El programa conducido por Santiago del Moro viene llevando adelante, en sintonía con el Gobierno nacional, una campaña a favor de reinstalar en los medios y en la opinión pública la "teoría de los dos demonios".
Celeste Vazquez @celvazquez1
Jueves 16 de febrero de 2017
Son varios los funcionarios del gobierno nacional que desde la asunción de Cambiemos formulan declaraciones que cuestionan el terrorismo de Estado, los “30 mil” desaparecidos y utilizan términos mediante los cuales pretenden negar el genocidio de clase perpetrado por el Estado.
Para esto su operación básica es igualar el accionar del Estado, realizado no sólo a través de sus fuerzas armadas, sino también a través de bandas parapoliciales como la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) - que comenzó a operar en 1973 bajo las órdenes de José López Rega, ex ministro de Bienestar social durante los gobiernos de Héctor Cámpora, Juan Domingo Perón e Isabel Perón- con el accionar de las organizaciones políticas de la época.
Pero este relato no es nuevo. En 1983, en los inicios del nuevo régimen democrático, surge una explicación de la historia, denominada Teoría de los dos Demonios, que precisamente se asentaba en esta operación. Así se buscaba recomponer a las fuerzas armadas, desprestigiadas por rol interno en la dictadura militar y por haber perdido la guerra de Malvinas, y “reconciliarlas” con la población.
En los más de 30 años que pasaron, la incansable lucha de los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado, los organismos de Derechos Humanos, las organizaciones sociales y la izquierda lograron primero dar por tierra con esta nefasta visión, y luego la anulación de las leyes de impunidad (Obediencia de Vida, Punto Final) que permitió sentar en el banquillo de los acusados a algunos (no todos) de los responsables de este terrible genocidio y condenarlos por delitos de “lesa humanidad”.
La campaña de Cambiemos quiere revertir todo lo arrancado al Estado y sus instituciones (la Justicia, el Congreso) y para esto implementan un nuevo (viejo) relato, el de la Teoría de los dos Demonios, para legitimar un nuevo cambio cultural que avale sus planes neoliberales y de mano dura. No nos olvidemos que este año lo inauguraron con una campaña a favor de la baja de edad imputabilidad. Todo va en el mismo sentido.
Por el momento esta campaña se mantiene en el terreno del discurso. Y para que una campaña discursiva funcione, penetre en la sociedad y la opinión pública, hay dos cosas claves. Por un lado, que esa campaña se transforme en mediática, es decir que esté presente en los medios de comunicación y de manera recurrente y por otro lado, que quienes hablen ya no sean sólo los “políticos” o los “especialistas”, sino “la gente común”, “ los damnificados”, “las víctimas”. Ambos requisitos cumple “Intratables” a rajatabla.
Las claves discursivas de la campaña y sus voceros
Primero fue Darío Lopérfido, ex ministro de cultura de la Ciudad de Buenos Aires y ex director del Teatro Colón, quien dijo que “en Argentina no hubo 30 mil desaparecidos” y aregó que ese número “se arregló en una mesa cerrada” para “conseguir subsidios”.
Luego vinieron las declaraciones del propio Macri, quien llamó “guerra sucia” a la última dictadura militar y afirmó que “no tengo ni idea si fueron 9 mil o 30 mil los desaparecidos” y que la discusión por el número “no tenía sentido”.
Hace poco siguió Juan José Gómez Centurión, quien dijo que los desaparecidos habían sido “8 mil” y agregó que “no comparto que fue un plan genocida”, además de volver a utilizar la palabra “guerra”.
Últimamente, este tipo de dichos tienen a diario un espacio privilegiado en el programa “Intratables”, donde desfilan todo tipo de personajes, muchos siniestros, como es el caso del ex carapintada Aldo Rico.
Aldo Rico dijo que “los desaparecidos no llegan a 8 mil” y calificó de “ociosa” la discusión sobre la cantidad de los desaparecidos y expresó que “no comparte que la dictadura militar fue un plan genocida ”. Pero no se detuvo ahí y explicó que mediante el levantamiento carapintada de 1987 “le pidieron a Alfonsín una solución política definitiva al tema de las secuelas de la guerra contra la subversión”.
Las reiteradas menciones a la cantidad de desaparecidos no son azarosas. Son una de las claves de su campaña discursiva, porque es lo que les permite sustentar, por supuesto de una manera muy precaria y poco seria, su hipótesis de que no hubo genocidio.
El programa conducido por del Moro, con el objetivo “de escuchar todas las voces” se convirtió en el espacio donde concurren a “contar su verdad” los familiares de los miembros muertos de las fuerzas militares genocidas que, por supuesto coinciden con esta campaña reaccionaria , pero se atreven a más. Son los otros voceros.
Victoria Villarruel, abogada y presidente del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, es una de las invitadas estelares de dicho programa. Entre algunas de sus tantas declaraciones afirmó que en Argentina “se cuenta una sola historia”. Calificó a las organizaciones políticas como el Ejército Revolucionario del Pueblo ( ERP) y Montoneros como “organizaciones terroristas” y expresó que esas organizaciones fueron “las responsables de la comisión de mayor cantidad de víctimas del terrorismo en Argentina”. Si leyeron bien (o escucharon si lo vieron), más que el propio Estado.
También tuvo su espacio Silvia Ibarzabal, hija del teniente coronel Jorge Ibarzabal, secuestrado por el ERP y muerto en el marco de una persecución policial en 1974. Ante la pregunta de un periodista que quería saber qué opinión tenía de los miembros de la Junta Militar (Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti) explicó que “no podía decir que eran asesinos” y que su problema fue “no manejar bien el tema de los desaparecidos”, ya que se hicieron cargo del país en un momento “muy difícil”. Como si esto fuera poco atacó la lucha de los organismos de derechos humanos y los trató de extorsionadores, al decir que “presionan” al gobierno nacional, en referencia a las críticas que realizaron por el cambio del feriado del 24 de marzo.
Estos son solo algunos de sus dichos, seguramente queden muchos más o tan nefastos afuera de esta nota. Aunque sean solo una parte, sirven para ilustrar el contenido de esta campaña que, aunque del Moro lo niegue, hoy tiene en el programa que él conduce un espacio indiscutido.