Aumentó el hambre y los contagios con más de un millón de empleos afectados, sin embargo, frente a los principales ataques a la clase trabajadora, las declaraciones de Bárbara Figueroa no tuvieron un solo llamado a las y los trabajadores, solo exigencias estériles a quienes generaron esta crisis.
Sábado 23 de mayo de 2020
Si bien rechazaron el dictamen de la DT -que permite considerar la crisis sanitaria como un “caso fortuito” o de “fuerza mayor”, y que da manga ancha a empleadores para que despidan sin derecho a indemnización- se trata de un rechazo más que testimonial. El mismo Partido Comunista, que encabeza la CUT con Bárbara Figueroa, aportó votos para que se aprobara la ley de “Protección del empleo”, que permite a modo de “mutuo acuerdo” entre empleadores y trabajadores suspender, acortar jornada o, incluso, despedir sin goce de sueldo, como si los trabajadores de forma individual pudieran oponerse a la voluntad de los patrones sin ser despedidos.
Te puede interesar: ´Leyes del hambre: Piñera promulga ley de “Protección de Empleo”`
Te puede interesar: ´Leyes del hambre: Piñera promulga ley de “Protección de Empleo”`
Los resultados de esta estrategia de emplazamiento al diálogo con el gobierno y los empresarios están a la vista: han empeorado las condiciones de vida de la inmensa mayoría de pobres y trabajadores.
Hace unas semanas, vimos a Piñera llamando a una nueva normalidad para reabrir el comercio, buscando asegurar las ganancias empresariales. Luego imponen una cuarentena en Santiago (donde cientos de miles siguen trabajando en sectores no esenciales), mientras quienes viven del ingreso diario recibirán bonos de $ 65 mil por carga, condenando a miles al hambre, como vimos en El Bosque, y cientos a la muerte (como reflejan las cifras, que de forma vertiginosa aumentan al ritmo de una persona cada 35 minutos, según consignó El Desconcierto).
El despertar de octubre solo está en pausa
Esta ley fue aprobada en el contexto de pandemia, que fue excusa para endurecer la represión y el autoritarismo estatal. Solo así lograron retomar el control de las calles y pasar a realizar ataques en contra la clase trabajadora, que venía haciendo una importante experiencia de lucha contra el régimen heredado de la dictadura a partir de octubre de 2019.
Cabe destacar el punto de inflexión que significó el 12 de noviembre de 2019, cuando se mostró la disposición de combate y la potencialidad de la entrada de los trabajadores organizados, empuñando el histórico método de lucha que es la huelga general. Esa jornada de protesta obligó a los partidos tradicionales a cerrar filas para intentar desviar las manifestaciones a las urnas con una cocina constituyente.
Te puede interesar: ¿Qué diferencias hay entre una Convención Constitucional y una Asamblea Constituyente Libre y Soberana?
Te puede interesar: ¿Qué diferencias hay entre una Convención Constitucional y una Asamblea Constituyente Libre y Soberana?
Pero eso no es todo. En medio de un hervidero de rabia -avivado por el hacinamiento del transporte público, el hambre de los cesantes y miles de suspendidos- el gobierno y la oposición preparan un nuevo Pacto Social para bloquear la posibilidad de regresar al Chile de las protestas, ese que impugnó el régimen heredado de la dictadura. Sin embargo, mientras el empresariado y su gobierno disciplinan con represión y despidos a ese pueblo que se levantó contra 30 años contra una democracia que naturalizó la prepotencia patronal, la principal dirigente de la CUT no le dirige ni una sola palabra o llamado a sus bases, demostrando que no es de su interés apoyarse en la fuerza organizada de las y los trabajadores para enfrentar los despidos, el hambre y la miseria; sino más bien, intenta dialogar y monitorear las leyes pro empresariales del gobierno.
Te puede interesar: Gobierno y oposición cocinan pacto social para que la crisis pospandemia la pague el pueblo
Te puede interesar: Gobierno y oposición cocinan pacto social para que la crisis pospandemia la pague el pueblo
En tanto, Piñera, el gobierno y los empresarios avanzan decididos a arrebatar los pocos derechos laborales que quedan, actuando con prisa y decisión para evitar que en Chile se repita un escenario como el de la huelga del 12 de noviembre que, por otro lado, sería la única forma de sentar las condiciones para frenar a los sectores no esenciales y desarrollar la organización necesaria como para colocar los recursos existentes a disposición de los trabajadores que representan la primera línea en el combate de esta pandemia. Además, fundaría las bases de la organización para defender las condiciones de vida de la clase trabajadora ante el receso económico de proporciones históricas al que se adentra el mundo.
Mientras más nos demoramos en desarrollar una política de autoorganización de los trabajadores, más tiempo tiene el gobierno para imponer su normalidad de prepotencia e impunidad empresarial. Esto ha quedado en evidencia con la reciente censura hacia las proyecciones del grupo Delight Lab en Torre Telefónica, en donde se utilizó la técnica de “luz sobre luz” para ocultar la denuncia del hambre en Chile. Estos y otros mecanismos de censura apuntan a prevenir nuevas movilizaciones, acallando con represión a quienes protestan porque no tienen para comer, pero también desarticulando con despidos y suspensiones a trabajadores que fueron parte del estallido social.
Te puede interesar: "Gobierno apuesta por nueva ayuda económica a grandes empresarios mientras incrementa el desempleo y el hambre"
Te puede interesar: "Gobierno apuesta por nueva ayuda económica a grandes empresarios mientras incrementa el desempleo y el hambre"
Ahora es cuando se juega la pospandemia: ¿volvemos a la normalidad del Chile patronal?
En cada acto de resistencia se juega quién pagará la crisis sanitaria, el receso económico y cómo se cierra lo que se abrió en octubre. La historia demuestra que será necesario luchar hasta para comer. La unidad de trabajadores, pobladores, las mujeres y la juventud tienen la facultad de imponer, a la burocracia que dirige la CUT y a los grandes sindicatos, una estrategia de lucha y un paro nacional para pelear por un plan de emergencia que parta por un impuesto extraordinario a las grandes fortunas, permitiendo así financiar para todos los cesantes y trabajadores informales un salario igual al de la canasta básica familiar. No sirve declarar en líneas generales que “llegó el momento de hablar de un impuesto a las grandes fortunas del país para enfrentar la crisis sanitaria” como señaló Figueroa. Para hacer carne ese impuesto habrá que luchar contra el gobierno, la represión, los empresarios, pero también contra la burocracia sindical, que bloquea la confianza de los trabajadores en sus propias fuerzas.
Las familias obreras no pueden pasar hambre
Hay que reorganizar la distribución y la producción de este sistema irracional, que sean controladas por sus trabajadores, para asegurar el abastecimiento de todos los sectores populares. Hay que pelear para que la crisis la paguen los empresarios.
Es necesaria la autoorganización, apoyándose en las bases activas que están impulsando un movimiento contra los despidos y suspensiones; en quienes están en huelga, como en Guanaco; los comités de Salud y Seguridad en el Barros Luco en Santiago y el de Seguridad y Resguadro del Hospital Regional de Antofagasta, que agrupan a funcionarios, estudiantes y pobladores; o las diferentes asambleas que actualmente organizan ollas comunes. Todas estas iniciativas pueden ser un punto de apoyo para que junto a los sindicatos, centros de estudiantes y de vecinos se articule la defensa de las condiciones de vida del pueblo trabajador.
Te puede interesar: "Abramos el debate: construyamos una nueva izquierda en Chile, revolucionaria y de la clase trabajadora"
Te puede interesar: "Abramos el debate: construyamos una nueva izquierda en Chile, revolucionaria y de la clase trabajadora"
Javiera Márquez
Periodista