Mientras en el inicio del debate sobre la regulación del uso de la marihuana el uso medicinal cobra legitimidad, diferente destino parece tener su uso lúdico y mucho más la discusión sobre otras drogas.
Lucía Rodríguez México D.F.
Sábado 30 de enero de 2016
El pasado martes 26 de enero, en la ciudad de Cancún, Quintana Roo, se dio inicio al debate convocado por el gobierno federal para la discusión sobre la regulación del uso de la marihuana. El foro llamado “Audiencias Públicas para las Alternativas de Regulación de la Marihuana”, fue inaugurado por el titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), Miguel Ángel Osorio Chong. Además contó con la presencia del gobernador del estado, Roberto Borge y académicos, “expertos” investigadores y estudiantes. Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas de Estados Unidos, fue quien ofreció la conferencia magistral en este primer punto del debate.
La convocatoria a este foro responde a la agudización del debate, social y político, sobre la posible despenalización del uso de la marihuana. Después de que en noviembre del año pasado, el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) fuera a favor de amparar a cuatro personas para que les sea permitido usar (producir y consumir) marihuana con fines recreativos.
El centro del debate fue sobre el uso medicinal de la sustancia y sus derivados, sobre lo cual el titular de la SEGOB, marco como el punto de acuerdo al decir que el gobierno de Peña Nieto tiene “apertura” para modificar su uso terapéutico.
Con referente al tema, Antonio L. Mazzitelli, representante de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) en México, sostuvo sobre la marihuana que “todo uso de productos farmacéuticos a base de marihuana está permitido por las convenciones internacionales’’. Afirmó además, que la Organización de las Naciones Unidas, desde hace 15 años promueve el uso de morfina para los pacientes con enfermedades terminales, pues en “dos terceras partes del mundo” no se usa en cantidades suficientes para garantizar una “muerte digna”.
Hasta este momento, la legalización de la marihuana con fines terapéuticos parece ser un consenso aún entre los sectores más renuentes del régimen político, panorama opuesto a las declaraciones realizada por Peña Nieto, en diciembre quien explicaba la prohibición del consumo de la marihuana por la ley de salud y agregaba su postura personal desaprobatoria frente al cambio de su regulación.
Una máscara como solución
Sin embargo, el debate sobre el uso lúdico de la marihuana genera mucho mayor controversia. El modelo prohibicionista del uso de las drogas, incluyendo el cannabis, es la política impulsada por Estados Unidos que busca criminalizar tanto la producción como la venta y el consumo de cualquier sustancia que se considere como droga ilegal y ha sido utilizada para la intervención imperialista en diferentes países, incluyendo México, con el supuesto argumento de garantizar la seguridad de la población.
Desde 2006 el modelo prohibicionista justificó el despliegue militar para el combate al narcotráfico, situación que agudizó la violencia y ha causado cerca de 200 mil muertos en el territorio nacional, además de múltiples desapariciones, desplazamientos forzados y diversas violaciones a derechos humanos.
En cambio, el modelo criminalizador ha causado un aumento impresionante de las personas presas por posesión de marihuana. Según datos del sistema penitenciario, de los presos federales por posesión la cifra pasó del 10 por ciento en diciembre de 2006 al 35 por ciento actualmente. Esto se debe a que las multas por posesión de más de la cantidad permitida van de los 435 mil pesos a los 876 mil
Ante este hecho muchas de las propuestas se tornan en aumentar la tabla de permeabilidad en la cantidad que se puede portar de marihuana que hoy es de 5 gramos y pasarla a 28 gramos. Sin embargo, esta postura es conciliadora con el modelo prohibicionista y no cuestiona el derecho elemental de las personas a decidir sobre su cuerpo, además de que no contempla la discusión sobre ninguna otra droga.
La salida posible que se plantea desde algunos sectores del régimen es una apertura moderada, aprobando -por ejemplo- la legalización de la marihuana con fines medicinales o inclusive recreativos pero no discute de raíz la política imperante ni su relación con la expansión del narcotráfico y la violencia, como consecuencia de la política prohibicionista de las drogas que ha convertido su producción, tránsito y venta en un negocio con extraordinarias ganancias, las cuales se insertan después, mediante el lavado de dinero, en la economía legal y cuenta con la asociación de diversos niveles de gobierno.
La lucha frente a la política de drogas debe pelear por la legalización absoluta de todas ellas, como derecho elemental de tener control sobre nuestro cuerpo, sin embargo, esto sólo puede conseguirse con la movilización independiente en las calles y una lucha radical contra el régimen político del PRI, el PAN y el PRD que avalan la militarización del país.