Se avecina una paralización para este 11 de abril convocada por la CUT. Pese a que el llamado se efectuó hace varios meses, la dirección de la central sindical poco y nada ha realizado para garantizar una jornada de movilización efectiva.
Martes 2 de abril de 2024
Escándalo fue lo que provocaron las palabras de Daniel Núñez, diputado del Partido Comunista, quién planteó que para retomar el programa de gobierno había que ejercer “presión social”. La derecha hipócrita saltó condenando los dichos de Núñez, comunicaron que era una amenaza, que podría provocar un nuevo “estallido” o que estaba “bastante cerca de lo que hacían las dictaduras”.
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Con esto la derecha buscó desviar la atención del caso Hermosilla, que principalmente les golpea a ellos, a la vez que reafirmar su balance de la rebelión del 2019: un “estallido delincuencial” donde la protesta social no es legítima.
Esta lectura interesada de la derecha busca borrar el cuestionamiento al modelo capitalista y neoliberal de los llamados “30 años” y volver a legitimar políticas públicas de privatización de la salud, la educación, las pensiones o el modelo de focalización del gasto social.
La política de la derecha tras el escándalo que generaron los dichos de Núñez se hace evidente sobre todo cuando se presentan movilizaciones como el paro de camioneros que ellos muchas veces respaldaron. El problema no es entonces la movilización o no. La discusión radica en cómo seguir asentando un relato donde las movilizaciones son sinónimo de delincuencia, en un marco donde los problemas de seguridad están a la orden del día en todo Latinoamérica, base de proyectos populistas de extrema derecha como Milei.
Sin embargo, los dichos de Núñez guardan un enorme problema para el fortalecimiento de la organización de las y los trabajadores. el Partido Comunista (y aquí podemos sumar también al Partido Socialista, ambos presiden la CUT Chile hoy) toma por estrategia para la conquista de reformas la presión social al gobierno. Utiliza a los movimientos de masas y a las organizaciones obreras, estudiantiles y populares como moneda de cambio para la negociación en el parlamento, con la derecha y los grandes empresarios.
Por este motivo no sorprende que nuevamente estemos ante un paro invisible. La CUT prepara una convocatoria nacional en la que son los mismos dirigentes, y a lo más su base más fiel y asidua políticamente, con un acto político completamente rutinario. La dirección de la CUT no ha convocado las asambleas de base por lugar de trabajo. Tampoco ha buscado la unidad con el paro docente de Antofagasta que ha convocado históricamente a 52 liceos municipales además de colegios particular pagados y subvencionados. Menos ha buscado la unidad con los pobladores de la toma dignidad que se continúan movilizando hacia La Moneda exigiendo el derecho básico a la vivienda y contra el desalojo de Carter.
Es urgente que la CUT Chile convoque a un paro efectivo. Organizado con un mandato a todos los sindicatos y afiliados a asambleas base para que se discuta un pliego unificado de demandas para unir la fuerza de los trabajadores con el conjunto de la población. El punto de partida ha de ser el apoyo incondicional a luchas actuales en curso como lo es la movilización docente en Antofagasta o la lucha contra el cierre de Huachipato.
El objetivo no puede ser negociar migajas con el gobierno, la derecha y los grandes empresarios. Es necesario reponer una agenda política de las y los trabajadores que pelee por salarios mayores a los 750 mil pesos. Que coloquemos al centro la reducción de la jornada laboral sin rebaja de sueldo para que trabajemos todos y como medida para paliar las altas cifras de cesantía. Sin olvidarnos del derecho a la salud, a la educación y a la vivienda.