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Red Internacional
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Opinión. Jaldo y una “paz social” al servicio del ajuste

El gobernador tucumano reafirma su papel de aliado a la motosierra, acompañado por antiguos adversarios. Por qué no “estalla” y la necesidad de pelear por otra alternativa desde abajo.

Maximiliano Olivera @maxiolivera77

Domingo 10 de marzo 01:25

Jaldo junto a Guillermo Francos tras la reunión entre la Nación y los gobernadores. Fotografía: Santiago Filipuzzi.

Jaldo junto a Guillermo Francos tras la reunión entre la Nación y los gobernadores. Fotografía: Santiago Filipuzzi.

Osvaldo Jaldo finalizó la semana en Buenos Aires asistiendo a la primera ronda de reuniones entre el Gobierno nacional y los gobernadores. El tucumano llegó a la Casa Rosada con el reconocimiento de los trolls libertarios de ser el único de los mandatarios provinciales que “la ve”, una compensación a la definición de “traidor” que recibió tras su firme apoyo a Ley Ómnibus, que implicó la primera ruptura del bloque de Unión por la Patria en Diputados. Con la fe de los conversos, Jaldo celebra cada convocatoria “al diálogo”, sobreactuando entusiasmo por el pacto previo al “Pacto de Mayo” anunciado por Javier Milei en su discurso ante la asamblea legislativa. Los términos presidenciales fueron claros: aprueben primero la Ley Ómnibus como señal de buena voluntad y después veremos de firmar un pacto en mayo con mis condiciones. La misma oferta que Jaldo aceptó ya en enero. Un visionario.

Esta vez el entusiasmo de Jaldo fue ampliado por las cámaras del “centro”, en una conferencia de prensa franqueada por el ministro del Interior, Guillermo Francos. Allí, secundado por su par entrerriano Rogelio Frigerio, el gobernador reafirmó su fe en el dialoguismo aunque del encuentro que duró casi cuatro horas no haya salido nada en concreto y sin que el presidente siquiera haya pasado a saludar. Para ser más precisos, el gobierno habló de un paquete de alivio fiscal condicionado por la previa aprobación de una versión small de la alicaída Ley Ómnibus (de los 630 artículos originales, pasaría a 190). En la mesa de la negociación también está la posibilidad de restituir la cuarta categoría del “impuesto a las Ganancias” para aumentar la recaudación, un punto en el que ni siquiera hay consenso entre los gobernadores.

El llamado al “Pacto de Mayo” opera cómo una cobertura para reeditar la Ley Ómnibus, contemplando puntos similares como las contrarreformas en la laboral y previsional (aspirando a la vuelta de las AFJP), un mayor libertad para los grandes grupos empresarios como la desregulación del sector energético, privatizaciones y vía libre al extractivismo. Francos adelantó que hay consenso para estos puntos, incluyendo las declaraciones de emergencias y las facultades delegadas en en materia administrativa, económica, financiera y energética. Se trata del respaldo político que pidió el FMI en su última misión, buscando también un respaldo social. Hay que reconocer que el conjunto de los gobernadores tiende a “la rosca” en pos de los recursos sobre los que Milei fue avanzando. Un camino que siempre fue la primera opción para gobernadores que no entienden por qué Milei dinamita los puentes de la negociación y “no se deja ayudar” en el camino del ajuste. Aquí, Jaldo puede reclamarse como el pionero.

Viejos adversarios que parecen amigos

El cierre mediático de Jaldo en la Casa Rosada no debe opacar su principal movimiento de la semana. El martes recibió en la Casa de Gobierno a su antiguo contrincante Germán Alfaro y a su esposa, la senadora Beatriz Ávila, otrora referentes de Juntos por el Cambio. El ex intendente capitalino también descubrió las virtudes del dialoguismo y respaldó a Jaldo con un extraño halago: “Va por el mismo camino que habríamos elegido si Juntos por el Cambio llegaba al Gobierno”. Y aunque Alfaro no pudo responder si su Partido de la Justicia Social ahora era oficialista, lo más interesante estuvo en lo que dijo el gobernador sobre Ávila. “Vino a poner(se) a disposición también del Gobierno de la provincia para que podamos coordinar”, sostuvo.

Como hemos señalado, Jaldo intenta asegurarse un voto en la Cámara Alta para ofrendarlo a Milei ante tópicos claves como la aprobación del Mega DNU. Resulta que los otros dos senadores tucumanos, Juan Manzur y Sandra Mendoza, dieron indicios de oponerse al Mega DNU pero nada está dicho. Manzur no tiene diálogo con su sucesor mientras que Mendoza se encuentra en el medio. Todavía falta mucho para el Día de la Lealtad, por lo que la traición es una posibilidad certera.

Alfaro, Jaldo y Ávila en Casa de Gobierno. Fotografía: Juan Pablo Sánchez Noli.

Jaldo sabe que tributar apoyo político al ajuste de Milei es algo que por ahora es retribuido. Mientras ocurría la crisis por el cruce entre la Nación y Chubut por una deuda por un fondo fiduciario, Tucumán lograba una refinanciación de una deuda similar. El mismo día que Jaldo salió al cruce de Ignacio Torres, su par chubutense, la Nación le giró $2.000 millones como Aporte del Tesoro Nacional. Con estas pruebas de fe, su último viaje también tuvo la intención de conseguir que se retome el financiamiento de Nación o se destrabe el envío de fondos internacionales para una decena de obras en ejecución.

En la negociación del ajuste, Jaldo también encontró otro respaldo, tímido y “por izquierda”. El diputado Pablo Yedlin, uno de los que no se plegó al bloque armado por Jaldo, dio una entrevista en donde repartió halagos para el gran aliado de Milei. “Me parece que Osvaldo Jaldo viene gobernando muy bien la provincia”, “está llamado en este pacto de gobernadores a ser una de las voces importantes”, y una definición del Pacto de Mayo como una iniciativa “excelente”. El diputado de Unión por la Patria replicó la entrevista en sus redes sociales, para que quién quiera oir, oiga. Yedlin no es ajeno al planteo de Cristina Kirchner, que en su última carta pública habilitó la posibilidad de pactos parlamentarios y su voluntad de discutir las modalidades del ajuste fiscal y reformas en lo laboral.

Al haber incorporado en su gabinete a dirigentes del radicalismo y Libres del Sur, lograr un acercamiento con Alfaro y contener a los “rebeldes” como Yedlin, Jaldo da la impresión de un gobierno sin fisuras, blindado, pero todo tiene contexto. La arquitectura del poder jaldista se ató a la suerte de Milei y su motosierra, lo que eleva las tensiones al ritmo del ajuste. ¿Y si todo lo sólido se desvanece en el aire?

La “paz social” del ajuste

Ante cada cuestionamiento por su alineamiento con Milei, Jaldo suele responder con tres palabras: “garantizar la paz social”. Fue gran parte de su discurso en la Legislatura, poniendo como ejemplos el cierre de las paritarias estatales y el inicio de clases garantizado. Mirar con más atención implica ver que la “paz social” es para que la motosierra avance sin resistencia. Las paritarias estatales que Jaldo muestra como un logro en realidad se cerraron dejando al salario básico por debajo de la línea de pobreza. La provincia hace su parte del ajuste mientras la licuadora mileísta está encendida. De acuerdo al índice RIPTE, difundido por la Secretaría de Trabajo de la Nación, los salarios tuvieron en enero la mayor caída en 21 años. En los dos primeros meses del experimento libertariano, el poder adquisitivo se hundió 17,9%. En ese contexto hay que leer el 12% de aumento otorgado por Jaldo.

¿No hay plata? Depende de quién pregunte. En el boletín oficial del 1 de marzo aparece el decreto 256/8 que establece un aporte de 2100 millones de pesos para la Asociación de Empresarios del Transporte Automotor Tucumán (AETAT), duplicando la cifra que otorgaba la provincia. Los considerandos hablan de cumplir con las “necesidades colectivas primordiales” pero se trata de mantener el esquema de privatizaciones: subsidios para los empresarios, tarifazos del 200% para los usuarios.

En la industria también comienzan los primeros golpes. En Topper hubo una primera tanda de 85 contratados cesantes y este viernes se confirmaron otro 32 despidos. En las dos plantas de TN&Platex –pertenecientes a Teddy Karagozian, un entusiasta de la contrarreforma laboral– otra veintena de despidos encubiertos. Cuando Jaldo pactó con Milei su apoyo a la versión de la Ley Ómnibus estrellada, lo hizo tras conseguir lo que las patronales del citrus y el azúcar querían. ¿Y la situación de los trabajadores de esas dos industrias principales? A los trabajadores del citrus, que trabajan a destajo y sin tener un ingreso fijo todo el año, quieren imponer un techo en las paritarias. El salario de los azucareros tampoco despunta y esta semana la precarización generalizada llegó a consecuencias fatales, con la muerte de un operario en el ingenio Marapa, propiedad del grupo Luque.

La “paz social” que Jaldo defiende es una pax romana que busque asegurar el dominio de los grandes empresarios sobre la base de un ajuste feroz al pueblo trabajador.

“¿Y por qué no estalla?”

La pregunta es válida pero no es exclusiva de la situación tucumana. Se acumulan muchos carácteres con hipótesis de hasta dónde “la gente” puede aguantar el ajuste, con tiempistas de todo tipo y justificadores seriales. Cómo señala este artículo de Matías Maiello, la pregunta sobre dónde hace pie un gobierno que pide sufrir con la promesa de una prosperidad muy lejana tiene una parte importante de respuesta en el “equilibrio complejo de fuerzas políticas y sociales que el peronismo cumple un papel central en sostener”.

Volviendo al caso tucumano, ¿Dónde hace pie Jaldo? Por el nivel de sintonía con Milei, el peronismo sindical local tiene que jugar un rol de traición a sus bases más abierto que el rol retardatario que la CGT y las CTA juegan a nivel nacional ante la exigencia del paro con plan de lucha. Con las direcciones sindicales de su lado, Jaldo se apoya más en la coerción que en el consenso. En las paritarias estatales el ajuste pasó con el visto bueno de direcciones históricamente traidoras como ATSA o UPCN junto a “nuevas” direcciones como en ATEP o ATE, que llegaron gracias al impulso de Jaldo, y también nuevos disciplinados como el SITAS. En la industria, los gremios del calzado y textiles dejan pasar los despidos, mientras que en el citrus la UATRE amaga pero no convoca a ninguna medida real. El colmo es la FOTIA, totalmente integrada al Gobierno al dirigir la Secretaría de Trabajo.

Sobre esta actitud criminal, reforzada por amenazas de descuentos a quienes paren por parte de Jaldo, se monta una cínica explicación causal para absolver a las direcciones sindicales y políticas. No se convoca porque no “la gente no estalla”, mientras la situación se deteriora producto de que se deja pasar el ajuste sin convocar a medidas contundentes, o directamente se colabora abiertamente. Con sus proporciones, esto válido para las direcciones de los centros de estudiantes universitarios y secundarios, sean radicales o peronistas, que no buscan organizar a las decenas de miles de estudiantes en una situación crítica.

En este escenario tuvo lugar una importante movilización de miles por el Día Internacional de las Mujeres, donde también se expresó el debate de cómo enfrentar el ajuste de Milei y Jaldo. Junto a las movilizaciones durante el paro nacional del 24 de enero y las previas a la caída de la Ley Ómnibus, fueron instancias con importante participación más allá de las organizaciones convocantes, un indicio de que hay voluntad y fuerza para pelear. Además de la exigencia a las centrales sindicales también es necesario plantear un rumbo alternativo a quienes plantean como salida esperar hasta 2027.

Desde el PTS y el Frente de Izquierda venimos acompañando e impulsando los incipientes procesos de organización y movilización, conscientes de que es necesario el desarrollo de la fuerza social de los trabajadores en una amplia alianza con el movimiento de mujeres, estudiantil, de la cultura, etc. Una fuerza que se sostenga y amplíe en instancias de autoorganización y coordinación para comenzar a articular el malestar creciente y ir generando los volúmenes de fuerza para la movilización. Así se puede derrotar el plan de guerra de Milei, los aliados como Jaldo y el FMI, junto con la posibilidad de pelear por nuestros reclamos.