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Red Internacional
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Columna De Opinión. Instituto Nacional, machismo institucional

Este martes alumnas del Liceo Carmela Carvajal y del Liceo Javiera Carrera se tomaron las dependencias del Instituto Nacional. La simbólica toma dejó controversias y reflexiones para abordar la violencia machista.

Ιωαχειν

Ιωαχειν Santiago de Chile

Miércoles 16 de mayo de 2018

Nunca he sido uno de esos institutanos orgullosos de haber portado la bicentenaria insignia emblema de los valores repúblicanos. Tampoco he sido de quienes reniegan y odian todo cuanto proviene del establecimiento. La vida me ha mostrado a valorar concretamente las experiencias en su justa medida y a poner los acentos y los puntos donde tienen que estar.

Recuerdo en mi primer año en la facultad de derecho de la chile haber visto con distancia y haber efectuado algún comentario sarcástico para desmarcarme la celebración que hacían en el patio los ex alumnos del instituto en el patio de la facultad para el aniversario del colegio, esa fue alguna de las cosas que el 2011 borró del mapa.

Recuerdo haber sido a esos 45 niños de entre 12 y 13 años , asustados ante la inmensidad de ser solamente "un número más entre los 4 mil" , frase que los profesores remarcaban para arrebatarnos todo atisbo de sensibilidad , pero a la par no dejaban de señalarnos que eramos "los elegidos", los que habiamos optado por la disciplina y el deber, los que nos habíamos ganado con nuestro esfuerzo el derecho de ser parte del selecto grupo de "hombres" en cuyos hombros estaba el destino de la nación entera. Lejano parecen los años 2004 y 2005, donde los profesores nos obligaban a cantar el himno y levantarnos con el saludo militar protocolar con que debía saludarse a las autoridades "saluden como hombres" nos hacían repetir más fuerte el saludo al profesor, el himno o el grito del colegio. Algunos profesores de dudosa calidad docente muchas veces en vez de concentrarse en los contenidos , utilizaban su clase para adoctrinarnos en los valores institutanos, como despreciar a los jovenes de las poblaciones que no habían logrado entrar al colegio,reirse de los más débiles y por su puesto menospreciar a las mujeres.

Asi era como niños de 12 años, sistemáticamente eran alentados por inspectores y profesores-autoridades a burlarse de los defectos ajenos , a cosificar a las profesoras , trabajadoras o apoderadas, alentando el derecho que como "hombres de la república teníamos sobre sus cuerpos, a hacerse el más bacan comentando sobre los "atributos de las mujeres" , a elegir buenas "esposas" y a tratar de maracas a las cabras que se paraban a fuera del colegio a "buscar marido" , a hablar de las profesoras mujeres como si fueran objetos sexuales,como cuando los inspectores nos preguntaban si nos pajeábamos pensando en las profesoras o si las encontrábamos ricas , a silbarles y acosar a las mujeres que entraban por casualidad al colegio. Ellas solo podían entrar como profesoras, auxiliares o como "pololas" , pero institutanas jamás, tal cosa alteraría los valores , la historia, la tradición y la excelencia académica. Tal era el sentido común mayoritario en mi época.

Recuerdo haber sido un niño retraído. No destacaba en el colegio ( me iba bastante mal), no tenía muchos amigos , me sentaba adelante para evitar relacionarme mucho con la gente, no gritaba fuerte, era malo en los deportes, nunca me agarre a combos ( solucionar los problemas como hombres como nos decían) usaba lentes, y hasta dejaba que los profesores me huebiaran buscando pasar piola, me ponía nervioso cuando me preguntaban " a que mina encontraba rica" , me quedaba callado, o decía respuestas evasivas para evitar que siguieran insistiendome, tengo grabado en fuego "los hombres no lloran" y desde entonces que prácticamente no he llorado. Tampoco es que era un paladín del feminismo, tal cosa no existía (ya la figura del paladín se asemeja al héroe romántico) en ese entonces, más allá de mi conocimiento histórico de esa lucha de las mujeres la que conocía por la única materia que me gustaba que era historia. Quizás la sensibilidad de haber sido gay reprimido por tanto tiempo me permitió sortear esos años, o tal vez el privilegio de haber sido criado entre casi puras mujeres profesionales y dirigentas políticas me permitía razonar que las mujeres no eran objetos , tal vez el miedo a ser descubierto y a sufrir la violencia, la marginación que se sentía en ese entonces contra la diversidad en el colegio. Recuerdo a la orientadora paseandose por los cursos preguntando quienes eran gays o si conocíamos gays, los que se anotaban en una lista y el colegio mantenía en constante observación, incluso una vez se formó un curso de gays, quizás para evitar que contagiaran al resto del colegio.

Pero también viví el 2006 , vi a los primeros niños besandose abiertamente en el colegio , ya no en esas excursiones secretas a los rincones ocultos o en la montaña en los campamentos a los que íbamos de niños como curso en los que nos toqueteabamos con el miedo a ser descubiertos explorando nuestra sexualidad. Marginados en los extremos, en ese lugar solo se daba con mucha violencia la exploración sexual, siempre tapados, siempre callados, siempre expectantes de que no había ningún sentimiento "solo calentura", el origen de las "practicas machistas de la diversidad", de la insensibilidad deviene de estar relegados en los márgenes.
Vi a los primeros que se atrevían a andar de la mano, a hablar de sus pololos abiertamente, a desafiar a los profesores conservadores y al sentido común del colegio.

Viví con distancia el 2006, sin embargo sentí en toda su profundidad sus efectos. Vi como ya no era normal reprimir los deseos y los afectos, no era normal obedecer a la autoridad y a perderle el miedo a no cumplir las reglas del colegio.

En ese entonces los alumnos estaban en contra de acabar con la selección y la última movilización antes de eso había sido para evitar que el liceo nacional de maipu se llamara instituto nacional, porque ese había sólo uno.

Viví el 2008, las movilizaciones contra la LGE y para echar al rector del colegio, cuya administración había desfalcado los fondos del colegio y tenia sumida a la institución en una profunda crisis financiera , aprendí a sacar la voz, me volví contra mis inseguridades y si bien ya no podía llorar podía canalizar toda mi pasión y energía por tantos años contenida en ser un dirigente político, en cambiar el mundo de mierda en el que vivía y poder transformarlo. No conservé muchas relaciones de ese 3 y 4 medio humanista, pero recuerdo que nos apañabamos en las movilizaciones y nos íbamos a paro y a marchar a veces solos como curso, nos rebelábamos contra los inspectores y respetábamos las decisiones como no rendir las pruebas ( y nos peleábamos con los rompehuelgas) que teníamos delegados revocables y mandatados y creíamos en ese entonces en la democracia directa.

Recuerdo esa toma del 2008, en la que incluso realizamos un ensayo de autogestionar el colegio con clases, apoyada por profesores, funcionarios y apoderados. En esa toma conocí al amigo que , declaradamente gay, me ayudo a salir del oscuro lugar donde solo había estado encerrado en el miedo y aceptarme a quererme y a ser quién soy. Conocí a esos fletos que no temían en burlarse de esa orientadora que hacia las listas rosas de gay besándose delante de ella, o haciéndole comentarios provocativos a Belfor Aguayo ( profesor de matemáticas, pinochetista,insigne representante del machismo y el fascismo ) solamente por el placer de alarmarlo. Esa toma se gestó gracias a que junto a esas autoridades reaccionarias, había un sindicato de profesores que garantizaba que existiera consejos de curso y que se discutiera de política, que se movilizaba con nosotros, esas profesoras y profesores que nos iban a dejar cigarros a la toma, las que pese a que muchos eramos unas bestias machistas deformadas por toda la mierda que nos metían en la cabeza nunca renunciaron a hacernos leer, a educarnos, a sensibilizarnos por el mundo que nos rodeara, a que cuestionáramos la base de todo lo existente,fueron ellos y ellas el hilo de continuidad del 2006 cuando la rectoria había expulsado, suspendido, colocado condicional a la mayoría de quienes participaron del proceso, con la ayuda de la burocracia estudiantil, las famosas "listas negras" erradicando a la izquierda y a los estudiantes organizados del colegio. Así fue como las lecciones históricas se preservaron y tuvieron continuidad, con especial cariño recuerdo a mi profesora de artes visuales Maria Inés Alvarado en cuya clase consistía en hablar de los problemas del colegio, la política nacional y conspirar para levantar movilizaciones. Ese año conocí dirigentas y dirigentes de otros liceos, amplié mis horizontes y se sentaron en gran medida mis convicciones, aunque mi camino estratégico fue evolucionando con los años al calor de las lecciones que fui sacando más adelante. Muchas cosas cambiaron esos años, otras se mantuvieron iguales. Vino después el 2011, pero esa ya fue otra historia y yo ya había perdido contacto con el colegio.

El Instituto Nacional es el monumento a esa época donde las mujeres tenían prohibido estudiar, a esa educación elitista para algunos, a la meritocracia, al exitismo, a la idea de que no todos tienen derecho a acceder a la educación "de calidad", a los 13 presidentes representantes de la clase dominante educados en sus aulas, a esa república que sólo era para unos pocos.

Y ese monumento es el que se resquebraja cuando las mujeres, "las niñas que sólo iban al colegio a buscar marido" echan abajo sus puertas para hacer una asamblea en su interior y reciben el apoyo mayoritario de sus estudiantes, que el año pasado se pronunciaron a favor de un colegio mixto. Decían que sin la selección el colegio acabaría, que era injusto que la gente entrara por ser pobre y no por sus méritos. Decían que si las mujeres entraban, aún el año pasado con el recurso de protección que presento una niña a la que no la dejaron postular, se perdería su calidad, sus valores y su excelencia. Y tenían razón, por que precisamente el monumento a ese viejo mundo , sus valores, sus concepciones son las que se resquebrajan, sus cimientos son los que tambalean, y por entre las rendijas se observa un mundo nuevo que comienza a emerger, en las voces de quienes siempre han sido acalladas. Me hubiese gustado presenciar ese momento histórico.

Por que lo que más rescato de mi experiencia en el nacional es que me enseñó a ver la vida con optimismo, que pese a toda la mierda, a toda la reacción, a todo el intento por preservar los valores del viejo mundo, siempre hubo quienes resistieron y nos enseñaron a resistir, nos enseñaron a luchar y nos enseñaron a conquistar los espacios y demandas con su lucha y eso me enseño a valorar todas mis experiencias de vida, las buenas y las malas como parte del aprendizaje por conquistarme a mi mismo. Donde pese a todas las contradicciones personales podíamos superarlas de manera colectiva y unirnos en la lucha cuando buscaban dividirnos . Y con ese optimismo veo como el monumento a la educación sexista y segregadora comienza a caer siendo el principio del fin.

Y no tan lejos se ve ese momento en que esos cientos de niños y niñas que nacieron con una alita roja, tengan un pedazo de cielo rojo donde puedan volar. Donde la segregación, el machismo, la educación para pocos y todas las injusticias estructurales sean sólo un recuerdo conservado en el museo de las épocas prehistóricas de la humanidad. Porque la historia de la humanidad completa y no sólo de una parte de ella, comenzará cuando conquistemos esa libertad e igualdad plena ante la vida.


Ιωαχειν

Editor y columnista de la Izquierda Diario

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