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Red Internacional
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Tribuna Abierta. Interrogantes sobre la vacuna para coronavirus que Pfizer probará en el país

Se trata de una vacuna de ARN, distinta a las tradicionales, y cuyos efectos a nivel poblacional todavía son desconocidos. ¿Quiénes serán testeados y cuán informado será el consentimiento? La importancia de la participación no solo especialistas sino también de diferentes actores y actrices de nuestra sociedad, incluyendo a sus trabajadores.

Matías Blaustein Dr. en Biología Investigador CONICET Docente UBA Coordinador del Grupo de Biología de Sistemas y Filosofía del Cáncer

Sábado 8 de agosto de 2020 20:47

En qué coincido y en qué no, en relación al material de divulgación sobre la vacuna de ARN que presenta El Gato y La Caja [1]. Siempre con respeto y con el ánimo de abrir el debate, no de cerrarlo [2].

Coincidencias:

1) Las vacunas generan respuesta inmune y defensa frente a patógenos.
2) Efectivamente, que en 45 personas la potencial vacuna de ARN haya generado anticuerpos no implica que funcione.
3) Esta vacuna no es como las anteriores, es distinta, está hecha de ARN -Ácido RiboNucleico, el material genético del coronavirus- que carga información capaz de ser traducida en proteínas en nuestras células, dado que las mismas utilizan el ARN como mensajero intermediario entre genes y proteínas.
4) Las vacunas de ARN son más fáciles de producir.
5) Faltan más pruebas.
6) Con las vacunas de ADN aparecen aún más dudas.

Divergencias:

1) El ARN tiene la capacidad de ser traducido a proteína no solo en células dendríticas sino en cualquier tipo de célula en que se incorpore, a menos que se incorporen elementos que den una especificidad absoluta por tales células, cosa que hasta el momento no se ha comprobado fehacientemente.

2) Más importante, se afirma que "en general son muy seguras" pero luego en un comentario se agrega que "en la teoría, debería ser re segura y específica".

No tenemos evidencia concreta aún y existieron un número de terapias que en la teoría y en base a la información preexistente podían funcionar pero luego resultaron perjudiciales (algunas pruebas de terapia génica, la liberación de ciertos organismos genéticamente modificados para combatir al vector del dengue, o el uso de fármacos como la talidomida, por ejemplo).

Lo cierto es que para asegurar que son muy seguras deberíamos tener evidencia concreta, en primer lugar, de que en cientos de miles de personas, las vacunas de ARN no han generado efectos secundarios ni a corto ni a largo plazo per sé. Eso no se sabe porque, dado que ninguna de estas vacunas se ha aprobado antes para uso masivo, solo disponemos de datos relacionados con unos pocos animales y personas y porque esos datos son en el corto plazo, no sabemos si en el largo plazo pueden generar algún efecto no intuitivo. Por otro lado, en algunas de las pocas personas testeadas con potenciales vacunas de ARN sí hubo efectos secundarios importantes, por ejemplo cambio en el nivel de linfocitos. ¿Eso es algo significativo? No lo sabemos aún como para afirmar que son seguras (como tampoco sería prudente afirmar que son inseguras).

En segundo lugar, no solo no sabemos aún si esta estrategia funciona generando inmunidad, sino, además, no sabemos si frente a una infección del virus no se genera algún tipo de respuesta inflamatoria o autoinmune que pueda producir incluso una peor evolución de la enfermedad que en ausencia del tratamiento. Eso no se sabe todavía y no se puede descartar, dado que existen antecedentes de este tipo de efecto paradójico, por ejemplo en el caso de la vacuna contra el dengue.

3) En un posteo en que solo se hace foco en la vacuna de ARN, se invisibiliza que hay muchas estrategias en danza y varias propuestas basadas en tecnología tradicional (virus inactivados, proteínas recombinantes) que sí se han mostrado más seguras, no en teoría sino en la realidad, al menos en relación a efectos secundarios per sé. Algunas de ellas se intentan desarrollar en nuestro país, incluso de manera pública.

4) Al no incorporar en el debate qué actores se encuentran detrás de la vacuna de ARN en la Argentina, la megacorporación Pfizer y la fundación Bill and Melinda Gates, se omite: a) que Pfizer no aseguró ninguna partida de vacunas para nuestro país, b) que en varios medios se publicó que Pfizer no proveerá vacuna al costo, lo cual sigue siendo controversial, c) que esta empresa ha recibido cantidad de denuncias por lucrar con otras vacunas (Influenza o gripe común), monopolizar su producción e impedir su desarrollo público o alternativo y que además también recibió juicios por la muerte de niñxs testeadxs en Nigeria, c) que Bill Gates hace años viene invirtiendo en desarrollar estas estrategias pero solo ahora encuentra la gran oportunidad de acelerar su aprobación rápida y masiva.

5) Al mencionar los testeos y la seguridad de la vacuna, se invisibiliza el debate acerca de quiénes serán testeados y con qué tipo de información contarán para decidir, cuán informado será su consentimiento, teniendo en cuenta todo lo antedicho y las presiones que reciben lxs trabajadorxs por parte de sus empleadores en varios sectores, en general, y en esta pandemia, en particular.

Todos estos elementos, entiendo son importantes para incorporar en la divulgación y la discusión y hacen a lo que debería ser un debate público y no una decisión llevada adelante por unos pocos funcionarios y empresas sobre qué tipo de terapia, desarrollada por qué agentes, para qué y para quiénes.

Sobre todo, debatir si la respuesta que corresponde frente a la pandemia y la crisis actual es o no un experimento biotecnológico de escala masiva (ciento o miles de millones de personas).

Tal debate debería involucrar también, no solo a expertxs de ciencias exactas, naturales y sociales sino también a diferentes actores y actrices de nuestra sociedad, incluyendo a sus trabajadorxs.


[2Reproducimos la publicación, originalmente posteada en la página de Facebook del autor