Dos días y más de diez horas de bloqueo continuo en el eje 5 sur a consecuencia de la falta de agua en Iztapalapa, los vecinos afirman que pese al anuncio de “mantenimiento” en el sistema Cutzamala, la falta de agua no es novedad.
Jueves 4 de febrero de 2016
Iztapalapa, histórica por ser una de las colonias más pobladas del país, tiene a su vez una enorme problemática: la falta de agua. Pese a que el gobierno trata de matizar las protestas diciendo que son producto de las reparaciones en el sistema Cutzamala, lo cierto es que año con año miles de trabajadores y pobladores de Iztapalapa sufren la consecuencia de la nula importancia que se le ha dado a la problemática por las gestiones de personajes como Marcelo Ebrard o el propio Andrés Manuel López Obrador, que han pasado de largo frente a un tema que afecta principalmente a las miles de mujeres que cargan en sus hombros las tareas domésticas.
Así decenas de trabajadores, mujeres, niños y adultos de la tercera edad salieron a bloquear el eje 5 sur pidiendo agua. La respuesta nata del gobierno de Miguel Ángel Mancera y Dione Anguiano, delegada de Iztapalapa, fue la represión mediante el despliegue de decenas de granaderos.
Pese al despliegue intimidante, las familias que salieron a la calle se mantuvieron firmes hasta que llegaron “representantes” de la delegación. Su única oferta frente al reclamo fue la promesa de únicamente unas cuantas pipas que apenas alcanzaban para llenar unas pocas cubetas por familia.
Los reclamos no se hicieron esperar y pese a ser de madrugada se insistió en mínimamente respetar el acuerdo de traer pipas para lo cual, la delegación no hizo ningún esfuerzo por cumplir y los propios policías, por órdenes de los representantes de la delegación, secuestraron pipas particulares que pasaban por el eje para tratar de contener el descontento.
Decenas de trabajadores que sacrificando sus horas de descanso permanecían ahí y se mostraban asombrados de la egoísta propuesta de retirar el bloqueo a cambio de la promesa de traer pipas para la siguiente mañana antes de mediodía, a lo que respondían que la mayoría trabajaban más de once horas y no podrían sino llegar hasta la tarde.
Entre los reclamos más sonados de los pobladores estaba el de una señora de la tercera edad que reclamaba a los funcionarios que pese a vivir sola, llegaban recibos de agua de por lo menos setecientos pesos. Madres solteras explicaban que les sería imposible acarrear tambos de agua a sus casas, algunos más reclamaban que pese a que el corte de agua se había anunciado para el 28 de enero, había escuelas públicas que no tenían agua desde quince días antes, sin embargo las autoridades miraban indiferentes.
Al final, la única respuesta por parte de la delegación fue la promesa de traer pipas, el secuestro de pipas particulares por policías y una “mesa de trabajo” para atender los reclamos, programada para el próximo lunes 8 de febrero. Sin embargo, los pobladores han hecho una pequeña experiencia de organización que debe ser superada mediante el llamado a las centrales sindicales que han marchado por los derechos humanos y el salario digno, como la Unión Nacional de Trabajadores que, si se reclama democrática tendría que ponerse a la cabeza de exigir al régimen una solución de fondo en un problema histórico que afecta a miles de trabajadores.
Los partidos del régimen tratan de legitimarse mediante la promesa de “incluir” a los afectados mediante mesas de trabajo o un voto casi de fe para que el partido en campaña sí atienda un problema histórico. Frente a esto, el magisterio de la capital que también sufre este problema en sus centros de trabajo y que tiene contacto con miles de habitantes, tiene que ponerse a la cabeza de organizar y ser punta de lanza en la lucha por una cuestión tan elemental como tener agua en las casas de los trabajadores.