El tire y afloje con las prepagas y la puja por la caja de las obras sociales pusieron a la salud varias veces en portada de los medios desde que asumió Milei ¿Pero qué pasa en el sistema de salud público que atiende a las enormes mayorías?
Sábado 29 de junio 00:24
Fotomontaje: LID
El viejo punto de partida: un sistema de salud fragmentado y desfinanciado
La PBA con una población superior a 17 millones de personas y 135 municipios tiene uno de los sistemas de salud más complejos del país. A los problemas históricos de descentralización (provincia, municipios) y la fragmentación (público, privado y de obras sociales) se suma que en su territorio se encuentran las localidades más pobladas del país y con indicadores de pobreza e indigencia de los más altos.
Más del 40 % de la población total de la PBA se atiende en el sistema público, y un gran porcentaje (más del 15%) cuenta con IOMA, que es la obra social más importante de la provincia y la segunda más grande del país. Cerca de un 20% cuenta con algún tipo de prepaga y otro 20% con cobertura de otras obras sociales (muchas de ellas se corresponden con las categorías más bajas del monotributo y su cobertura es muy insuficiente).
Existen 9.415 establecimientos de salud, de los cuales el 62% pertenece al sector privado. Contradictoriamente, de las cerca de 40 mil camas disponibles, más del 60 % pertenece al sistema público, lo que se evidenció por ejemplo durante la pandemia, cuando fue el público fundamentalmente quién dio respuesta ante la crisis sanitaria. Milei y Cía. dicen “Viva la propiedad privada”... hasta que requieren del sistema público.
Existen en la provincia un total de 88 establecimientos provinciales entre hospitales y Unidades de Pronta Atención (UPA) y 1603 centros de atención primaria de la salud. Los mismos se encuentran distribuidos sin un criterio racional, según reconoce el propio gobierno provincial: gran parte surgió de iniciativas comunitarias y luego se fue municipalizando, sin una planificación basada en el modelo de atención primaria de la salud. Se encuentran casi en su totalidad desfinanciados, vaciados y con sus trabajadores precarizados.
Salud en PBA: la niña mimada del peronismo que oficia como vidriera de la crisis
En las elecciones del año pasado Milei perdió en la mayoría de los distritos bonaerenses importantes (donde se concentra la mayor cantidad de hospitales), y la PBA fue casi la única provincia que ganó Massa y donde el peronismo se intenta refugiar y "renacer", con Kicillof a la cabeza. La salud en la PBA podríamos decir a su vez que intenta ser un “caballito de batalla”, y es una trinchera del kirchnerismo en particular. No ajeno a las internas partidarias que caracterizan a esta fuerza política el ministro de Salud Kreplak, proveniente de La Cámpora, fue de los pocos y marcados ausentes en el acto de Kicillof en Varela (a pedido explícito de Cristina).
Actualmente Kreplak recorre la provincia en presentación del documental “Pandemia: gestionar lo desconocido”. Si bien no hubo mayor desborde sanitario y se pudo acceder a las vacunas, fue a un gran costo. Luego del fugaz IFE, devino un desamparo generalizado para quienes ya no podían traer el peso a la casa. Para quienes no tenían viviendas la respuesta fue incendiar casillas, como vimos en Guernica. Si algo sostuvo el sistema sanitario fue el esfuerzo a destajo de las y los trabajadores, que a pesar de ser catalogados como “esenciales” denunciaron incansablemente ser tratados como descartables. Parece que pocas conclusiones se sacaron del malestar generalizado que generó.
Tras años de luchas históricas, antes, durante y después de la pandemia, con organización, asambleas y movilización, se lograron algunas conquistas recientes. Arrancamos el nuevo reglamento de residentes, un cambio profundo en el régimen laboral que implicó, entre otras, que se terminaron las guardias de 24 horas, que no se trabaja los sábados, que aumenten las vacaciones y los salarios. Se logró además el cambio de la edad jubilatoria aplicando el desgaste laboral (esto estaba definido en general, y se logró la aplicación al sector profesional), y la promulgación de la Ley de Excepción aún pendiente para muchos (profesionales que están en la ley no profesional pueden pasar de ley obteniendo los correspondientes derechos). Además de lograr en los últimos años paritarias algo por encima de los estatales en el sector profesional (a excepción de la última), y la aprobación en marzo de este año de un aumento del 40% al básico de reconocimiento formativo (terminan de pagarlo a principios del 2025) a quienes tengan hecha una residencia.
Eso fue todo el amor para la niña mimada. Lejos, muy lejos aún de las demandas de fondo. Lejos de paliar la crisis en el sistema de salud, esta se profundiza gravosamente. Las residencias, por ejemplo, están en una crisis histórica, incluso aquellas más ponderadas -como la reconocida residencia de Clínica Médica del Hospital San Martín, o la de Pediatría del Hospital Sor María Ludovica- no logran completar sus cupos, trasluciendo una crisis nunca antes vista.
A nivel salarial, las paritarias han dejado al sector detrás de la inflación, viendo caer el poder de compra de los salarios mes a mes. La “reparación histórica” sólo aparece en actos de campaña, pero no asoma en los bolsillos. Un salario igual a la canasta familiar y terminar de una vez con el pluriempleo, encabeza cada reclamo en salud a lo largo de la provincia. Al calor de la crisis en curso el pluriempleo cada vez se profundiza más, no alcanzando las horas del día para lograr un salario acorde.
En la salud pública están los que están mal, y los que están peor. Se estima que son más de 100 mil trabajadores en el subsector público, y que al menos 10 mil se encuentran precarizados bajo sistema de becas, con salarios paupérrimos y sin derechos laborales. Hay cifras que duele hasta escribirlas, pero dato mata relato. Hoy sostienen el sistema las enfermeras que cobran 430 mil pesos al mes por 30 horas semanales. Quien todos los días abre y recepciona un centro de salud cobra 120 mil pesos al mes por 24 horas semanales. Ni para el pan.
Después de todo, ¿qué promete el peronismo hoy?
En el año 2023, en el marco del tercer Cosapro (congreso provincial de salud) el ministro Kreplak y el gobernador Kicillof anunciaron el “Plan Quinquenal de Salud” mediante el cual se propone fundamentalmente la “integración del sistema de salud”, con una serie de leyes que pretende que el Legislativo provincial le apruebe, que van desde la creación de una sociedad anónima con mayoría estatal (SAPEM) de emergencias en salud y de producción de medicamentos (sí, el mismo gobierno que recortó el Instituto Biológico que producía fármacos como ibuprofeno o metformina). La creación de un sistema integrado de datos (historia clínica digital integrada entre público y privado) y la creación de un instituto universitario también forman parte del paquete.
En momentos en los que Milei hace apología del mercado y la propiedad privada, el peronismo busca abrirle la puerta al sector privado en un área que hasta ahora es exclusivamente pública. Un profundo y gravoso retroceso. Opuesto a su retórica de “fortalecer lo público”, el plan de conjunto favorece a Sigman, Belocopitt y demás empresarios, que lo único que ven en la salud de las mayorías es la posibilidad de un gran negocio, como explica acá la diputada Laura Cano del PTS en el Frente de Izquierda Unidad. Extraña forma de enfrentar al enemigo. No cuentan con mayoría simple en la Legislatura provincial, por lo que habrá que ver si logran negociar para que estas leyes salgan.
Hecho mata relato
En la presentación del plan quinquenal de salud plantean que “La Red ofrecerá cuidados a toda la población, basados en el concepto de equidad, es decir, que todos tienen el mismo derecho a la atención de la salud, más allá de su situación económica y social”. En el mismo documento sinceran “fueron observadas mayores tasas de tuberculosis entre población vulnerable y la sífilis y su trasmisión vertical continúan en aumento al igual que el chagas”. Son las enfermedades de la pobreza que crecen, ¿y tienen el tupé de afirmar que la atención irá más allá de la situación económica y social? ¿Vos decís?
El relato, tan enarbolado y rimbombante en salud, no es gratis. “La red”, la “equidad”, el “acceso”, y un sinfín de epítetos utilizados están a años luz de la realidad que enfrenta cada familia obrera para acceder a la salud. Si sos del bajo porcentaje asalariado y tenés obra social, te revientan con los “bonos o copagos” y han llevado a IOMA a una crisis de magnitud enorme, donde la falta de prestaciones, la caída de coberturas y hasta los cortes de servicio comienzan a ser moneda corriente. Para quienes se atienden en el público las colas por la madrugada son la constante, horas interminables en las guardias, y años ¡años! de demora para cirugías. La aparatología es de escasez extrema, traslados de aquí para allá para hacerse una resonancia y hasta una tomografía. Hacer una orden médica para laboratorio se convierte en una expresión de deseo: donde debería estar el resultado dice: “No hay reactivo”. Antibióticos de primera necesidad que escasean. Ediliciamente la historia es conocida, pero se agrava. Para poner un ejemplo, en el San Martín de La Plata -mientras las temperaturas descienden- hubo que cerrar salas por falta de calefacción. Las guardias en el conurbano se abastecen de forma cotidiana de camillas improvisadas en los pasillos; en momentos de brote de dengue, o ante el aumento de enfermedades respiratorias, lo habitual es pasar la internación en una silla en un pasillo. Las salitas están cada vez más vaciadas, de recursos y de profesionales, lo que de no detenerse marca una línea de agravamiento en picada. Podríamos seguir de forma interminable el listado de padecimientos cotidianos que tienen rostros propios, y terminan en el peor desencadenante: las muertes evitables.
Este brutal contraste entre lo que prometen o “venden” de la salud, y a lo que verdaderamente se accede, es algo que se repite en todas los aspectos de la vida cotidiana, y es parte de lo que llevó al “castigo” hacia la “casta” y trajo como fenómeno aberrante el triunfo de Milei como presidente de la Nación. No sacaron una mínima conclusión.
Ajuste y un malestar insoportable en los hospitales y centros de salud
“¿Vas a discutir contra Kicillof y Kreplak cuando tenemos enfrente a la Cruella de Villarruel y a Milei?” se debe estar preguntado algune, con dientes apretados, incluso hasta este párrafo. ¡Sin lugar a dudas! porque este es el camino que nos trajo hasta acá. El de un discurso de promoción y defensa de derechos (“derecho al futuro” como slogan de campaña), y la privación para las mayorías de los mismos. Una política permanente de desfinanciamiento de lo público que nos trajo hasta esta profunda crisis del sistema sanitario. La regulación de un estado neoliberal a merced del FMI, con el cual no quisieron romper.
Hay dos caminos frente al ajuste: se convive y se lo aplica, o se lo enfrenta.
Kicillof, aunque no guste, en los hechos no lo enfrenta. Pongamos el plan Qunita a modo de ilustración. Todo tipo de campaña se ha hecho con la construcción de cunas y el “kit” del recién nacido, que se fabricaba en parte desde las cárceles, y se entregaba ante cada nacimiento. Sí, mucha política han hecho con esto. Resulta que este año se interrumpió durante varios meses, para luego solo entregárselo a recién nacidos con factores de riesgo. Ajuste donde duele, y por lo bajo. Mientras aplican el ajuste a las enormes mayorías, también en la PBA, perdonan a los grandes empresarios del agro y del campo, como lo vimos con el impuesto inmobiliario rural. Para ellos siempre hay plata. Así se preparan para, mucha rosca electoral mediante, aspirar a gobernar tras las ruinas que deje Milei.
Los sindicatos se vienen mostrando funcionales a esta política del gobierno provincial. Ya se ha demostrado por doquier que ante las convocatorias las y los trabajadores responden saliendo a las calles o parando el país, como pasó en los paros generales. En los hospitales el 9 de mayo fue quizá el paro más grande vivido en décadas. Sin embargo, toda esa fuerza los sindicatos y las centrales sindicales no la ponen a disposición de tirar abajo el plan hambreador de Milei, son solo un “acá estamos”, un saludo para descomprimir la bronca y seguir. Los vimos clarísimo en sus marcadas ausencias en la pelea contra la Ley Bases y el paquete fiscal, que traen consigo la reforma laboral y restituyen el impuesto al salario. Por ahora el único papel decidido en salud es hacer de teloneros de la candidatura de Kicillof.
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En los pasillos de los hospitales, en los office, en las salas de espera y en el consultorio se respira un ánimo insoportable. No se soporta no llegar a fin de mes cuando se trabaja día y noche, no se soporta haber estudiado una carrera universitaria y estar precarizado, no se soporta tener que saltearse las comidas porque ya no se llega. Los relatos de los usuarios del sistema de salud son de una crueldad desgarradora. Hay bronca. Hay malestar. Al cierre de eta nota nos enteramos de al menos 90 despidos en el Hospital Nacional Posadas, lo que implicaría una crisis de gran magnitud, dejando guardias sin médicos y servicios sin funcionamiento. Estamos en estado de alerta para iniciar una gran campaña hasta su reincorporación.
En medio de todo este panorama también hay resistencia: hay asambleas y sectores que se organizan para enfrentar decididamente el plan de Milei. Ahí también hay trabajadores de la salud en la primera línea, como muestra la Posta de Salud y Cuidado, forjando una verdadera institución contra la represión, donde es parte impulsora la agrupación Marrón -PTS + independientes- combativa oposición en los sindicatos como la Multicolor en Cicop y en ATE.
Tarde o temprano (haremos todo lo posible porque sea más temprano que tarde) esa resistencia empalmará con ese “no se aguanta más” y se impondrá a las burocracias sindicales que enfrenten el “plan motosierra” y toda política de ajuste, más allá del discurso. Con un verdadero plan de lucha, la clase trabajadora no le dejará ni los dientes a la motosierra, y tal vez sea un primer paso para ir por un verdadero acceso a la salud, donde quienes tomen las decisiones sean las y los trabajadores, junto a les usuaries, que son quienes realmente saben las necesidades que tienen. Si estuviese en esas manos, se dejaría de pagar la deuda que contrajo Maria Eugenia Vidal en la PBA como hace Kicillof y se destinarían esos recursos a salud y educación. Podría ponerse en pie un sistema único de salud, 100% estatal y que la salud efectivamente sea un derecho, no un negocio. Las prioridades estarían puestas en función de las necesidades de la clase trabajadora, y ponerle fin a la pobreza que escala de forma estrepitosa.
Es desde esta perspectiva independiente que aspiramos a terminar con el lamentable esquema que sostuvieron todos los gobiernos de una salud para pobres y otra para ricos. Donde la ciencia, la tecnología y lo que se produce deje de estar en función de la ganancia de unos pocos, para pasar a estar a disposición del bienestar de las inmensas mayorías. Hacia ese camino vamos.