Es un “maldito artista” que en los agitados 80 frecuentó a Cerati, Prodan y Calamaro. Fue cuando escribió (por casualidad) el hit de Soda. Una vida llena de dibujos, esculturas, rock, cine y letras.
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Daniel Satur @saturnetroc
Sábado 27 de agosto de 2016
Un jardín donde pasa la tarde un grupo de cotorras. Dos bicicletas contra la pared. Tres perros que mueven la cola ante gente desconocida. Y una biblioteca colmada de obras, iluminadas de día por el sol que se filtra a través de una persiana americana.
El tren de Once a Moreno tarda poco más de una hora. Un viaje que Daffi, como le dicen quienes lo conocen, realizó infinidad de veces durante décadas. La Izquierda Diario lo visitó una tarde de agosto que preanunciaba la primavera. Mates, un televisor en “mute” con una pelea de boxeo de fondo y una charla que fue desde su adolescencia hasta su actual participación en un proyecto cinematográfico del director Eduardo Pinto (Palermo Hollygood, Caño Dorado, entre otras).
Nació en Halifax, en el extremo este de Canadá. De chico vivió en La Plata y en la Ciudad de Buenos Aires. Pero desde hace mucho se afincó en Moreno, oeste del conurbano bonaerense. Se llama Daffunchio igual que Germán, uno de los músicos más conocidos del rock (ex Sumo hoy Las Pelotas). Pero no tienen relación filial.
Sin embargo desde hace 30 años Prodan y Sumo son términos familiares para él. Como Cerati y Persiana Americana. Como rock nacional.
Habla un “maldito artista”, escultor, dibujante, cantante, letrista y algunas cosas más. Autor de Persiana Americana, uno de los temas más populares de la historia del rock argentino.
¿Quién es Jorge Antonio Daffunchio?
Esa misma idea la había visto unos años antes en un libro de Luis Felipe Noé que se llama “Estética” y ahí, entre otras cosas, decía que un artista es como que va detrás de una mariposa, con una red, y nunca llega a alcanzarla porque siempre se le escapa. Yo pensaba, de alguna manera, que eso era como la maldición del artista, el no poder nunca llegar, condenado siempre a ser un perseguidor.
¿Desde cuándo sos artista?
¿Y siempre viviste del arte?
¿Qué relación tenés con la poesía?
¿Cómo fue lo de Persiana Americana?
Metí en un sobre unas poesías que había escrito y lo mandé. Una noche dieron el resultado y dijeron que Gustavo Cerati había elegido un tema pero que no sabía ponerle la música así que se bajó del concurso. La letra seleccionada, dijeron, era la de Jorge Daffunchio. Ahí me puse a saltar por toda la casa, la desperté a mi mujer (risas). No era ganador, pero sí.
¿Era la letra de Persiana Americana?
A los meses un amigo, que es director de fotografía en cine, me dijo que se iba con Soda Stereo a Tilcara a filmar un video (“Cuando pase el temblor”) y le llevó mis letras. Cuando volvió me dijo que Cerati estaba entusiasmado, que le encantaba lo que hacía y le dije a mi amigo que me consiguiera el tubo de Cerati. Yo no tenía teléfono, así que una vecina me prestó el suyo. Llamé y dejé un mensaje.
Una noche volví y mi esposa me dice “te llamó un tal Cerati”. Enseguida lo llamé de lo de mi vecina. Me dijo que le encantaba lo que hacía, que estaba por sacar un disco pero estaba frenado con las letras y que fuera al día siguiente. En realidad tampoco tenía la música, solo las bases. Me dio un cassette con las bases y papeles escritos con disparadores, frases, títulos. Me dijo “escribí lo que te parezca”.
Y ahí sí aparece Persiana...
¿También te relacionaste con Luca Prodan y Calamaro?
A Calamaro lo fui a ver al estudio cuando grababan Nadie sale vivo de aquí, allá por el 88. Cuando entré paró la grabación y dijo “muchachos, él es el autor de Persiana Americana” y me aplaudieron (risas). Y hasta me dijo de escribir algo juntos. Pero a los pocos días se peleó con su novia y se terminó yendo a España. Le perdí el rastro.
De todas las letras que habías escrito ¿Cerati tomó algo más?
¿Cómo siguió tu relación con la música?
Después me junté con Miguel Gabbanelli, de Los Rancheros. Armamos un disco y formé un banda que se llamaba Los Incómodos, yo cantaba. Después, con otro tecladista y un guitarrista armamos Lenin Pop, en la que “invocaba” al espíritu de Lenin. Eso fue hasta el año pasado.
¿Y por qué “Lenin Pop”?
¿Y ahora?
En los 80, a la salida de la dictadura, a nivel musical hubo una mezcla de pop, punk y bandas como Soda, los Redondos, Sumo. Los 90 dieron marco a un espíritu más contestatario dentro del rock nacional, si se quiere. Y en los últimos años ese espíritu es como que se perdió o se aplacó. ¿Cómo ves el arte hoy con una sociedad más politizada y el macrismo en el gobierno?
Los artistas en general dicen que cuando su obra sale ya no les pertenece. ¿Qué te pasa a vos ahora con “Persiana...” cuando la escuchás?
Vinimos a charlar con un artista plástico que había hecho una canción y terminamos hablando con un músico, un cantante, un poeta y alguien que ahora también se mete en el cine.
Ahora vuelvo a trabajar con Eduardo Pinto, para su próxima película que se va a llamar Corralón. Ya hicimos un trailer.
Está buenísimo volver a trabajar con él. Sobre todo porque veníamos medio bajoneados visto el momento político actual.
Yo milité para que no se terminara el gobierno de Cristina, para que la gente vote a Scioli. Y ahora me quiero matar. Pensé que eso era para siempre, que no se iba a acabar nunca. Pero bueno.
Y ahora estamos trabajando con ese proyecto, donde gracias a la apertura de Eduardo puedo aportar muchas ideas artísticas.
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Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc