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Red Internacional
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Tribuna Abierta. La Coordinadora Obrero Estudiantil durante el Tucumanazo, 1969 - 1972 (segunda parte)

Rubén I. Kotler Dr. en Historia - Docente

Sábado 28 de mayo de 2016

Primera Parte

“¡Compañeros, vamos a la Universidad!”(1)

(…)

Pregunta: ¿Y ahí (durante los Tucumanazos) cómo organizan…?

Hugo Andina Lizárraga: Y ahí hacemos la movilización, ahí está, era una cosa, una cosa…

P: Como una especie de estado de asamblea permanente…

Andina Lizárraga: Ahí está, ahí quiero llegar, vos hablas de los estudiantes, toda esta historia que te estoy contando es para ver cómo desemboca. Estábamos en la Plaza Independencia, que se yo, protestando… bueno, un quilombo bárbaro y se me ocurrió ir a la Universidad, estos hijos de puta, la isla por isla y que nunca participan en nada… “¡Compañeros, vamos a la Universidad!”, justamente se da la casualidad de que había huelga de FATUN (2) , ese fue el motivo que me permitió más o menos que se vayan todos los compañeros del Operativo Tucumán, que eran más de mil, todos a la Universidad Central –el rectorado-, total quedaba cerquita, llegamos ahí adentro y le copamos toda la Universidad Central, el patio ese grande que tiene, nos metimos hasta en las oficinas, nos sentamos ahí, que se yo, y todos con machetes (3) , el “inca-Paz” (4) que estaba de rector o no recuerdo quién estaba de rector en ese entonces, no me acuerdo… el asunto es que se escondió ahí arriba y empezaron a tomar participación por primera vez en la historia los estudiantes, por fin dejaron de pedir prestado overoles (…)

P: ¿Y de ahí surge la coordinadora obrero – estudiantil?

Andina Lizárraga: No, después se hace, después se hace, una vez que entra todo esto se hace ahí y empiezan a participar (…) bueno, algo había en Córdoba… y ahí se empieza a hacer la coordinadora obrero estudiantil, y yo era representante encumbrado por la comisión obrera, por FOTIA como delegado directamente ante los estudiantes (…) Y bueno, nosotros partimos desde la zona de tribunales, son las primeras barricadas que se van haciendo y aparte se hacen con materiales de obras, tal es así que nosotros agarramos a mujeres policías que estaban infiltradas, las detectamos, milicos que estaban también infiltrados los detectamos (…)

P: ¿Con qué dirigentes estudiantiles se acuerda usted que trataban?

Andina Lizárraga: Con todos, por ejemplo Marteau que estaba con el Trosco Salvatierra, pero no sé, Marteau me daba la sensación, y siempre era el comentario nuestro, que pateaba para que los milicos lo pongan preso, o se hacía poner preso, porque en la Junín él no aparece sino solamente cuando estaba preso…

(…)

P: Para sostener la barricada había que tener una organización…

Andina Lizárraga: Y sí. Ahí empiezan los compañeros estudiantes a tener una participación permanente, Salame, los hermanos Valenzuela, el ciego Mercado, el “gringo” Ponce, la compañera Mabel, esa que es de las madres de Desaparecidos, tiene al esposo desaparecido, la hermana de la Mrad, también que es la Madre de Plaza de Mayo, la hermanita… y bueno, un grupo de compañeros, a parte del “macho” Luna, todos, todos, y entonces poníamos el nombre nuestro, cada barricada tenía nombre, cada barricada tenía su respectivo nombre, la barricada Gral. Valle, la barricada Gral Cogorno (…) la barricada Eva Perón, la barricada Evita, la barricada 17 de octubre, teníamos barricadas hasta en la Plazoleta Dorrego…

P: Después de esto, cuando se levantan las barricadas…

Andina Lizárraga: Teníamos la barricada más avanzada en la calle Crisóstomo y Congreso, esa era la barricada más avanzada, que es la que nos permitió ya avanzar a la Plaza Independencia.

P: Se produce el Tucumanazo del 69 y luego el Tucumanazo del 70, ¿ustedes siguen participando de esa coordinadora obrero - estudiantil?

Andina Lizárraga: Sí, sí… siempre y tan es así que el Tucumanazo dura más de lo que pudo haber durado el Cordobazo, un poco pedante, no quiero ser, pero creo que sí. Tan es así que yo me pongo a pensar a veces como hice para resistir sin dormir y sin nada, a parte subíamos a los techos y con bombas molotov a los carros hidrantes, a los carros de asalto, a la misma Federal que iba contra la pared, le tirábamos desde arriba de los techos…

(…)
P: Ustedes tenían una conciencia de la lucha, pero, y ¿los estudiantes tenían una conciencia o cómo era?

Andina Lizárraga: Mirá, era una coordinación de militantes pero yo no puedo hablar de si ellos lo hacían con conciencia o sin conciencia, porque cada organización que ellos representaban, creo que se mueven a través de un proyecto político, que tienen todo ya directamente desarrollado y planifican hasta si es posible la toma del poder, cosa que nosotros también comenzamos ya a visualizar, a ver directamente la necesidad de la formación, de una organización, y tan es así que yo empecé allá a leer a Marx, (breve silencio) leer a Marx…

P: Y la influencia…

Andina Lizárraga: La influencia de los estudiantes repercute un poco y le agradezco a muchos que yo he aprendido gracias a ellos, a las discusiones políticas que hacíamos en la propia universidad, yo iba en representación directamente del movimiento obrero y escuchaba hablar en términos un poco bastante que no les entendía porque aparte eran muy lenguaraz (…) y ahí me vi obligado a tener que leer varios libros que nunca pensé leerlos, empecé a sacarme la brutalidad de encima, ya dejé de ser un poco embrutecido, ya tenía más claridad, ya desarrollaba más, ya veía aparte yo un poco más lo importante era sí o sí, porque yo era un compañero militante en la JRP original que surge con Gustavo Urrearte que después hacemos el MRP, la Juventud Revolucionaria que viene a Tucumán y forma zona (…)

“…Nosotros tratamos de enseñarles a hablarle a los estudiantes…”(5)

José Luna: El tema con los idas y vueltas con los conflictos que había en la provincia, nos hace que, así como nosotros pedíamos apoyo para poder mantener ese comedor los trabajadores también nos pedían apoyo porque habían cerrado su ingenio, habían cerrado al Textil Escalada, habían cerrado una cantidad enorme de fábricas, muchísima gente que no tenía trabajo, otras a las que no le pagaban, toda la provincia era un hervidero muy especial, digamos. La dirección del movimiento obrero no había podido llevar adelante una lucha más férrea para tratar de no seguir retrocediendo porque era pérdida tras pérdida, retroceso tras retroceso, o sea, las batallas eran por tratar que no te quiten algo más, o sea, la concentración del capital era tan fuerte que iba como una topadora contra todas las conquistas anteriores, todas las fuentes de trabajo, iba aniquilando todo eso e iba acorralando a toda clase obrera. Obviamente que con el cierre de ingenios el 95% de los mejores dirigentes se fueron, porque era la planta permanente, eran los que mejor preparados estaban, los que quizás no fueron a formar parte de los cordones de villas miserias en Buenos Aires sino que consiguieron algún otro trabajo un poquito más especializado porque sabían manejar una máquina en el ingenio, porque tenían una preparación (…)

P: Un viejo militante peronista nos decía, cuando le preguntamos sobre la unidad obrero – estudiantil que siempre se menciona, que se fue haciendo en las calles ¿esto fue así o de qué manera se fue conformando y si es que existía esa unidad?

José Luna: Al comienzo no había nada, no había nada y al revés, había una desconfianza de algún sector, sobre todo del peronismo, de la CGT, del peronismo, con respecto a los estudiantes por lo que había pasado en el ‘55 y en otros momentos en los que los estudiantes estuvieron en contra del movimiento obrero, entonces había hasta una desconfianza. Después, para mí el trabajo de Raymundo Ongaro acá con la “CGT de los Argentinos” (6) , fue clave, que él hacía un trabajo abarcativo más poblacional, llamaba a todas las fuerzas y el programa de la CGT de los argentinos como el programa de Huerta Grande y La Falda, eran programas mucho más amplios, que no contemplaban los intereses del movimiento obrero solamente sino que había un proyecto de país entonces hablaba de la nacionalización de la banca y hasta llegó hablar de socialismo nacional en esos programas, entonces eso abrió las puertas para que el movimiento obrero y los sectores de la población… yo creo que allí es donde se da, desde mi punto de vista, los que algunos escritores, ya en la década del 60 o 70 vienen a llamar los movimientos poblacionales. Nosotros ya no éramos la típica clase obrera que se movía con su mameluco o de acuerdo a la Revolución Rusa, Cubana, etc, sino el resto que había quedado de la clase trabajadora, el resto de ingenios cerrados, una bandera atípica, nos movemos los ingenios cerrados, o sea… ya no tenés más tu trabajo, ya no tenés nada más eso, era la población que vivía en condiciones muy paupérrimas o ibas a un sector de la gastronomía y le preguntabas cuánto ganaba a ese compañero y toda la vida eran unos sueldos de mierda, en condiciones de mierda y en negro e ibas a otro sector de todos los que trabajaban aquí y se diferenciaban del que andaba juntando basura o cartón solamente porque tenía un miserable sueldo y punto… entonces ese sector, que también es trabajador y mal pagado, explotado, etc etc, vivía con los dientes de punta viendo qué podía hacer, con ese trabajo no le servía para nada, etc etc. Y nosotros que nos abrimos hacia el sector de los trabajadores por unir nuestros intereses para tratar de ver si juntos podíamos vencer a la dictadura, porque veníamos de derrota en derrota, de denunciar y de perder y de perder, y ahí un poco, en el caso particular nuestro acá en la capital nuestra primera alianza, de los estudiantes, es con los “no docentes”, eso sirve para que le planteemos al resto de los estudiantes que era necesaria la alianza obrero – estudiantil y se forma una comisión, todo el mundo avala, dice que si, y una comisión obrero – estudiantil, y esa comisión obrero – estudiantil ya sí tenía relación con la Textil Escalada… es más, los de la Textil Escalada, realmente nosotros, como pequeño grupo, así, que nos íbamos formando, realmente yo en esa época comienzo mi correlato popular era que en el ingenio los trabajadores eran peronistas entonces yo entendía que eso era luchar por el sector que se interesaba por los trabajadores, por los pobres, y en la Universidad trataba de ver cómo se interesaban por los trabajadores, entonces con un grupo de compañeros que venían un poco del humanismo (…) empezamos a armar una corriente que fue la base un poco del trabajo en los ingenios y en las villas. Entonces yo veo que algunos empezaban a hacer un trabajo sobre todo en Tafí Viejo y en algunas villas miserias de aquí, y ya con la comisión obrero – estudiantil formada nosotros entramos a hacer trabajo más puntual en la Textil Escalada básicamente, y, el gran problema que se presentaba básicamente era que varios de los trabajadores de esos lugares, un poco los que dirigían el sindicato nos planteaban un tema: “nosotros no podemos ir a hablar a la universidad, nosotros no sabemos hablar, qué vamos a ir a decirles a los estudiantes, nosotros no sabemos hablar, nosotros nos sabemos reunir aquí nada más, entre nosotros y de ahí ver qué vamos a hacer y resistir, pero ir a hablarle a la masa de los estudiantes nosotros no podemos hablar, no sabemos”, entonces nosotros tratamos de enseñarles a hablarle a los estudiantes en el caso del Salinas y de varios compañeros que venían, empezaron a venir, los trajimos al comedor, se paraban y les hablaban a los estudiantes con su lenguaje, tartamudeando, etc., etc., etc. Entonces los estudiantes también entran a tener mayor sensibilidad y otras corrientes, que uno al detalle no conoce, también hacían algún trabajo en los lugares donde tenían algún trabajo popular, incipiente, etc. Surge en el movimiento obrero varias corrientes aquí en la provincia que podemos llamarles combativas, por ejemplo el compañero Pacheco del sindicato gráfico, el que tenía muy buena posición era el compañero Juan Olmos de la municipalidad de Famaillá, que era un compañero honesto, con la FOTIA teníamos una relación, bueno, cabecéandola por ahí teníamos algunas cosas o por ahí no, o cuando venía Ongaro nos acercábamos un poco más, no fue fácil la relación, porque bueno, yo no sé si sería por las corrientes políticas, teníamos una relación, pero una relación así, más distante. Nosotros teníamos más relación con los sindicatos de base, con los sindicatos en sí mismos, era más proclive el sindicato de La Providencia, el sindicato del San Juan (los ingenios)…

P: Más con los sindicatos que con la Federación…

José Luna: Con la Federación, lo mismo con la CGT...

P: ¿Qué relación tenían con Leandro Fote o con Atilio Santillán? (7)

José Luna: Claro, es más difícil, con Leandro (Fote) sí o con el “chueco” Rodríguez; con Santillán no la teníamos mala (a la relación), la tenía mejor lo que después fue la JP (8) que nosotros, pero había una buena relación… (Silencio), Arancibia de ATEP (9) , había toda una línea de sindicatos combativos muy importante, muy bueno, que después salieron a la palestra en ese momento. Todos luchaban pero nadie podía avanzar para su sector porque la dictadura tenía todo un plan de concentración para Tucumán que pasaba primero por doblegar los brazos a Tucumán de manera que tal, que como dice el capitalismo, ordenar socialmente la zona y después aplicar los paquetes….

Palabras finales, un mapa por trazar

Visto desde el presente, el proceso de luchas sociales presentado en este trabajo plantea una serie de cuestiones, muchas de las cuales todavía quedan por ser resueltas. El devenir de la historia personal de cada uno de los militantes que han tenido cierta participación en alguno de los tres Tucumanazos, las contradicciones propia de los actores sociales y de la propia historia del país, los olvidos, tanto los personales como los colectivos, la influencia de los medios masivos de comunicación en la formación de la opinión pública sobre los ’70, entre otras cuestiones, asumen en los testimonios datos reveladores que indican lo contradictorio del propio proceso histórico. Entre lo individual de las acciones y lo colectivo del movimiento se desenvuelve una trama que solo es posible rastrear a través del testimonio de los ex militantes setentistas.

Las contradicciones del pasado se vuelven contradicciones en el presente, ya que se habla desde el aquí y el ahora, mirando a ese pasado desde muy diversas ópticas. Los recuerdos que parecían difusos se vuelven un poco más claros a medida que los entrevistados recuerdan y revisan su propia experiencia vívida. Jelín, citando a Ricouer sostiene que “lo que puede cambiar es el sentido de ese pasado, sujeto a reinterpretaciones ancladas en la intencionalidad y en las expectativas hacia ese futuro. Ese sentido del pasado es un sentido activo, dado por agentes sociales que se ubican en escenarios de confrontación y lucha frente a otras interpretaciones, otros sentidos, o contra olvidos y silencios. Actores y militantes “usan” el pasado, colocando en la esfera pública de debate interpretaciones y sentidos del mismo”. (10) Siguiendo a Jelín, el “sentido del pasado es un sentido activo, dado por agentes sociales que se ubican en escenarios de confrontación y de lucha frente a otras interpretaciones, otros sentidos, o contra olvidos y silencios. Actores y militantes “usan” el pasado, colocando en la esfera pública de debate interpretaciones y sentidos del mismo”.(11) Es aquí donde nos situamos a la hora de analizar los testimonios de los militantes setentistas. En la confrontación del pasado con el presente por un lado, y del enfrentamiento entre la interpretación personal y otras interpretaciones de ese pasado. Aquí la lucha contra el olvido o los silencios, es la lucha contra los modelos oficiales de interpretación que pretenden una mirada hacia el futuro sin revisión del pasado, una vuelta de página que se supone cerrará las heridas abiertas. El recuerdo individual se enfrenta a un proyecto oficial de olvido, por un lado, y al recuerdo de otros actores sociales que han participado de un mismo suceso y que tienen una visión diferente, por otro.

Donde mejor se aprecia esta confrontación es en la evaluación que de ese pasado hacen los propios militantes. El mismo Marcos Taire, citado más arriba, concluía en la entrevista que muchos de los objetivos que hoy son una utopía, en aquella época parecían estar al alcance de la mano. La glorificación de ese pasado de lucha se deja traslucir en las actuaciones individuales: “el yo lo hice” o el “yo estuve allí” retorna a lo colectivo en la presencia individual dentro de cada espacio de actuación. Mientras Andina Lizárraga destaca su participación en la coordinadora de ingenios cerrados desde un espacio vinculado al peronismo, José Luna lo hace ubicándose como dirigente en el comedor estudiantil dentro de una fuerza política vinculada al socialismo. Sin embargo ambos enfatizan la modalidad de acción bajo la cual sin la participación conjunta de los dos sectores, obreros y estudiantes, hubiera sido imposible alcanzar determinados objetivos. La emergencia de la alianza se dio en la acción y la evaluación que se hace hoy resulta positiva. Andina Lizárraga insiste que tuvo que salir de “bruto” leyendo incluso a Marx; por su parte Luna explica las dificultades de conseguir convencer al estudiantado la necesidad de acercarse a los trabajadores. La compleja trama se vislumbra también en los testimonios citados cuando mencionan las relaciones de cada sector, sea estudiantil u obrero, en determinados grupos, pues queda claro también que la heterogeneidad de organizaciones, posiciones políticas y adscripciones partidarias marcaban diferencias en la visión sobre tácticas y estrategias e incluso sobre objetivos. Este primer acercamiento a la cuestión de la relación entre obreros y estudiantes en el marco de las luchas de los Tucumanazos, es un intento por comenzar a echar luz sobre algunos aspectos de una historia reciente que todavía está por escribirse. A los escasos estudios sobre la historia del movimiento obrero en Tucumán, se suma la dificultad de contar con documentación que dé cuenta de la trayectoria de los trabajadores del azúcar. Si bien este primer acercamiento ha buscado recuperar la memoria obrera y estudiantil del proceso, nos proponemos seguir indagando en esta etapa aún inconclusa desde una mirada analítica. Los Tucumanazos fueron bisagra en la historia local marcando un antes y un después, y aún hoy repercute en la memoria de las luchas presentes, una generación que hace más de 40 años se puso de pie para enfrentar en las calles a una feroz dictadura que vino, a partir de 1966, a quitar por la fuerza derechos adquiridos.

Bibliografía
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Fuentes periodísticas:
La Gaceta de Tucumán – Clarín – La Nación – Revista Primera Plana

Filmografía:
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Heluani, Diego y Kotler, Rubén (2007): El Tucumanazo.
Reynoso, Ricardo (2013): Tucumanazo, Poder popular.

Fuentes orales:
Héctor Marteau, ex dirigente estudiantil durante los Tucumanazos; Marcos Taire, periodista y ex militante del Frente Antiimperialista por el Socialismo; Hugo Andina Lizárraga, ex militante del peronismo combativo; José “el macho” Luna, ex militante del Frente Antiimperialista por el Socialismo – FAS – y uno de los líderes estudiantiles durante los Tucumanazos.
Todas las entrevistas fueron realizadas por el autor.