcionarios y capitalistas, y de la barbarie militar.
La justicia y la administración del Estado en manos de Trump, como presidente de EE.UU., siempre ha estado en la búsqueda de beneficios para sus bolsillos. Un personaje al que no le gusta la globalización neoliberal a menos que se trate de sus propias inversiones, para las que no le importa usar su puesto presidencial y así conseguir ventajosos proyectos inmobiliarios sea en Rusia, Uzbekistán, Reino Unido, etc. Incluso con quien tiene una gran “enemistad” inter-estatal, como China donde también tiene propiedades. Poderoso caballero es don dinero.
Con información de The New York Times, Vox, y CNN