Sus verdades y valentía conmocionaron al país. Los medios oficiales no pudieron justificar el flagelo. En esta democracia para pocos y ricos, los jubilados muestran lo nuevo. Toda una paradoja que llama a la reflexión.
Andrea Polito @_AndreaPolito
Lunes 9 de septiembre de 2024 22:10
El miércoles pasado las pantallas de todo el país no mostraron otra cosa que la represión a mansalva de los robocop de Milei y Bullrich contra personas mayores que con sus bastones golpeaban sus escudos para mantenerlos a raya. “Son sicarios del poder” decía uno de los jubilados, en primera fila, con un cartel que gritaba “No nos maten, ni a palos ni de hambre”. Son varias las paradojas. Las exigencias de los jubilados nos atañen a todos los trabajadores más temprano que tarde. Es el sector adulto más vulnerable pero también el que concentra más años de lucha. Al mostrarse decidido en las calles dejó a la vista varios hechos y conclusiones que aportan a confrontar con el curso de pauperización al que nos está llevando este gobierno sin gran oposición.
Fue tan fuerte la escena del miércoles que ofició como un tiempo suspendido que los medios oficiales no pudieron tapar ni justificar como acostumbran. Expuso no solo a los garantes del hambre y la miseria del gobierno sino también a los representantes de las mayorías populares que allí no se estaban presentes.
Foto del día del plan motosierra: Milei y Galperin
Es obsceno que, mientras las fuerzas represivas le arrojaban gas pimienta a la cara a los jubilados en el Congreso, el presidente Milei participaba de la celebración de la empresa Mercado Libre. Pero es toda una muestra de los canones ultraneoliberales de Milei para quien su dueño, el exitoso empresario Marcos Galperin, el evasor más grande del país, “es un benefactor social".
El multimillonario duplicó las ganancias netas en el mismo momento, entre enero y julio, que las jubilaciones explican casi el 30% del ajuste total que realizó el Gobierno. Sus ganancias y las promesas de empleo no tienen ninguna magia: el magnate es el rey de la precarización, que garantiza mediante el uso coercitivo de recursos sobre su planta de 6.500 “colaboradores”, como los llama. Detrás del verso de la meritocracia que promociona, utiliza algoritmos de supercontrol de la productividad y ritmos de trabajo, tanto para quienes laburan levantando cajas pesadas durante 10 horas, casi sin tiempo para ir al baño, como para los castigos, el desgaste y despido a los jóvenes de los call de la empresa.
Te puede interesar: 5 mitos de Mercado libre. Milei visitó a Galperín: el apretón de manos entre un gatito mimoso y un parásito
Te puede interesar: 5 mitos de Mercado libre. Milei visitó a Galperín: el apretón de manos entre un gatito mimoso y un parásito
Mientras que hasta la prensa extranjera asevera que se vive con salarios argentinos pero con alimentos a precios europeos, el gobierno no se cansa de darles seguridad a los grandes empresarios y formadores de precio sobre la "batalla contra ese monstruo de muchas cabezas que es el costo argentino", es decir, el costo laboral. No es el pago de la fraudulenta deuda externa, ni la evasión de varias deudas externas de nuestros “beneficiarios sociales”. El gatito mimoso del poder económico todavía promete reducir más los derechos conquistados al Estado para transferir a los sectores privados.
El “sentido común” que usa Milei de que el problema de los problemas son los “políticos” no se cumple. En los hechos, desde la formación de su gobierno hasta las leyes o decretos que emite, todo es con la casta, junto a las consabidas triquiñuelas del poder, compra de voluntades mediante cargos, puestos en embajada, con políticos de todos los partidos tradicionales. Detrás de su verborragia, alcanza con observar a qué sectores beneficia y a qué sectores perjudica.
“Democracia y libertad”, ¿what the fuck?
El ataque a nuestros intereses es por todos lados. La ley bases prepara más entrega de riquezas naturales, de conquistas laborales históricas, y otorga más favores a los que más tienen. Es el aumento exponencial de los servicios y el transporte, el aumento sin restricción de los precios, la pérdida constante de poder adquisitivo a causa de “paritarias” que parecen chistes de mal gusto, la precarización laboral, los jubilados y los niñxs se llevan la peor parte. En un país productor de alimentos 7 de cada 10 niños pasan hambre.
La Iglesia, el Parlamento, la Justicia y la oposición colaboran con el gobierno, cada uno a su modo y papel, para que Milei sin partido y con escándalos periódicos siga avanzando con un plan que nada tiene democrático. Sobre todo, el peronismo que en la campaña electoral prometió enfrentar a la derecha viene haciendo la plancha abocados a sus componendas para las próximas elecciones. A lo sumo, creen que haciendo discursos –como hizo Cristina hace unos días y Grabois casi todos los días al igual que Moreno– salvan las papas de la crisis política de un peronismo que no le encuentra salida pero que hasta ahora le otorgó más “porotos” a Milei que freno.
La “democracia” es de manta corta, solo es para los ricos y el FMI. La “libertad” de Milei es una estafa. ¿Cómo va a haber libertad en un país donde no se puede protestar? ¿cómo se puede hablar de libertad cuando la única libertad es cada cuatro años votar a alguien como “mal menor” para que después haga lo que se le dé la gana? ¿Cómo se puede hablar de libertad bajo un gobierno que se propone beneficiar a una minoría social?
Ya se ha dicho que es todo lo que la dictadura de Onganía, la de Videla y el gobierno de Menem quisieron, pero no lograron en su totalidad. Y los jubilados que han vivido bajo todos estos gobiernos lo saben: “Mucha sangre corrió para tener estos derechos y esta gente les importa absolutamente nada”, decía una jubilada a viva voz frente a las cámaras. Saben que el plan de Milei de triunfar va a implicar una derrota muy grande para las mayorías populares. De allí, la complicidad del peronismo –más allá de los discursos y el acting– y de los dirigentes sindicales que no hacen nada para impedir que este gobierno de ultraderecha se salga con la suya.
Unidad y democracia de las grandes mayorías
Tanto los cliché meritocráticos individualistas como los discursos de lamento de la oposición que ha gobernado antes se chocaron con una realidad donde las posverdades se hacen añicos: “Tengo 41 años aportados y la jubilación no alcanza para nada”, “toda la plata que gasta en milicos que las invierta en las universidades, en los colegios”, decía una señora manifestante y remataba, “estoy podrida, no voy a parar”. “Hay razones importantes para hacer un paro general y por tiempo indeterminado, decía un señor emponchado con una bandera argentina”, “el papel de la CGT es una incógnita”.
Las declaraciones de los dirigentes sindicales de la CGT y la CTA, con la imagen de la señora herida desde un asiento golpeando con su bastón a la pared de policías, sobre una próxima acción era la manifestación de su pie cambiado. Ni en la primera ni en la última fila de la lucha, Pablo Moyano salió a justificarse en vano, "No hay efervescencia como para ir a un paro general” pero se tuvo que reacomodar.
Los jubilados que lucharon toda su vida hicieron más por la unidad al obligar a la CGT y la CTA, UTEP a la convocatoria de este miércoles 11, reacomodándose ese mismo día frente a su evidente ausencia. La lucha de los jubilados pone en evidencia también que no hay forma de salir de esta sin unirse. El problema de los jubilados recorre como un eslabón débil a todos los sectores de asalariados, sean jóvenes precarizados que no podrán tener una jubilación, son nuestros abuelos o padres, somos nosotros que en unos años estaremos igual. Derrotar el veto tiene que ser la punta de lanza que permita medir nuevamente la fuerza de las mayorías populares para frenarlo. Por eso en primer lugar hay que exigirles a las conducciones sindicales que convoquen a un paro para el 11. Es la única forma de que los diputados piensen muy bien antes de negociar con Milei hasta el misérrimo aumento que propone la nueva movilidad.
A su vez, la fuerza de los jubilados concentra, por su historia, experiencia y convicción a todos los sectores y generaciones: desde los más jóvenes, hoy atrapados en la precarización y la falta de horizonte, hasta los trabajadores estatales, docentes y de la salud muy atacados por el gobierno, pasando por los obreros industriales amenazados por los despidos. Es necesaria unir esa fuerza para triunfar.
Si Moyano tiene dudas sobre la “efervescencia para llamar a un paro” debe consultar a las bases, llamar a asambleas en todos lados. Es con la unidad en las fábricas y lugares de trabajo que aumentará la autoconfianza de los trabajadores. Es la clave para pelear por recuperar el poder adquisitivo, las conquistas perdidas, terminar con las divisiones en rangos entre los mismos puestos de trabajadores y el pago al FMI con el hambre de la mayoría del país. Es luchar por poner fin a la precarización que sufre nuestra juventud.
Los estudiantes no pueden ser ajenos a la causa de los jubilados, en sus facultades se pueden llamar a asambleas y realizar pronunciamientos, acompañar a sus abuelos. También es necesario discutir una salida colectiva. Sin la democracia de abajo no es posible derrotar el plan de Milei, es elemental unir las fuerzas que se le oponen para poder debatir el mejor plan de lucha para eso. La valentía de los jubilados tiene que servir de inspiración.
Te puede interesar: Ahora es cuando: a las calles para derrotar los vetos y el ajuste del “rey” Milei
Te puede interesar: Ahora es cuando: a las calles para derrotar los vetos y el ajuste del “rey” Milei
Andrea Polito
Redactora de La Izquierda Diario