Un debate a propósito de la charla de la filósofa estadounidense de este martes en la Universidad Nacional de Tres de Febrero en la mesa redonda “Activismo y Pensamiento”.
Viernes 12 de abril de 2019 15:09
En esta nueva visita a la Argentina, Judith Butler estuvo acompañada por las integrantes del colectivo Ni una Menos Marta Dillon, Verónica Gago y Cecilia Palmeiro. Junto a ellas, dialogó sobre el desarrollo internacional del movimiento feminista, las luchas que la componen, la pelea contra el sistema que define como patriarcal homolesbotransfóbico capitalista, el neoliberalismo y su impacto sobre las mujeres, entre otros temas.
La vigencia del movimiento de mujeres en nuestro país, ratificada con la enorme movilización del 8 de Marzo, volvió a estar presente en el debate. Ante cientos de activistas y estudiantes, la referente internacional habló ante el estadio de Voley de la Sede Lynch de la UnTreF teñido de pañuelos verdes y naranjas. Este movimiento que nació en nuestro país en el 2015 al grito de ¡Ni una menos! e inundó las calles el año pasado de la mano de la marea verde y la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Un movimiento internacional que hizo temblar la tierra al calor de los paros internacionales de mujeres en las ciudades más grandes del mundo con uno de sus epicentros en Argentina. En palabras de Butler “mucha gente las está mirando, está mirando Argentina, Chile, sus marchas y huelgas”.
La deuda es con nosotras
Este diálogo entre la referentes se dio en el marco de gran crisis económica nacional que se profundiza de la mano del gobierno de Macri, el FMI y los gobernadores cómplices.
Lo vemos en el aumento de la pobreza, el trabajo precario y la desocupación. Como dijo Butler, “el proceso neoliberal capitalista está haciendo ahora que más que nunca haya más y más pobres y que se intensifique la vida precaria” y agregó que frente a ésto “la gente se endeuda y lo único que pueden ver en su futuro es deuda y más deuda”.
La idea de enfrentar al neoliberalismo y de que “el feminismo está en la mejor posición para ser el movimiento que se opone al fascismo”, se llevó una de las mayores ovaciones del público y las referentes de Ni Una Menos. Sin embargo, el debate sobre el rol que efectivamente está llamado a jugar ese movimiento, ante la catástrofe con que amenaza a golpear esa crisis, no fue parte del debate.
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Pero ciertamente la actual crisis económica está siendo pagada por los trabajadores, las mujeres y la juventud, y eso interpela a este movimiento tan dinámico, que supo marcar buena parte de la agenda nacional en todos estos años. En los últimos días se conoció que 1 de cada diez niños es pobre, que la juventud alcanza el 61% de trabajo en negro y en provincias como Jujuy llega al escalofriante número de 90%. Son números que impactan particularmente sobre las mujeres, siendo las que sufrimos en carne propia la violencia y percibimos los salarios más bajos.
La pregunta que nos abre la charla de la Untref es si para enfrentar la precariedad basta con proclamar la lucha contra el neoliberalismo o más bien la pelea es por organizarnos efectivamente para terminar con el sistema capitalista y patriarcal, que con sus crisis recurrentes no puede siquiera garantizar nuestra subsistencia y nos obliga a pagar las crisis de los capitalistas y sus gobiernos.
Iglesia y Estado asuntos separados
Butler a su vez planteó que la precariedad “genera desesperanza y terminan recurriendo a la iglesia, que termina recibiendo a las familias abandonadas por el estado, como en el caso de Brasil”.
Con las diferencias del caso brasilero, en nuestro país fue esa Iglesia con profunda injerencia en el Estado y compromiso con todas las fuerzas políticas de oficialismo y oposición -salvo el Frente de Izquierda, que viene levantando la pelea por el aborto legal incluso antes de la marea verde- la que nos negó el derecho elemental a decidir sobre nuestros cuerpos y es ferviente enemiga de las mujeres y disidencias.
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Hacia el final de la charla, en el mismo sentido, Verónica Gago afirmó que “hay opciones hoy tanto conservadoras como progresistas que basan el antineoliberalismo en un regreso a la familia, en un poder a la Iglesia en un festejo al Vaticano y eso es un problema justamente porque hay una alianza entre conservadurismo y neoliberalismo que también puede tener un traje progresista”.
Esto que sin dudas nos remite al debate abierto por Rita Segato en su charla en la Unsam, cuando afirmó que "Cristina comete un error de inmenso tamaño al unir pañuelos verdes y celestes", refiriéndose a las declaraciones de la ex presidenta en la conferencia de CLACSO del año pasado.
Esta alianza verde y celeste sólo confirma que el kirchnerismo lejos de proponerse enfrentar los planes de ajuste se une a los sectores más reaccionarios como la iglesia, y a derechistas como Manzur que le negó la Interrupción Legal del Embarazo a una niña de 11 años embarazada producto de un abuso.
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Un debate abierto
En este contexto, Gago consultó a Butler sobre los motivos de aparición del feminismo como como caja de resonancia que aglutina luchas y conflictos diversos. La respuesta de Butler fue que “lo que llamamos fragmentación es un inevitable conjunto de conflictos con los que debemos aprender a trabajar si queremos un movimiento más fuerte. Si el feminismo representa mujeres con dinero que quieren igualdad en el lugar de trabajo y las pobres se rebelan contra ese tipo de feminismo ¿lo llamaríamos fragmentación? No, diríamos que es un desafío necesario. Tiene que jugar la solidaridad entre todas la mujeres, el feminismo es un movimiento contra la desigualdad que también debe luchar con sus desigualdades internas porque no hay un feminismo que no sea un feminismo de las pobres”.
Estas afirmaciones de la filósofa necesariamente reabren el debate sobre las perspectivas del movimiento de mujeres frente a la preocupación por cómo evitar la fragmentación, teniendo en cuenta la composición policlasista de este movimiento que pelea contra la opresión a las mujeres pero que se expresa de diversas formas según su clase. Claro es el ejemplo del aborto, donde si bien es ilegal para todas las mujeres y cuerpos gestantes, no es accesible para las pobres y sí para las mujeres ricas.
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El género nos une, la clase nos divide
Frente a estos interrogantes, el feminismo socialista pelea porque el movimiento de mujeres asuma la tarea de organizarse para enfrentar los planes de ajuste de los capitalistas y sus gobiernos poniéndose en la primera fila de aliarse a sus compañeros de clase en todo el mundo para tirar abajo este sistema capitalista y patriarcal que nos oprime día a día. Éste tiene que ser el sentido del internacionalismo del que hablaban Butler y las referentes de Ni Una Menos.
Las mujeres somos la mitad de los asalariados y la gran mayoría de las que hacemos el trabajo de reproducción social a nivel mundial. Éso nos somete a una doble opresión: la opresión de género sólo por el hecho de ser mujeres y la explotación capitalista por ser parte de la clase oprimida lo que también nos separa de las mujeres de la clase enemiga, de las patronas, las empresarias y a su vez nos une a la lucha de los trabajadores asalariados en su lucha contra la explotación. Esta condición de doble opresión nos da la posibilidad de organizar a nuestra clase en la pelea común contra el capitalismo.
Somos las mujeres trabajadoras las que tenemos en nuestras manos la posibilidad de parar el mundo en pos de avanzar en la conquista de un mundo sin opresión ni explotación. Como hicieron las valientes obreras de Kraft Foods en el 2009 en su lucha contra los despidos enfrentándose a la multinacional yanki y a su CEO Irene Rosenfeld.
En nombre de la pelea electoral ninguna variante de la oposición peronista es una alternativa al ajuste ni se propone romper con el FMI. Más bien todos se proponen pagar hasta el último centavo de deuda. Asumamos el desafío de pelear por un feminismo socialista que se una a les trabajadores y a les estudiantes por el no pago de la deuda y por un gobierno de les trabajadores para darlo vuelta todo.