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Red Internacional
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43 º ANIVERSARIO. La Espiral de Mattelart: el rol de los medios en el golpe de Estado en Chile

Recuperamos para nuestros lectores el film que desnuda la estrategia comunicacional de la burguesía y la derecha chilena en el derrocamiento de Allende en 1973. Una mirada particular sobre la preparación del golpe de Pinochet.

Martin Espinoza @martinespi05

Domingo 11 de septiembre de 2016

El 1962, el sociólogo belga Armand Mattelart consiguió un diploma de especialización en demografía en la Sorbonne, en Francia, y partió a Chile. Allí comenzó su carrera universitaria en la Escuela de Sociología de la Universidad Católica de Chile. Posteriormente, en 1967 comenzó a trabajar para las Naciones Unidas como experto en desarrollo social y se dedicó al estudio de los medios de comunicación de masas, poniendo en pie un grupo de investigación junto a Michèle Mattelart y Mabel Piccini en el Centro de estudios de la realidad nacional (CEREN), recién creado en la Universidad Católica de Chile. Con el triunfo electoral de la Unidad Popular (UP) y la asunción de Salvador Allende como presidente, se dedicó al desarrollo de políticas de comunicación en ese país.

Como producto de aquellos años en Chile, adonde permaneció hasta ser expulsado tras el golpe encabezado por Augusto Pinochet, surgió la película La Espiral. El film realizado por el autor de “Para leer al Pato Donald”, junto a Jacqueline Meppiel, Valérie Mayoux y en colaboración con Chris Marker, fue producido entre 1974 y 1975, y estrenado en Francia en 1976.

Armand Mattelart hace un importante aporte para entender el rol de los medios de comunicación de masas para que la burguesía y la derecha lograran construir su hegemonía, preparando el terreno para la consumación del sangriento golpe.

En 2008, Mattelart publicó un artículo poco conocido en los “Cuadernos críticos de la comunicación (n°4) de la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona) titulado "La espiral: notas al margen de una aventura cinemátográca", cuyo original me lo envió por mail, autorizandome gentilmente a publicar extractos del mismo para este artículo. Allí el autor habla sobre el proceso de producción de aquel documental y cuenta que la “variedad misma de las fuentes" para la producción del documental "implicaba encontrar un ‘polo’. No un ‘eje’, término ambiguo, que puede contener bajo una apariencia de apertura todas las censuras, todas las mutilaciones. De allí la voluntad de arraigar investigación y realización en un terreno sólido y definido. Las investigaciones que había emprendido a lo largo de la Unidad Popular y bajo la presidencia de Eduardo Frei me ha conducido a esta idea simple pero eficaz: encontrar la unidad del relato y de acción, no en la estrategia de la UP, sino en la de sus adversarios”.

En otro fragmento del artículo, Mattelart señala cómo “la burguesía, los sectores históricamente dominantes, y sus gremios patronales, construye su estrategia, cómo descubre de construir un frente unido, una ‘línea de masa ‘. Cómo reactiva para llegar a sus fines toda la acumulación histórica de las inversiones ideológicas de su hegemonía, cómo construye sus alianzas nacionales o internacionales para, al fin, hacer defender sus intereses de clase por gran parte de los gremios de una pequeña burguesía atemorizada. En breve, como en realidad aplica por su cuenta las enseñanzas de los teóricos revolucionarios (por algo hablamos de una « burguesía leninista »), tal es el hilo conductor del film, llamando dialécticamente una reflexión sobre la estrategia y las tácticas de la UP.”

El sociólogo belga se ocupa de aclarar que su “visión” le debe mucho a la teoría gramsciana de la “guerra de posiciones “ y que “la centralidad que adquirió la dimensión comunicacional y periodística es un índice de la importancia que revistió el frente ideológico y cultural. Otros se dieron en el campo de la educación (…)”

En cuanto a La Espiral, y como el propio relato lo señala, no cuenta “la historia de la UP. Otras películas lo hacen y se necesitarán muchas para expresar la riqueza de esos tres años. Queremos explicar cómo la derecha chilena hizo de esos tres años una máquina infernal que arranca antes de la elección de Allende”.

Sacar las lecciones, aprender de la historia, se vuelve vital para las luchas por venir de la clase trabajadora y los sectores populares. En ese sentido, el proceso revolucionario chileno cerrado a sangre y fuego por el golpe pinochetista de 1973, es una de las experiencias más avanzadas del ascenso abierto por el Mayo Francés en 1968 y que recorriera los cinco continentes.

No es la intención de aquí abordar ni hacer un balance crítico del conjunto del proceso revolucionario chileno para lo cual sugiero otros artículos que expresan la visión de nuestra corriente política al respecto.

Particularmente, la intención es rescatar un aspecto de aquel rico proceso que dio a luz la instancia más avanzada de autoorganización obrera y popular como fueron los Cordones Industriales. El rol de los medios de comunicación de masas y su papel en la construcción de hegemonía que fue decisivo en la confrontación de revolución y contrarrevolución.

En ese sentido, queremos rescatar para nuestros lectores el importantísimo aporte hecho por Mattelart