Como nunca había sucedido en la planta central de SGS en Pudahuel y sin todavía estar en huelga legal, las y los trabajadores realizaron un paro de 30 minutos y realizaron una marcha dentro de la fábrica. Ya en Puerto Varas venían haciendo acciones similares. Este proceso de negociación colectiva tiene algunos rasgos que lo hacen parte de un proceso más amplio de recomposición sindical en Chile.
Domingo 24 de octubre de 2021
Casi dos meses de negociación colectiva llevan las y los trabajadores de la empresa SGS Chile. Se trata de una multinacional suiza que presta servicios de pruebas químicas y certificación a los principales sectores económicos del país, tales como la minería, industria forestal, del salmón, entre otras.
Durante las últimas semanas se han realizado una serie de acciones de movilización, demostrando el gran descontento que existe entre los trabajadores frente los bajos sueldos, los abusos y amedrentamientos por parte de la empresa. En la sede de Puerto Varas llevan más de 2 semanas realizando concentraciones y ruidazos en la puerta de la empresa, incluso previa a la votación de la huelga. En Santiago se realizaron “viandazos”, es decir, ruidazos en el casino a la hora de colación para mostrar la disposición de lucha.
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Este viernes las y los trabajadores dieron un paso más allá. Pese a que el jueves 14 de octubre la aplastante mayoría aprobó la huelga y rechazó la última oferta del empleador (con un rechazo del 98% de los votos válidamente emitidos), la empresa sigue jugando al goteo y al desgaste en el período de mediación obligatoria. Durante meses SGS ha ido respondiendo a las demandas del sindicato con pequeños aumentos a goteo, lo que es considerado como una burla, colmando la paciencia de las y los trabajadores.
Frente a esto, el viernes 23 de octubre la sede central de SGS, ubicada en pleno centro industrial de Pudahuel en Santiago, vivió una jornada inédita de movilización. Como nunca había sucedido en dicha planta y sin todavía estar en huelga legal, las y los trabajadores realizaron un paro de 30 minutos y realizaron una marcha dentro de la fábrica, metiendo ruido frente a las oficinas de la gerencia.
“No más mafias antisindicales”, “somos los que no pudieron amedrentar”, “no más amenazas”, “que sus valores y principios no sólo se vean lindos en el papel”, “SGS no cuida su recurso más importante”, “SGS, empresa líder en inspección, verificación, certificación… y prácticas antisindicales”. Eran algunos de los carteles que recorrieron la planta. “Y cómo es la hueá, hay plata para multas y no pa negociar”, “unidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode, se jode”, fueron algunos de los gritos que se escucharon.
La movilización fue protagonizada mayoritariamente por trabajadores jóvenes, junto con trabajadoras que llevan años en la empresa y que alertan a los más nuevos del “modus operandi” que tiene la empresa para no caer en trampas y seguir hasta el final.
El lunes termina el período de mediación obligatoria y si no hay una respuesta favorable a la última oferta que realizó el sindicato a la empresa, el martes comenzaría la huelga. La acción demostró que los trabajadores no se conformarán con migajas y que están dispuestos a ir hasta el final para conseguir las demandas que han sido postergadas durante años.
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Un nuevo tipo de sindicalismo comienza a abrirse paso en SGS
El Sindicato Inter-empresa Obreros Metalurgistas Unidos (OMU) vivió un proceso de extensión y crecimiento durante este año, sobre todo entre las y los trabajadores de SGS Chile de Santiago y Puerto Varas. Esto se realizó en protesta y repudio al sindicato de la burocracia sindical. Un sindicato que lleva años, cuyos dirigentes no sólo no escuchan a sus bases, sino que menosprecian las iniciativas de los trabajadores y atornillan a favor de la empresa.
Cansados de “mafias sindicales”, cientos de trabajadores se afiliaron al nuevo sindicato. Sin embargo, la empresa no esperó ni un par de semanas para buscar amedrentar a los trabajadores, amenazando con despidos, incentivando la creación de un “grupo negociador” para debilitar al sindicato, diciendo que el sindicato era conflictivo, revolucionario, huelguista y que quería destruir la empresa.
Frente a esto, la decisión del sindicato fue fortalecer la democracia directa desde las bases: las y los trabajadores de cada área de las distintas plantas eligieron delegados y dicho “cuerpo de delegados” empezó a actuar como dirección efectiva del sindicato. Todo se discute y resuelve en esa instancia compuesta por casi una veintena de dirigentes y delegados, cuya mayoría son mujeres y muchos de ellos inmigrantes.
Las principales decisiones se toman en la asamblea, se realizan consultas y encuestas permanentes a las bases, lo que permitió preparar un proyecto de contrato colectivo que recoge las necesidades más sentidas por la mayoría. Es decir, se busca desarrollar una política clara contra la burocracia sindical y de democracia directa de la clase trabajadora.
A su vez, desde el primer momento se buscó realizar acciones de movilización, desafiando las restricciones de una legislación laboral cuyos pilares son los que José Piñera estableció en plena dictadura militar. Lo que buscan los grandes empresarios es que los sindicatos se transformen en instituciones cada vez más apegadas a las restricciones que les imponen y que sólo jueguen en el terreno de las maniobras legales. Buscan que la verdadera fuerza que tiene la clase trabajadora en la economía y su fuerza de movilización, quede entrampada en una legalidad que nunca la ha favorecido.
Por eso, la búsqueda de un carácter combativo ha sido parte de la organización, lo que ha permitido que trabajadores que han participado en movilizaciones tan importantes como el “estallido social”, vean al sindicato como algo cercano y no como una de esas típicas instituciones de los viejos poderes del régimen repudiados por miles, como es el Congreso, el presidente, la burocracia sindical, etc.
Así también, el buscar la “independencia de clase” ha sido uno de los esfuerzos de la organización. Es decir, buscar confiar en las propias fuerzas de la clase trabajadora; que sólo luchando se obtendrá lo que durante años la empresa ha negado; no confiar en que la buena voluntad de los jefes solucionará los problemas (como ha queda demostrado durante estos años y también estos meses de negociación). Y por lo tanto, que las alianzas que hay que buscar es con otros sindicatos. Que hay que apuntar a la unidad de las y los trabajadores y no las divisiones.
Estas características que ha tenido la lucha en SGS, superan una negociación colectiva normal y promedio. Son parte de un fenómeno más amplio que se ve a nivel nacional, que es la recomposición inicial de la clase trabajadora, que muestra un nuevo rostro.
Se trata de un fenómeno de recomposición importante, de organización, de nuevos sectores y generaciones que empiezan a luchar. En todo el país hemos visto, aisladas y dispersas, huelgas y paros de profesores como vimos esta semana contra el veto de Piñera con decenas de miles a nivel nacional en las calles; las y los trabajadores de la salud que están denunciando los despidos y en algunos lugares se están movilizando y llaman a enfrentar esta situación (como ya lo habían hecho las y los trabajadores del Barros Luco, y hoy lo hacen en el Sótero del Rio). También lo hemos visto en trabajadores de “primera línea” de la salud como la combativa huelga del Sindicato Siglo XXI en el hospital de Antofagasta. Las y los trabajadores de Mantos de la Luna y Albemarle en la región de Antofagasta; trabajadores de la Corporación Municipal de Puente Alto, los portuarios de Quinteros; las y los trabajadores del comercio como en Tottus que tuvieron una dura huelga y ahora en sectores del comercio se han movilizado por la reducción de su jornada laboral.
La lucha de los trabajadores de SGS Chile sigue y se encuentra en momentos cruciales. Por esto, se requiere la más amplia solidaridad. ¡Por el triunfo de todas sus demandas!