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Red Internacional
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PASARELA ANTE BANQUEROS. José Antonio Meade no pudo eludir hablar de corrupción e impunidad

Arropado entre sus amigos de la Banca, "los conozco a todos" dijo, tuvo que olvidarse de las promesas económicas para terminar hablando de la corrupción y los funcionarios de origen, y mañas, priístas.

Raúl Dosta

Raúl Dosta @raul_dosta

Sábado 10 de marzo de 2018

"Es el candidato que menos necesita presentación. Esta es tu casa", dijo Marcos Martínez Gavica, presidente de la Asociación de Bancos de México. Tenía que ser el consentido de los banqueros y socios afines, pues el “candidato no-partidario” del PRI se ha movido en las altas esferas del aparato gubernamental por más de un par de décadas.

Así que lo conocen bien y saben que cuentan con él para sus planes económicos y de sus socios mayores extranjeros; pero hay una cuestión fundamental que no les cierra: si logrará enderezar la percepción de que todo funcionario de un gobierno priista es sujeto de corrupción y enriquecimiento ilícito. Unas de las principales razones que explican el por qué la campaña del PRI no levanta.

Peña Nieto cumplió con las reformas exigidas por los capitalistas en la primera mitad de su sexenio, pero no puede presumir mucho de ello pues al mismo tiempo se iban destapando las cloacas de los gobernadores corruptos del “nuevo PRI” mientras la policía y las fuerzas armadas se daban un baño de sangre en Iguala, Tlatlaya, Apatzingán y Nochixtlán, entre otras.

¿Podría un futuro priista controlar, fiscalizar y enseñarles a sus funcionarios cómo encubrir sus negocios en base al erario público para que no pase como con Peña Nieto que está sumido en el descrédito por tanta corrupción y represión acumuladas en seis años?

Por eso durante su intervención se le cuestionó sobre el pasado de corrupción que arrastra el PRI. El candidato tuvo que lanzarse a defender a un partido al cual formalmente es ajeno y no encontró mejor salida que pasarle la papa a caliente a sus competidores, cuestionándoles su integridad. No sin antes tener que reconocer que “ningún partido tiene el monopolio de la virtud o la falta de ella”.

"En todas las preguntas hay una inquietud. No hay duda de que eres honrado, pero no el partido. ¿Qué hacer?", le dijeron. Primero recurrió a una marrullería: les pidió a los funcionarios o exfuncionarios públicos ahí presentes que levantaran su mano, para luego decirles que “metería las manos al fuego prácticamente por ellos” sin reparar en el “prácticamente” le rodearon de aplausos. Se los echó a la bolsa diciéndoles: “La verdad es que después del aplauso no diría prácticamente, sino diría todos”. Más bien parecía un guiño de complicidad con ellos.

Y luego tendría que hacer el deslinde entre esos buenos funcionarios cuyo sentido de servicio público los hace ¡implacables en el combate a la corrupción! Ver para creer. “Es un servicio público que me hace pararme aquí y decir que estoy dispuesto a ir a la cárcel si fallo” remató, tan seguro de que se ha sabido cubrir muy bien las espaldas, hasta donde se sabe, y de que por ser candidato, a diferencia de su colega Rosario Robles, la Auditoría Superior de la Federación no lo echará de cabeza.

Pero en su afán por descubrir la fórmula le dio por patear el pesebre, al plantear que el combate a la corrupción debe ser asumido como un tema institucional.

"Si pensamos que es un tema político, de discurso o atribución del Presidente, estamos todos equivocados. Lo primero es asegurarnos que el Presidente esté sujeto a las leyes".

Una declaración incómoda pues parecería una visión ajena al priismo histórico, donde se cuestionara la figura presidencial que es la clave del poder.

No es así, la crisis del PRI ante las masas, sus base y entre sus cuadros, los está llevando a un discurso cada vez más cínico disfrazado de “autocríticas” con tal de no hundirse más en las encuestas.