J.A. Kast marca su distancia ante el anuncio de la conformación de Fuerza Nacional, partido de militares nacionalistas, en cuyas filas se encuentran violadores de derechos humanos condenados y encarcelados, cuyas figuras más prominentes son, el abogado de los presos de Punta Peuco y la diputada "negacionista", Loreto Letelier.
Viernes 4 de enero de 2019
El referente de la extrema derecha Chilena, José Antonio Kast, marcó distancia del nuevo partido Fuerza Nacional, conformado por ex-militares, nacionalistas, ex Patria y Libertad, violadores de derechos humanos condenados y encarcelados, cuyas figuras más “prominentes” son, Raúl Meza, abogado de los presos de Punta Peuco y la diputada negacionista, Loreto Letelier, quien en septiembre de 2017 dijo que las víctimas del caso quemados, Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas Denegri, se habrían “quemado a sí mismos con molotov que les explotaron”.
Kast dijo en una entrevista de Radio ADN, que tiene “cero sintonía con las personas que forman parte de ese grupo”, y que, a pesar de que lo vean como un referente, le molestó que su imagen apareciera en un video de Fuerza Nacional, así mismo señaló que dicha organización no lo representa debido a que uno de sus dirigentes, el ya nombrado Raúl Meza, “ha hecho daño a la causa de las personas que cumplen condena en Punta Peuco”, esto debido a que “no deja momento de aparecer en los medios de comunicación para enaltecer su figura y haciendo lo que yo nunca haría”.
Además de la forma en que Meza aparece en los medios de comunicación, Kast no señaló mayores diferencias con este sector, el cual fue parte de la base social que lo apoyó en las últimas elecciones presidenciales: La “familia militar”, sectores nacionalistas, proto-fascistas y otros de extrema derecha desencantados con la figura de Piñera.
A pesar de que se trate de desmarcar de este grupo, en la práctica tiene mucho en común, son ultra conservadores, anti derechos de las mujeres y la comunidad LGBTTI+, anticomunistas y anti izquierda en general, defensores de violadores de Derechos Humanos, defensores de la dictadura y de toda su herencia. Una real diferencia entre Acción Republicana y Fuerza Nacional podría verse en torno al rol que cada uno asigna al Estado, respecto a las garantías constitucionales lo que en este sentido hace mucho más marcado el carácter proto-fascista de Fuerza Nacional.
¿Qué hacer frente al surgimiento de estos grupos de extrema derecha?, y de otros llamados “identitarios”, “patriotas”, o “nacionalistas”, que buscan dividir y despolitizar a la clase obrera, imponer un programa reaccionario a las masas descontentas y desilusionadas con los partidos de centro izquierda y de derecha tradicional, quienes no han cumplido sus anhelos. Obviamente no se les puede enfrentar a medias tintas, o a lo Boric pidiendo disculpas a los continuadores del horrendo legado de Pinochet y Jaime Guzmán, por recibir una polera con la imagen del ideólogo de la dictadura baleado.
Estos grupos que se referencian en Kast, en Pinochet y en Jaime Guzmán en el futuro serán quienes, al igual como ocurre hoy en Alemania y en otros países de Europa, salgan a “cazar” migrantes, o, como si ha ocurrido en nuestro país, a golpear y matar a gays, lesbianas y trans. Históricamente han sido estos grupos quienes han impulsado las bandas de choque, que junto a las fuerzas armadas y de “orden”, serán los defensores a sangre de todos los privilegios de los capitalistas.
De forma contraria a lo que las variantes neo-reformistas, como el Frente Amplio (hoy “oposición responsable” o estéril), puedan plantear, es necesario enfrentar a la derecha, y a todas sus variantes, en la acción, en las calles con la unidad de la clase trabajadora nativa y extranjera en alianza con el pueblo nación mapuche, las mujeres, la diversidad o disidencia sexual, los estudiantes, los migrantes y los sectores populares, los grupos más oprimidos y golpeados en este Chile de la postdictadura y su capitalismo brutal, siguiendo el ejemplo de los "chalecos amarillos" en Francia y de los trabajadores portuarios en Valparaíso. Con un programa político de ruptura con el capitalismo que busque elevar las expectativas y las condiciones de vida de estos sectores, y de este modo no sea la extrema derecha la que aproveche la crisis de los partidos tradicionales para ganar simpatía en los sectores medios y en la clase obrera, tal como ha ocurrido en Europa y en Brasil, con el ascenso de Bolsonaro.