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Red Internacional
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Segunda jornada. Juicio a Américo Balbuena: abrumadores testimonios contra el espía de la Federal

Este miércoles declararon como testigos María del Carmen Verdú, Carlos Lordkipanidse, Marcelo Saín, Christian Castillo, Claudio Dellecarbonara, Oscar Castelnovo, Vilma Ripoll y Juan Carlos Giordano. Con sus relatos desarmaron la coartada de Balbuena y sus exjefes. Las tareas del espía eran acordes a la persecución y criminalización de las organizaciones obreras y populares.

Miércoles 15 de marzo de 2023 19:45

Ph: Enfoque Rojo

Ph: Enfoque Rojo

El juicio al espía Américo Balbuena y dos de sus jefes de la Policía Federal continuó este miércoles en Comodoro Py. En el segundo día de audiencias, ocho testigos ofrecidos por la querella relataron cómo el infiltrado en la Agencia Walsh realizaba tareas de inteligencia haciéndose pasar como periodista para reunir información sobre las acciones de trabajadores, conflictos sindicales, movilizaciones populares y causas contra la violencia policial.

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“Para la Policía Federal valía oro”

María del Carmen Verdú, referente de la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (Correpi). Fue la primera testigo en declarar en el segundo día de audiencias. Su testimonio fue fundamental para dejar a la vista el especial interés que tuvo Balbuena desde el inicio en seguir la actividad de Correpi por el seguimiento de denuncias y juicios en casos de gatillo fácil, muerte y torturas en comisarías, etc.

“El énfasis de Balbuena siempre estaba en los casos de la Policía Federal”, relató Verdú, y que curiosamente estaba siempre disponible. Resaltó cómo Balbuena estuvo todos los días en los juicios del caso Cromañón y del asesinato de Mariano Ferreyra, donde “asistía religiosamente” desde el inicio hasta el final de las audiencias todos los días. En ambos casos había policías de la Federal involucrados.

Después de 2013, cuando se denunció su condición de agente, Verdú contó que empezaron a dar cuenta de cómo Balbuena hacía “infinidad de preguntas” sobre organización interna y en especial sobre normas de seguridad, pero también sobre estrategias y tácticas legales de esos casos, la situación de los policías acusados, etc. “Por el cúmulo de información que obtuvo en nuestro caso, para la Policía Federal valía oro”, sentenció.

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"Era habitué de las marchas"

En segundo lugar declaró Carlos “Sueco” Lordkipanidse, exdetenido desaparecido y militante del Encuentro Militante Cachito Fukman. Relató cómo recibieron en 2013 en el Encuentro Memoria Verdad y Justicia la denuncia de espionaje dentro de la Agencia Walsh. “Esta agencia era afín, de extrema confianza para nuestra organización, siempre se ocupó de las denuncias por derechos humanos, conflictos fabriles o estudiantiles que el Encuentro acompañaba”, recordó. Por la misma época, la organización ya había detectado a otro espía infiltrado, Alberto Amarilla del Batallón 601, y a una señora de FM La Boca. “Como ex detenido en la Escuela de Mecánica de la Armada, sabemos el daño profundo que generan estas actividades: 30 mil desaparecidos”, concluyó.

Christian “Chipi” Castillo, dirigente del PTS en el Frente de Izquierda, declaró luego de Lordkipanidse. Detalló sobre Balbuena que “lo peculiar que tenía era una presencia mayor a la de cualquier movilero” y que “llamaba la atención que estaba en horario continuo, no era que tenía un trabajo fijo” o una franja horaria, “era habitué de las marchas” donde solía preguntar más de lo que tenía que ver con la actividad concreta. Entre otras, mencionó actividades por el aniversario del asesinato de Kosteki y Santillán, 19 y 20 de diciembre, o frente al Rectorado de la UBA, donde Balbubena iba con su grabador y preguntaba específicamente quienes dirigían, cómo seguían las acciones, cómo funcionaba la organización.

Incluso Castillo recordó que “se publicaban como notas resaltando algunas cosas, que luego servían para la causa contra la manifestación”, como sucedió en causas contravencionales en la Ciudad de Buenos Aires. También, dijo el dirigente del FITU, era llamativo que firmaba las notas con su nombre real.

El siguiente turno fue para Claudio Dellecarbonara, trabajador del Subte y miembro del secretariado ejecutivo de la AGTSyP, quien declaró sobre el trabajo minucioso que realizó Balbuena sobre la organización de los trabajadores desde el 2004 en adelante, cuando él era delegado de la línea B. “Venía muy temprano, era el primero en llegar y el último en irse”, lo que les llamaba la atención, “se quedaba toda la jornada de protesta, comía y compartía con nosotros como un trabajador más”. Entre las preguntas que solía hacerles, destacó que muchas no tenían que ver con el conflicto o reclamo, sino con la pertenencia de cada delegado a corrientes políticas, cuestiones de organización interna, o incluso cómo estaba compuesta la familia de cada trabajador.

“Lo que recuerdo de las pocas notas de Balbuena era que reflejaba lo que sucedía con los trabajadores, pero no veía muchas de las preguntas que nos hacía, no estaban reflejadas”. En el mismo sentido declaró Oscar Castelnovo, referente de la Agencia Walsh y quien trabajó junto a Balbuena. “Grababa horas y horas a entrevistados, esas entrevistas después no se publicaban todas en la Agencia”, afirmó. Sobre el periodismo que practicaban desde el medio alternativo, agregó que “se establecía una relación de afecto, no es lo mismo que un trabajo periodístico ascético, de esa relación se aprovechó Balbuena”.

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Los testimonios de Vilma Ripoll (MST), y Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista) posteriormente también coincidieron en resaltar la confianza que se ganaba Balbuena con sus entrevistados y la permanencia constante en todos los conflictos. Ripoll remarcó que Balbuena “hacía de periodista pero se hacía amigo de todos nosotros”, y mencionó cómo además se ofreció una vez a pasar a buscarla por la casa, lo que le llamó la atención, junto con el hecho de que en algunas movilizaciones cuando había represión, Balbuena se quedaba, cuando otros periodistas se iban. A su vez, Giordano declaró que “Balbuena tenía asistencia perfecta. No recuerdo haber ido a una marcha donde no estuviera” y que sus largas entrevistas después no fueron publicadas en totalidad.

Otro de los testigos ofrecidos por la querella fue Marcelo Saín, exdiputado, extitular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y exministro de Seguridad de Santa Fe. Se lo convocó a raíz de sus conocimientos y publicación de notas periodísticas sobre la existencia de “los plumas”, el cuerpo de informaciones al que pertenecían Balbuena y sus jefes. También porque en 2009 recibió un sobre anónimo con dos decretos de la dictadura donde consta un sistema de inteligencia secreto. “Es lamentable que siga funcionando dentro de la Federal como un organismo”, dijo refiriéndose que las normas que lo regulan vienen de la década del 1950 y 1960, con decretos de gobiernos militares donde dicen que el ejercicio del espionaje es para infiltrar gente en organismos políticos.

“Esa persona en la Agencia Walsh estaba implantada, estaba para hacer inteligencia. Este cuerpo sigue teniendo la facultad de infiltración”, afirmó Saín y explicó que dentro del régimen disciplinario la falta más gravosa es la infidelidad y la segunda, develar la existencia del cuerpo. Además de relatar precisiones sobre los decretos secretos provenientes de la dictadura que regulan al Cuerpo de Inteligencia Criminal de la Federal, Saín declaró que la misión que tienen es muy clara y taxativa: la obtención y producción de información, la contrainteligencia y la inteligencia. “El decreto 9021/63 dice que el ejercicio del espionaje es para infiltrar gente en organismos políticos”, detalló. Para concluir, dijo que “este cuerpo no está creado para ser policía auxiliar de la justicia, era para infiltrar, no para ayudar a la justicia”.

Este jueves continuará el juicio con la tercera audiencia, donde hablarán más testigos. La semana siguiente serán los alegatos. Hasta el momento, de los tres imputados sólo declaró Alejandro Sánchez, uno de los exjefes de Balbuena. El otro, Adolfo Ustares, al igual que su exsubordinado, por el momento no emitieron palabra.

Como resaltó Matías Aufieri, abogado de la querella junto a Liliana Mazea, Myriam Bregman y Carlos Platkowsky del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CEPRODH), en la conferencia de prensa antes de iniciar el juicio: “Es bastante inusual, habiendo tantos casos de espionaje y cada vez se conocen más, que hayamos podido sentar a algunos de ellos, los responsables que están identificados. En este caso logramos que se esté juzgando a dos de sus jefes, lo cual da cuenta del accionar institucional por décadas. Esto ya es un hecho de enorme importancia, después de diez años de batallar en tribunales y en las calles para que Balbuena y sus jefes sean juzgados”.

El caso Balbuena muestra la punta del iceberg de un sistema de inteligencia, amparado por el Poder Judicial y gobiernos tanto peronistas, kirchneristas como macristas, que sigue actuando impunemente.