Votó cuarenta años antes de que Eva Perón proclamara el voto femenino. Fundó un partido político antes de que las mujeres pudieran votar. Organizó congresos, apoyó huelgas, construyó sindicatos. Nunca aceptó que los derechos fueran solo para algunas mujeres.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Sábado 22 de noviembre de 2014
Noviembre de 1951 marca el aniversario del voto femenino en Argentina. Pero, ¿esa es toda la historia? El 26 de noviembre de 1911, una mujer votó primera vez en nuestro país. Lo hizo en la mesa 1 de la segunda sección electoral de la Ciudad de Buenos Aires, el presidente de mesa era el historiador Adolfo Saldías, que confirmó que se había transformado en la primera mujer en sufragar en toda Sudamérica.
Esa mujer era Julieta Lanteri (1873), inmigrante italiana que llegó a Buenos Aires con su familia a los seis años. En 1906, asistió al Congreso Internacional de Librepensamiento realizado en Buenos Aires, donde se conmovió con el llamado de la republicana española Belén Sárraga a pelear por los derechos políticos de la mujer. Esto la convenció de fundar junto a la socialista Alicia Moreau el Centro Feminista, la primera organización que luchó explícitamente por los derechos femeninos.
En 1907, se convirtió en la sexta doctora en Medicina, en una época en la que las mujeres tenían el estatus legal de un infante o una persona con problemas mentales. Cualquier traba “administrativa” se transformaba en un obstáculo gigante para una mujer que pretendía disponer de su vida. Ni hablar si esa mujer pretendía participar de los ámbitos reservados para los hombres.
En 1910, fue la secretaria general del Congreso Femenino Internacional. Ese año marcó el centenario de la Revolución de Mayo, y estuvo cruzado por debates y polémicas Este ambiente se coló en el movimiento de mujeres, y cuando se aceraban los festejos, se hicieron evidentes las divisiones hacia su interior. . Por un lado, se organizaba el Congreso Patriótico de Señoras, reconocido en los festejos oficiales; y el Congreso Femenino Internacional, con un clara tónica feminista e internacionalista impulsado por intelectuales y socialistas. Ese era el congreso que organizó Julieta.
Acostumbrada a enfrentar los prejuicios, su vida personal no fue la excepción. No hubo un solo rincón en silencio cuando se casó con Alberto Renshaw, 13 años menor que Lanteri, que acompañó su lucha y venció junto a ella varios de los obstáculos que alejaban a las mujeres de sus derechos civiles. El rumor silencioso volvió a sonar cuando se divorció un tiempo después.
En 1912, con la reforma electoral que será conocida como ley Sáenz Peña de fondo, Julieta consiguió la ciudadanía argentina. Esto fue un punto de inflexión, Lanteri exigió para sí todos los derechos ciudadanos. Después de varias discusiones, el juez que actuaba en su causa respondió que no podía negarle los derechos consagrados por la Constitución para toda la ciudadanía, lo que no excluía expresamente a las mujeres.
Así, Julieta se convirtió en la primera mujer incorporada al padrón electoral, y en las elecciones del 26 de noviembre de 1911 en la primera sudamericana en votar. Pero esta no era su meta final, Solo era un punto de partida, y casi una declaración de guerra al régimen político que proscribía a la mitad de la población.
Después de este acontecimiento, el Concejo Deliberante de la ciudad sancionó una ordenanza que prohibía explícitamente el voto femenino con el argumento de que para empadronarse era necesario el registro del servicio militar. ¿Esto la detuvo? No. Intentó enrolarse en el Ejército. Debió recibirla el ministro de Guerra y Marina para acallar las repercusiones de su petición.
Pero Lanteri no abogaba exclusivamente por el derecho al voto. Su lucha incluía denunciar las condiciones inhumanas de las obreras privadas de cualquier derecho, pelear contra proxenetas y funcionarios que se enriquecían con la explotación sexual, exigir el derecho al divorcio, terminar con el poder de la Iglesia sobre la vida de las personas. Perseguía la igualdad de derechos en todos los planos, político, legal, laboral y civil.
En 1912 fue nombrada por las trabajadoras de La Higiénica como su asesora frente a los patrones del lavadero (las lavanderas eran el sector más precario y explotado de la época). Julieta se había sumado a su lucha de la mano de las obreras gráficas y de la socialista Carolina Muzzilli, que luego de conquistar su convenio colectivo se organizaban para apoyar a otras trabajadoras.
En 1919, se postuló como diputada nacional (porque las mujeres no podían votar, pero nada impedía que fueran candidatas) con el lema “En el Parlamento, una banca me espera, llevadme a ella”, por el Partido Feminista Nacional. Consigue 1.730 votos, sus votantes por supuesto eran todos hombres.
En 1920, Alicia Moreau organizó un enorme simulacro de votación con urnas para mujeres en 20 distritos electorales de la Capital Federal. En las elecciones oficiales, Julieta Lanteri se presentó por el Partido Feminista Nacional, y solo fue superada por Alfredo Palacios del Partido Socialista.
Una postal de Julieta Lanteri de ese momento la mostraría sobre un cajón de manzanas en plena plaza Flores o sobre un banco de la plaza Congreso, exigiendo todos los derechos para todas las mujeres.
“Arden fogatas de emancipación femenina, venciendo rancios prejuicios y dejando de implorar sus derechos. Éstos no se mendigan, se conquistan”. Lo escribió Julieta Lanteri en 1922, lo reafirman las mujeres en su larga lucha por la emancipación en 2014.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.