Sea por enfermedad común, laboral o accidente, el deterioro de la salud se ha convertido en nicho de riquezas para los privados (mutuales, cajas de compensación, etc). A la vez es una catástrofe para las familias trabajadoras que muchas veces no perciben su sueldo en el plazo adecuado - a veces nunca- y llevan a la desesperación como este trabajador que cortó sus venas al no ver salidas a su trámite que, se supone, es un derecho.
Martes 18 de junio de 2019
Sea por enfermedad común, laboral o accidente, el deterioro de la salud se ha convertido en nicho de riquezas para los privados (mutuales, cajas de compensación, etc). A la vez es una catástrofe para las familias trabajadoras que muchas veces no perciben su sueldo en el plazo adecuado - a veces nunca- y llevan a la desesperación como este trabajador que cortó sus venas al no ver salidas a su trámite que, se supone, es un derecho.
"Subsidio" de Incapacidad Laboral
Si observamos, el "subsidio" por enfermedades comunes, es realmente cubierto por el mismo monto de cotización mensual que hacemos las y los trabajadores, es decir, se sacan del 7% que aportamos en Isapre o FONASA. En el caso de accidentes laborales, de trayecto o enfermedades profesionales, el financiamiento se realiza mediante las cotizaciones realizadas por el empleador a las entidades aseguradoras (mutualidades) a través de una cotización básica equivalente al 0,95% del sueldo imponible ¡6% de diferencia entre la empresa y el/la trabajador/a!
Además, aunque en extremo insuficiente, el empleador paga una cotización extraordinaria de 0,05%, y una cotización adicional diferenciada (igual al porcentaje de riesgo o tasa de siniestralidad) asignado a la empresa o institución donde se desempeña el o la trabajadora, que puede ir desde un 0 a 3.4%: que se reduce y llega a ser hasta inexistente según nivel de seguridad que desarrolle la empresa.
Expertos en el tema (Rodríguez y Tokman, 2001) advirtieron hace muchos años ya que bajo este modelo "no existen incentivos directos para que el empleador aplique medidas que busquen prevenir el uso intensivo de licencias médicas [por enfermedad común]. Por ejemplo, argumentan que los empleadores tienen el incentivo de declarar accidentes laborales y enfermedades profesionales como enfermedades comunes, debido a que existe un costo directo por siniestralidad en el trabajo que se traduce en una mayor tasa de cotización adicional".
Es así como los trabajadores desesperan en el COMPIN por el no pago de enfermedades que, no se reconocen como profesionales o accidentes laborales y que para FONASA (y tambien Isapres) vienen a ser un "hueso duro de roer" dada la sobrecarga de licencias y el costo que para este significa, cuyo resultado es un viaje interminable entre estas instituciones, plazos largos y deterioro de la economía de la familia trabajadora.
¿Cómo administra el Estado y las empresas nuestra salud en el trabajo?
El seguro de riesgo de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales es administrado por el Instituto de Previsión Social (IPS), en conjunto con servicios estatales de salud, y mutualidades; Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), Instituto de Seguridad del Trabajo (IST) y Mutual de Seguridad de la Cámara Chilena de la Construcción. Todo esto por fuera del Sistema Publico de Salud. Es otro mundo que como se ve está en su mayoría en manos de privados ¡incluyendo a la Cámara Chilena de la Construcción!, uno de los gremios empresariales mas poderosos del país.
Según informe de la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO) del 2018, en el perísodo 2013 - 2017, las enfermedades profesionales han aumentado, desde 5.167 a 8.942 casos. En el caso de las mujeres, el mayor porcentaje de enfermedades profesionales se da en “Servicios sociales y salud” (83,8%) y “Enseñanza” (83.3%). Por otra parte, para los hombres, la mayor cantidad de enfermedades laborales se registra en la rama de actividad económica de “Explotación de minas y canteras” (89.7%) y “Construcción” (88,9%).
Comisiones independientes de Salud y Seguridad, bajo control de los trabajadores
Como ha sucedido antes en la historia, el movimiento de trabajadores y trabajadoras (Obreros italianos y argentinos en los 70 y 80) reconoció y luchó porque "la salud no se delega, ni se vende", de esta forma, por medio de la investigación científica y la organización de base se crearon las comisiones de higiene y seguridad bajo control de los trabajadores: en las cuales cada unidad de producción logró establecer criterios para prevenir las enfermedades laborales y que no estuviera bajo ningún sistema de monetarización, sino un acceso universal, gratuito y de calidad para estas mismas; pues eran ellos , y lo seguimos siendo nosotros, quienes ponían sus vidas en riesgo por las enormes ganancias de los empresarios, en contraste con la precariedad de los sueldos, la salud mental y física y el escaso tiempo de ocio con que cuenta la clase trabajadora, ayer y hoy.
Desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios nos proponemos agrupar y organizar junto a las y los trabajadores la lucha por una jornada laboral de 30 horas y 5 días a la semana, así como el impulso de Comisiones de Salud y Seguridad en cada trabajo, para no delegar nuestra salud a las ganancias de administradoras parásitas (Isapres, mutuales, Cajas de Compensación, etc) y reducir el riesgo de enfermar que radica en la organización de la producción y ritmos de trabajo bajo el capitalismo.