×
×
Red Internacional
lid bot

HACIA LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES. Kicillof anestesia la economía mientras la agenda se mueve a la derecha

El programa económico de las coaliciones patronales que disputan la sucesión de Cristina Fernández de Kirchner plantea una vuelta a los mercados financieros con bombos y platillos. La consecuencia será el ajuste anti obrero. El oficialismo lo practica en cuotas tratando de preservar el relato. Mientras, explora las vías de una nueva colocación de deuda. El FIT es la única opción que se planta frente al ajuste patronal.

Pablo Anino

Pablo Anino @PabloAnino

Martes 17 de marzo de 2015

El presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, declaró que "Argentina está en condiciones de hacer emisiones de bonos con la cautela que implica no volver a una etapa de endeudamiento". El objetivo sería "que una parte de los vencimientos no se paguen con reservas, sino con emisiones". De un solo plumazo dejó en evidencia varios mitos del relato oficial.

En primer lugar, se cayó el mito que reza que el gobierno sólo toma deuda para inversiones productivas e infraestructura. Bien lejos de cualquier expansión productiva, lo que develó Vanoli es que quieren tomar deuda para pagar deuda. El negocio por excelencia del capital financiero internacional.

En segundo lugar, lo que no puede explicar el relato oficial es por qué si el kirchnerismo desendeudó al país, ahora hay que volver a tomar deuda para pagar deuda. En los malabares discursivos de Vanoli (que plantea endeudarse, pero sin endeudarse) se expresa, no un arrebato de delirio del presidente del Banco Central, sino la necesidad del gobierno de conseguir dólares frescos lo antes posible para tratar de reanimar la alicaída economía conservando lo más posible el relato.

Pero el intento de volver a los “mercados” no es nuevo. Ya lleva varios capítulos. Se inició con el acuerdo entreguista con el Club de París, la indemnización a Repsol y la aceptación de la estafa de las privatizadas frente al Ciadi (un tribunal imperialista del Banco Mundial). Thomas Griesa viene poniendo piedras en el camino a la intención oficial de emitir nueva deuda. A esa encrucijada el gobierno llegó a partir de las condiciones aceptadas en los canjes de deuda nada soberanos realizados por Néstor Kirchner, Roberto Lavagna y Amado Boudou.

“Argentina tiene que recuperar el crédito internacional” declaró un economista en una entrevista con El Cronista. Pero en este caso no se trataba de un kirchnerista. El entrevistado es el macrista Rogelio Frigerio, presidente del Banco Ciudad. Claro que su programa va más a la derecha proclamando la necesidad de autonomía del Banco Central, un principio típicamente neoliberal. Y, por qué no, aceptar lo dictaminado por Griesa. El año pasado Mauricio había llamado a "cumplir el fallo judicial, aunque nos disguste".

Guillermo Nielsen, que en el pasado formó parte del gabinete económico de Roberto Lavagna bajo el kirchnerismo, y actualmente es el candidato massista para jefe de Gobierno en la Ciudad de Buenos Aires, se apresuró a decir que cualquiera que gane en las presidenciales tendrá que devaluar. Parece que en el Frente Renovador lo retaron. Pero el hombre expresó la opinión de muchos. Sólo que rompió el principio de todo político burgués, tan bien formulado por Carlos Saúl Menem cuando confesó que “si yo hubiera dicho lo que iba a hacer, no me votaba nadie”.

Poco sovietismo y mucha ortodoxia

Luego de la devaluación de enero del año pasado, el ministro de Economía, Axel Kicillof, logró conjurar las presiones sobre el tipo de cambio. Advirtió que la devaluación fogueó la inflación y acentúo la recesión. Entonces, giró la política económica hacia el lado opuesto: ancla cambiaria más bicicleta financiera con aumento de tasas de interés. El resultado: más recesión. Descubrió así el encanto de la ortodoxia económica para anestesiar la economía y tratar de navegar en aguas calmas hasta el fin del mandato presidencial.

Esas aguas calmas podrían sacudirse por la devaluación persistente del Brasil que no sólo está afectado por el estancamiento económico, sino también por una crisis política debido al ajuste que aplica Dilma Rousseff y los casos de corrupción en Petrobras. El plan del ancla cambiaria del kirchnerismo sufre la presión del vecino país. Brasil, además, señala un futuro posible. Dilma logró su reelección postulándose como un dique contra políticas más conservadoras para luego aplicarlas en ella misma. Cualquier parecido con el “nunca menos” kirchnerista no es pura casualidad.

En este contexto, la desaceleración de la inflación el “soviético” Kicillof la conquistó con la magia de la receta de la recesión.

Ajuste en cuotas

La industria sigue en caída libre, principalmente en el sector automotor (el más importante de las manufacturas locales). La pérdida de puestos de trabajo industriales es muy importante. La recesión se refleja en la tasa de desocupación que muestra un movimiento ascendente que la acerca al 7%. Claro que el avance de los retoques en el sistema estadístico deja cada vez más sospechas. Las cifras reales podrían ser más elevadas.

Según un informe reciente del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA), ligado a la CTA del oficialista Hugo Yasky, la inflación fue 36,8% en 2014 (medida por IPC-9 provincias). Ni allí le creen a las manipulaciones del INDEC que declara un aumento de precios mucho menor. Aunque el CIFRA explica la inflación por la puja distributiva (que obviamente es un factor importante), donde el poder oligopólico tiene gran incidencia, y olvida en el camino los tarifazos en transporte y otros servicios que fueron decisiones del gobierno, reconoce que la caída del salario real entre los trabajadores registrados fue 4,8% en 2014. Ni que decir el deterioro que sufre el salario real de los sectores no registrados que ni siquiera se benefician de las amañadas paritarias pactadas por la burocracia sindical.

Los ganadores de esa caída del salario real son de otra clase: "las grandes corporaciones fueron las principales beneficiarias del proceso redistributivo que se abrió con la devaluación. (...) Si bien no se trata de una muestra representativa del conjunto del sector privado (ni de la cúpula empresaria), las evidencias disponibles, conformada por los balances de 58 corporaciones que cotizan en la Bolsa de Valores, son considerablemente indicativas como para afirmar que, tras la devaluación, la rentabilidad sobre ventas de las grandes empresas aumentó 20% en 2014 respecto al año anterior. Las utilidades netas fueron el 6,7% de las ventas en 2013, mientras que en 2014, en el marco de un escenario recesivo, treparon a 8,0% sobre ventas, un guarismo superior a los dos años previos.", destaca el informe del CIFRA. Los bancos están entre los principales beneficiarios de esa fiesta de ganancias.

Según la Comisión Técnica de los trabajadores del INDEC que organizados en ATE enfrentan la intervención y las patotas en el instituto, el 25,5% de las personas eran pobres durante el primer semestre de 2014.

Los planes sociales y las políticas de consumo del gobierno (AUH, Procrear, Progresar, Procreauto, Ahora 12, etcétera) junto con el gasto estatal lograron que la recesión no sea más profunda, pero no impidieron que el consumo popular se siga restringiendo. No hay ampliación de derechos, como pretende el oficialismo, sino que la extensión de planes apenas contrarresta parcialmente la pérdida de puestos de trabajo y la caída del poder de compra del salario. Las preferencias de clase del oficialismo se develan al comparar los casi 100 mil millones de pesos que irán este año a los especuladores de la deuda con los 25 mil millones de la AUH.

El día lunes el ministro de Economía rechazó la posibilidad de modificaciones en el impuesto al salario a la vez que otorgaba subsidios a la pequeño burguesía agraria.

La política económica de Kicillof para los trabajadores significa un ajuste en cuotas que avanza lento pero persistente mientras se generan las condiciones para un ataque mayor.

El Frente de Izquierda y los Trabajadores se plantea un programa opuesto a las variantes patronales, ya sean kirchneristas, macristas o massistas. Rechaza el pago de la deuda externa, plantea la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores, un verdadero monopolio estatal del comercio exterior para combatir las especulaciones de los exportadores agrarios, la expropiación de los grandes terratenientes y medidas para recomponer el salario alcanzado un salario mínimo igual a la canasta familiar de $12.200 (según estiman los trabajadores de ATE del INDEC) para todos los trabajadores, el 82% móvil para los jubilados, el fin del trabajo en negro y del impuesto al salario. El FIT opone una agenda de los trabajadores al programa económico de la burguesía.


Pablo Anino

Nació en la provincia de Buenos Aires en 1974. Es Licenciado en Economía con Maestría en Historia Económica. Es docente en la UBA. Milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Es columnista de economía en el programa de radio El Círculo Rojo y en La Izquierda Diario.

X