Luego de un mes de silencio, la presidencia de la federación se convocó a reunión con los presidentes de los centros de estudiantes para “defender y garantizar los derechos al cursado de las carreras”.
Maximiliano Olivera @maxiolivera77
Domingo 2 de septiembre de 2018 23:00
Ante el inicio de la quinta semana de huelga docente, la Federación Universitaria de Tucumán (FUT), presidida por la Franja Morada, convocó a una reunión con los presidentes de los 13 centros de estudiantes de la UNT. El encuentro -citado para este lunes a las 14 en el salón del Consejo Superior en el Rectorado- tiene como fin “defender y garantizar los derechos al cursado de las carreras, las mesas de exámenes y la regularidad de materias, sin dejar de acompañar la lucha docente”. Una formulación poco cuidada para disimular el ataque a la huelga docente y apuntar contra la creciente autoorganización estudiantil.
Luego de un mes de silencio, la Franja Morada utiliza el sello de la FUT para intentar romper las acciones votadas democráticamente por los estudiantes bajo el argumento de la “representatividad”. 13 personas decidirán por 70.000 estudiantes. Alojados por el Consejo Superior, preparan entre cuatro paredes luego de que se realizara una primera Asamblea Interestudiantil, que votó una toma del Rectorado, y cuando esta semana se convocarán asambleas en todas las facultades y centros universitarios para finalizar la semana en una nueva Interestudiantil.
¡Que no decidan por nosotrxs!
En momentos de ascenso de la autoorganización estudiantil, las conducciones de los centros de estudiantes y federaciones suelen arrogarse la “representatividad” del estudiantado y, por lo tanto, el poder de decisión y veto. Este argumento se asienta en el hecho de que año a año se votan en elecciones. Con palabras democráticas quieren respaldar hechos antidemocráticos.
Copiado del arsenal de la democracia burguesa, este argumento quiere presentar como democrático el hecho de que una persona por haber votado una vez al año tenga que estar atada a las decisiones que sus “representantes” toman todos los días. Algo que se agrava cuando hay organización desde abajo, discusión y votación democrática, como sucede en las asambleas, en los momentos de lucha. A modo de ilustración, durante la tercera semana de paro docente, solo se habían reunido en asamblea los estudiantes de Artes y Filosofía y Letras. En la primera, la convocatoria partió de la carrera de Teatro, en la segunda surgió de la carrera de Letras. Las conducciones de ambos centros (D+ en Artes, La Bolívar-MPE en Filo) no habían convocado. En el resto de las once facultades los centros siguieron en silencio. ¿Qué funcionamiento democrático se arrogan los centros, entonces?
Ahora, la Franja Morada y la FUT quieren que la decisión de 13 personas tenga poder de veto sobre lo decidido por cientos de estudiantes que participan en las instancias de autoorganización. Pero esta política morada tiene una cobertura por izquierda de adversarios que igualmente comparten esta lógica.
En su última declaración, el MPE (presidencia de los centros de Filosofía y Letras junto al de Bioquímica) convoca “a los centros de estudiantes a profundizar los esfuerzos para lograr la unidad del movimiento estudiantil. ¿Acaso esa “unidad” se construye entre cuatro paredes? ¿o discutiendo abiertamente en asambleas? En otro tramo, se habla de que los centros “se sumen y acompañen las asambleas”, una exigencia progresiva hacia la Franja Morada pero que el MPE no practica en los hechos. Cuando todo el activismo convocaba a la Interestudiantil, el MPE realizaba una convocatoria paralela junto a Sidiunt y la Conadu, quienes habían levantado el paro esa semana, en claro boicot. Cuando desde la Interestudiantil se pidió que las actividades que La Bolívar-MPE había planificado junto al Decanato se trasladen a la toma del Rectorado, directamente se desoyó y se dividió la convocatoria.
Además, la idea de que los centros de estudiantes “acompañen las asambleas” guarda una concepción contradictoria con la autoorganización estudiantil, donde la asamblea es soberana y los centros se subordinan a sus resoluciones. Centros de estudiantes y asambleas pensados como carriles distintos sirve como posibilidad de ante una decisión tomada por la asamblea que no sea de su agrado, las conducciones se “reservan el derecho” de apelar a la “representatividad” y volver a tomar decisiones entre cuatro paredes.
En un lugar similar se encuentra Sur, integrante del Consejo Superior. Luego de lanzar una campaña por una asamblea para discutir el “normal cursado”, dio un volantazo adhiriendo a la convocatoria de la Franja Morada. La propuesta es que desde los centros de estudiantes se convoque a una suerte de plebiscito para definir si se toma la facultad o no, durante cuánto tiempo; si se marcha un día determinado, con o sin banderas políticas. Nuevamente bajo un argumento pretendidamente democrático, una votación, se quiere anular cualquier tipo de decisión que surja de debates en función de la coyuntura (por ejemplo, suspensión de las paritarias, represión u otras medidas del gobierno y las autoridades). Además, la idea de un plebiscito quiere perpetuar a los estudiantes en un papel pasivo, donde solo puedan pronunciarse a favor o en contra de alternativas elaboradas por un puñado. No hay mucho más para agregar en relación a marchar sin banderas políticas, una idea antipolítica para edulcorar el macartismo, con un discurso que demoniza a las organizaciones combativas y subestima la presencia de cientos de estudiantes no agrupados que han tomado esta lucha en sus manos.
En esta relación entre centros de estudiantes y autoorganización, hay otro debate con la CEPA-PCR que conduce el centro de Psicología. Su apoyo se ve limitado por su escasa iniciativa en que las instancias de base se desarrollen y permitan que surja un activismo que dispute el centro. En la realidad se traduce en un centro que convoca a una asamblea después de tres semanas y de un día para el otro, donde la tensión pasa por informar qué cátedra no se adhiere el paro y no en cómo desarrollar la fuerza social que posibilitará un triunfo.
Desarrollar al movimiento estudiantil y unir las peleas ante el ajuste
Esta diferencia entre la autoorganización y la propuesta de la FUT, compartida con matices entre otras agrupaciones, guarda una estrecha relación con la orientación política ante el conflicto universitario y a nivel general. Como con De la Rúa, la Franja Morada vuelve a jugar el rol de correa de transmisión de las políticas de ajuste en la universidad. Su dirigente Josefina Mendoza (presidente de la FUA y diputada nacional) recurrió a mentiras para decir que el presupuesto universitario creció. Mendoza, “la diputada de la Franja Morada”, votó el robo a los jubilados en diciembre pasado y ahora se suma al coro de Cambiemos que justifica la avanzada sobre las universidades.
En el caso de corrientes peronistas como La Bolívar-MPE se trata de esperar hasta 2019. Cualquier lucha que desafíe el cerco que ponen las conducciones sindicales y estudiantiles es enemiga de esta estrategia de que la bronca se quede en la casa y se exprese en un voto al peronismo. Por eso cuando La Bolívar-MPE habla de “coordinar con los sindicatos” lo hace con aquellos como Sidiunt que levanta el paro antes de cada negociación o de aquellos que se pliegan a la tregua de la CGT y la CTA. En el plano político, han dado respaldo a Pablo Yedlin, quien habla como opositor pero vota como oficialista.
Desde la Juventud del PTS-FIT y las agrupaciones que impulsamos junto a independientes, planteamos que los ataques son concretos y por lo tanto la lucha es hoy. Nuestra apuesta a la autoorganización estudiantil está vinculada a desarrollar al máximo una fuerza social que derrote el ajuste a la educación pública. Los estudiantes organizados desde abajo fueron los protagonistas de las movilizaciones de la semana pasada, siendo una fuente de energía para la lucha docente pero también para otros trabajadores que resisten los embates, como el Astillero Río Santiago o Luz y Fuerza en Córdoba (en el azúcar, la alimentación y las textiles de la provincia también hay trabajadores que comienzan a sentir los ataques). Esa alianza obrero-estudiantil protagonizó grandes hechos en la historia y es una amenaza latente para los ajustadores, por eso las corrientes estudiantiles ligadas a los partidos tradicionales se juegan a taponear la emergencia del movimiento estudiantil, así como las burocracias sindicales hacen lo propio en el movimiento obrero.
Por eso es fundamental defender la autoorganización estudiantil y pelear para extender los métodos democráticos, convenciendo a estudiante por estudiante, apostando a las asambleas pero también a organizar comisiones de base que sean dinamizadoras de las resoluciones votadas; extendiendo esta forma democrática a instancias comunes con los docentes para potenciar los planes de acción votados de manera conjunta. En esta perspectiva también deben considerarse a los estudiantes secundarios, que incluye un llamado a que la UES deponga su sectarismo.
La defensa de la autoorganización tiene que ir acompañada de un programa y una orientación política a la altura de las circunstancias. Sin confianza en las autoridades, apostamos a seguir desarrollando nuestras fuerzas. Frente a un saqueo en curso por pedido del FMI, que llevó a una corrida cambiaria donde el dólar llegó hasta los $40, hay que plantear con fuerza la consigna “Plata para educación, no para la deuda”. El rechazo al pago de la deuda externa marca, además, la necesidad de un plan de emergencia que sea una alternativa a los ajustadores y quienes les dan tregua; para empalmar con la fuerza de la marea verde seguir ligando la campaña por la separación de la Iglesia y el Estado con la defensa de la educación científica laica; y buscando unir las luchas con los trabajadores que salen a las calles. La lucha es hoy y es posible derrotar el ajuste.