Gobernó Florencio Varela, al sur del conurbano bonaerense, durante 25 años. En 2017 lo reemplazó Andrés Watson para que asumiera como diputado provincial. Radiografía de un histórico del peronismo, surgido de uno de los distritos más pobres del conurbano.
Viernes 6 de agosto de 2021 20:07
FOTO: Télam
Surgido del riñón del PJ varelense, Pereyra dio sus primeros pasos como intendente impulsado por Graciela Giannettasio, quien fuera vicegobernadora de Felipe Sola hasta 2007 y diputada nacional (primero por el duhaldismo, luego por el Frente para la Victoria). Su madrina política quedará en la historia argentina por ser la principal impulsora, junto a Eduardo Duhalde, de la nefasta Ley Federal de Educación en la década del 90.
Cuando el entonces intendente de Varela Julio Carpinetti fue ascendido a manejar la caja millonaria del Fondo de Reparación del Conurbano, el entonces primer concejal Julio Pereyra tomaba las riendas del municipio. Corría el año 1992.
Ese peronismo varelense, que tenía entre sus dirigentes a personajes vinculados a la desaparición de personas en la dictadura y a su encubrimiento durante décadas, se alineaba detrás de esta nueva figura.
Desde ese momento la carrera de Julio César no paró de crecer. A sus veinticinco años al frente de la intendencia le siguió su cargo como diputado provincial desde 2017. Hoy el Frente de Todos lo premia ubicándolo en un lugar expectable como candidato a diputado nacional en las listas que encabeza Victoria Tolosa Paz. Puede tener asegurado, de esta manera, no quedarse con las manos vacías cuando se venza su mandato actual.
Su gestión como intendente estuvo signada por escándalos de corrupción, denuncias por malversación de fondos y enriquecimiento ilícito. El más grave de estos escándalos lo ubicamos al comienzo de su gestión con el programa social denominado "La voz del campo": lo que en los papeles se vendía como un proyecto productivo para reactivar quintas en el fondo de Varela fue en realidad la esclavización lisa y llana de 200 obreros en campos locales. Los trabajadores iniciaron años después causas penales denunciando, además de la estafa del no pago de sus salarios, condiciones inhumanas de trabajo. Nunca se supo qué pasó con el subsidio de 100 mil dólares enviado por el Gobierno Nacional para el emprendimiento ni con los alrededor de 3 millones de dólares obtenidos con la venta de la verdura producida. Eran los años de la reelección menemista, del pacto de Olivos con el radicalismo, del 1 a 1 y del auge del neoliberalismo que cerraba fábricas, privatizaba servicios, y creaba millones de nuevos desocupados.
Todos los funcionarios acusados por esa estafa y por sometimiento a trabajo esclavo siguieron trabajando junto a Pereyra y están actualmente ligados por mil lazos al gobierno de Andrés Watson.
El 2001 encontró un municipio con una tasa altísima de desocupación. Se calcula que 3 de cada 4 trabajadores en Varela estaban desempleados y recurrían a planes sociales o comedores para sobrevivir. El asfalto, el agua potable o las cloacas eran un lujo al que pocos varelenses accedían. La población seguía creciendo: 350 mil habitantes poblaban el distrito, en un panorama que era desolador.
Duhaldista de ley, rápidamente se subió a la ola de Néstor y Cristina cuando le pareció oportuno, transformándose en el gran referente de la década kirchnerista en el conurbano, llegando a ser presidente de la FAM (Federación Americana de Municipios). Semejantes distinciones no cambiaban demasiado la realidad del municipio: algo tan simple como ir a un centro de salud, a una escuela o a un barrio alejaba toda idea falsa de avance y progreso.
Desde el bastión de la precarización, del trabajo informal, de la falta de acceso a servicios públicos elementales, Pereyra daba charlas sobre proyectos políticos de inclusión en todo el continente, muchas veces quizás haciendo base en su mansión en Miami.
El Varela de Watson es una continuidad del de Pereyra. En las listas distritales para estas elecciones están esos mismos enquistados al aparato del PJ desde hace décadas, que son los responsables y gestores perfectos de una miseria estructural que conforma los cimientos del distrito. Su oposición local son figuritas intercambiables que van y vienen de elección en elección de la oposición macrista a algún otro proyecto peronista. Lo que tienen en común: todos fueron funcionarios de Pereyra.
Pero el premiado Julio César sigue ascendiendo, y espera que su décimo lugar en las listas del oficialismo le asegure un lugar en la Cámara de Diputados. Son las bases de "La vida que queremos" que en estas elecciones promete el Frente de Todos.