Es mapuche y participa de la lucha de la Pu Lof de Cushamen. Hace ocho meses la torturaron y secuestraron durante horas tras una represión como la del 1° de agosto, donde se llevaron a Santiago Maldonado.
Daniel Satur @saturnetroc
Martes 5 de septiembre de 2017
Fotos Joaquín Díaz Reck
La desaparición forzada de Santiago Maldonado conmociona a Argentina y al mundo, tanto por lo brutal del hecho como por la reacción encubridora del Gobierno de Mauricio Macri, cerrando filas con la Gendarmería y con los funcionarios del Ministerio de Seguridad directamente implicados.
Pero sería un error creer que esa desaparición fue algo sorpresivo o excepcional. La persecución y criminalización de la población mapuche es sistemática desde hace años, tanto en Chubut como en Río Negro y Neuquén. Atentados, detenciones arbitrarias, procesamientos por delitos que no se cometieron, extorsión, torturas y hasta ejecuciones sumarias son política de Estado.
Desde jueces federales apoyados en la Gendarmería hasta intendentes como los de Esquel o El Bolsón, pasando por los gobernadores Das Neves y Weretilneck, todo el régimen político está abocado a debilitar y (si pudiera) aniquilar el proceso de recuperación territorial mapuche, encarnado en diferentes zonas por comunidades que exigen que se respeten sus derechos ancestrales por sobre el avasallamiento de terratenientes como Benetton, Lewis o Tinelli y multinacionales petroleras y mineras.
El antecedente
Los hechos del 31 de julio y el 1° de agosto no fueron más que un capítulo extremo de esa política oficial. Pero en el mes de enero hubo una represión muy similar a esta última, donde sólo por casualidad no murió, o directamente desapareció, nadie. Los actores fueron casi los mismos y los métodos represivos también.
Unos doscientos gendarmes se habían apostado en la Ruta 40 para, supuestamente, despejar las vías de La Trochita que atraviesa la Pu Lof en Resistencia de Cushamen. En ese hecho los uniformados se llevaron a tres jóvenes, heridos y procesados. Pero el saldo de la jornada sería de nueve personas detenidas. Las otras seis fueron “cazadas” en El Maitén, luego de una violenta persecución por la ruta desde la misma tranquera de la Pu Lof. Ivana Huenelaf fue una de esas seis personas.
En una plaza poco transitada de El Bolsón (aunque durante la entrevista pasarían con curiosidad varios efectivos de la Policía de Río Negro) Ivana le contó a La Izquierda Diario todo lo que padeció ese día junto a sus lamien (hermanas y hermanos). Una verdadera “caza de indios”, como le decían mientras le esposaban su muñeca quebrada los uniformados, algunos de los cuáles, patéticamente, también tienen ascendencia mapuche.
¿Qué pasó el 10 de enero?
Ya eran las 4 de la tarde y me tenía que volver a El Bolsón. Conseguí un lugar en una camioneta. Un hermano mapuche nos dijo que les habían secuestrado animales y salimos a buscarlos. Los encontramos en un camión Mercedes Benz, dentro de la estancia de Benetton. Les dijimos a los tres hombres que ocupaban el vehículo que devolvieran esos animales y ahí nomás comenzaron a dispararnos. Decidimos escapar de ahí pero empezaron a perseguirnos a los tiros por la ruta. Al rato se les sumó una camioneta Hilux blanca, que tiene una gran antena y es muy conocida en la zona.
¿Dispararon sin mediar ninguna advertencia?
¿Fueron alcanzados por las balas?
Ahí los detuvieron
¿Cómo fue que te fracturaron la mano?
¿Qué explicaciones daban ellos en ese momento?
Nos acusaban de abigeato, según ellos nosotros queríamos robar 360 animales. Y además nos acusaban de resistencia a la autoridad. De hecho vamos a ir a juicio por esos dos delitos. Pero esa causa tiene un montón de irregularidades y pruebas falsas. Nos plantaron bombas molotov, no nos hicieron el dermotest para comprobar que no disparamos ni un tiro, ellos saben que estamos hablando claro.
Torturas al borde de la muerte
Persecusión, tiros, emboscada y armado de causa. Así se “engordó” la lista de detenidos ese 10 de enero, sumando seis procesados a los tres que Gendarmería ya había apresado en la Pu Lof de Cushamen con la excusa de despejar La Trochita.
Pero para Ivana y sus hermanos la cosa no terminó ahí. Con la muñeca quebrada y con la confusión a cuestas, esta artesana de El Bolsón, especializada en panificación y en la cosecha de frutillas y frambuesas, estaría desaparecida durante horas y recibiría amenazas directas de muerte.
Era como que no existían ustedes ahí
Durante varias horas los mapuches apresados estuvimos todos desaparecidos. Hubo algunos hermanos no mapuches detenidos y a ellos los blanqueron, pero a nosotros no.
¿Cómo terminó ese día?
Ivana muestra su mano izquierda. A casi ocho meses de los hechos, aún le duele la muñeca y tiene problemas en un pulmón por las patadas que recibió. Pero al escuchar su relato aparecen también otros dolores.
¿Vos creés que la escalada represiva contra ustedes explica la desaparición de Santiago Maldonado?
¿Qué pensás de lo de Santiago?
Mi abuelo siempre decía que el tiempo habla por las personas. Yo creo que con todo esto de Santiago nuestra causa, nuestra lucha, está hablando. Lo que nos está pasando es lamentable, tanto por la familia de Santiago como por todos nosotros. Pero nosotros sabíamos que estas cosas iban a pasar.
Lucha ancestral
Ivana Huenelaf pertenece a la comunidad del Puel Mapu. Nació en la precordillera (en el departamento de Tehuelches, Chubut), se crió en Comodoro Rivadavia y hace doce años se afincó en El Bolsón, Río Negro. “Pero mi gente viene de Cushamen, allí a mis abuelos les quitaron las tierras”, aclara ante todo. Tiene seis hijos y es artesana en la feria regional de la ciudad. Con total naturalidad sintetiza los siglos de lucha de su pueblo.
¿Qué respondés a quienes dicen que los mapuches usurpan tierras que compraron magnates como Benetton o Lewis?
¿Y cómo es convivir cotidianamente con ese despojo de los capitalistas y sus fuerzas represivas?
¿A vos también te persiguen ahora en Chile?
Me obligaron a salir en doce horas, de forma casi clandestina, y me tuve que volver. No puedo volver a Chile por una causa que me plantaron.
¿Hay una coordinación entre lo dos Estados?
El tema es que para nosotros ir y volver de Chile es algo propio de nuestras necesidades. Necesitamos ir a ver a las machis. Pero a la gente del Pu Lof todo el tiempo los tienen en observación y suelen no dejarlos pasar.
En varios momentos de la entrevista a Ivana se le cayeron algunas lágrimas. Los recuerdos vivos de lo que pasó se potencian con un presente donde a cada paso se grita “aparición con vida de Santiago Maldonado” y “Libertad a Facundo Jones Huala”, el lonko de la comunidad con la que ella es solidaria en su proceso de recuperación territorial.
Sabe que la colonización ha llegado a niveles tan paradójicos que muchos de sus hermanos mapuches se transforman en servidores del enemigo. A ellos, a los gendarmes y policías que son mapuches, los invita con una asombrosa cordialidad a que “vuelvan”.
Y no ahorra palabras para quienes sin ser mapuches sienten esa lucha como propia. Como una de las tantas luchas de los explotados y oprimidos de esta tierra.
¿No van a bajar los brazos?
Equipo de investigación: Joaquín Díaz Reck, Alan Gerónimo y Daniel Satur
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).