Fernando Rosso @RossoFer
Martes 16 de septiembre de 2014
La Izquierda Diario sale a escena cuando el país discute una nueva transición. El Gobierno había armado una “hoja de ruta” para una línea de salida ante el agotamiento del esquema económico. La devaluación de enero y los diferentes acuerdos con el capital financiero internacional (Club de París, CIADI, Chevron) iban abriendo el horizonte a un nuevo ciclo de endeudamiento. Un kirchnerismo moderado prometía garantizar una transición en orden, basada en el colchón de dólares de una nueva hipoteca nacional y en la entrega a los monopolios de las renovadas “joyas de la abuela” (como Vaca Muerta). El cristinismo llegó a entusiasmarse con la posibilidad de encumbrar a un sucesor de su propio riñón (Kicillof) que asuma el Gobierno, mientras Cristina hacía lo propio con el poder. El fallo del juez Griesa,inscrito en la renuncia del Gobierno a la soberanía judicial en los litigios de deuda, y la crisis con los “buitres” arruinaron el plan. Comenzó una disputa entre las diferentes fracciones del capital en torno a cómo retomar este rumbo y qué parte le corresponderá a cada uno. La imposibilidad de tomar deuda y lograr la llegada de inversiones por el default parcial agravó todas las tendencias declinantes de la economía. La recesión, la inflación, las suspensiones y los despidos pasaron a ocupar la agenda de las preocupaciones nacionales.
La temprana apertura de la disputa electoral, empujada por la “nueva racionalidad” (como dicen los politólogos) que impusieron las PASO, trasladó esta querella programática al terreno estrictamente político.
Todas las coaliciones burguesas, incluyendo al kirchnerismo, tienen acuerdo estratégico en los objetivos generales. El problema no es el fin; las diferencias pasan por los medios y sus tiempos.
Cosecharás tu siembra
Massa, Scioli y Macri son los nombres que la mayoría de las encuestas ubican entre los de mayores chances para la sucesión.
La foto de la terna que sintetiza el escenario político y los resultados del decenio kirchnerista. La miríada de postulantes del Frente para la Victoria -al margen de Scioli-no mueve el amperímetro. La excepción relativa es Florencio Randazzo, el más “sciolista” de los cristinistas. La batalla cultural de la década ganada deja como legado para la sucesión a tres variantes matizadas de opciones por derecha.
Frente al desarrollo de la crisis del “modelo”, la imposibilidad de re-reeleccióny la ausencia de un candidato propio, el kirchnerismo practica al arte de sobrevivir para llegar al 2015. Tiene la ventaja, si se compara el panorama con otros fines de ciclo “normales”,de que por ahora los indicadores de la economía no entran en zona de catástrofe. En esas circunstancias levanta vuelo la hipótesis de una apuesta a la derrota del peronismo, que tendría dos opciones: “La gran Bachelet”, con un triunfo de Macri como una alternancia claramente de derecha, frente a la cual, luego de un período en la oposición, el cristinismo sueña con volver con la gloria de haber sido; o, en su defecto, “la gran Menem”, aceptando a Scioli, pero despegándose de su fracaso. El reciente acto de La Cámpora y el discurso del “debutante”Máximo refuerzan estas hipótesis. Mientras tanto, el Gobierno administra el declive con parches y sin un plan claro.Con un arbitraje cada vez más imposible. Con campañas de agitación como el “patria o buitres” o el presunto peligro “destituyente” de las corporaciones,que después de casi doce años de “lucha” parece queestán vivitas y coleando.
Reversible y restaurable
Mauricio Macri representa un programa hacia un “menemismo posible”, con los límites nacionales e internacionales que impuso la crisis del “neoliberalismo”. Se postula como el agente directo del capital financiero.El plan de retenciones cero y eliminación del impuesto a las ganancias solo se hace viable con el rendimiento incondicionalfrente a los “buitres” y con un nuevo ciclo de endeudamiento, sin siquiera las tímidas condiciones que pide el kirchnerismo. Elisa Carrió, que es “inorgánica” de todo menos del capital y de los Estados Unidos, es la más fanática de una alianza del FAUNEN con Macri. Los empresarios más concentrados, nucleados en la Asociación Empresaria Argentina (AEA), lo respaldan, así como Clarín. Lo curioso es que a esta campaña “pro” se suma el kirchnerismo con su proyecto de alentar a la derecha. El avance de Macri se debe a la combinación de estos arietes (más una ayuda de los radicales). Esto hizo que tomara peso nacional la elección de una localidad del sudeste cordobés que tiene menos electores que la Facultad de Derecho y donde ganó un candidato macrista. Si a veces la realidad supera la ficción, el kirchnerismo supera por derecha a sus críticos. Cruzó el límite de la resignación a Scioli yalienta a Macri.“Irreversible” es la nueva consigna de LaCámpora que reemplazó al “Nunca menos”. Acertado, de esto no se vuelve.
Sergio Massa se postula como un kirchnerismo maduro, sin los vicios pequeñoburgueses del actual. Moderado y con rostro humano, más “burgués”. Su apoyo está en aquellos empresarios e industriales que pretenden la continuidad de cierta protección y favores del Estado. La votación de la ley de pago “soberano”, donde el massismo presentó un proyecto propio que se asemejaba demasiado al del kirchnerismo (y viceversa), fue un botón de muestra. Reúne entre su personal político a figuras del kirchnerismo de los orígenes, como Roberto Lavagna o Miguel Peirano; a hombres de la Unión Industrial Argentina (UIA) como Ignacio de Mendiguren, y una de sus espadas legislativas es Graciela Camaño. El “kirchnerismo maduro” de Massa tiene muchas semejanzas con el duhaldismo.
Por supuesto que también apuesta a la vuelta del endeudamiento, pero con estos matices, para mantener el “equilibrio”.
Daniel Scioli no tiene muchas diferencias con este programa, se creía la continuidad con cambios y el heredero “natural”. Era el más interesado en un arreglo con los holdouts que le brinde un impulso a la economía y abra la posibilidad de préstamos para equilibrar la delicada situación financiera de “Buenos Aires, la provincia”. Uno de sus asesores, Miguel Bein, que había ganado cierto prestigio por los aciertos en sus pronósticos, comenzó a reemplazar la rigurosidad por el optimismo religioso del sciolismo (con fe, con esperanza y con deporte). El deterioro de la economía y del kirchnerismo también afecta a Scioli. A esto hay que sumarle el ninguneo, combinado con ataques que le propina el cristinismo, que está lejos de considerarlo su candidato.
El FAUNEN, si se suman aritméticamente las intenciones de voto de todos sus candidatos, puede acercarse a competir. Pero tiene un problema en el álgebra: ninguno logra imponerse. Y las intenciones de Carrió o de Sanz de ir a una interna con el PRO suman divisiones en la fauna. Ciertos sectores del radicalismo, que apuestan más al 2019 que al 2015, pretenden acuerdos provinciales con el PRO en provincias como Santa Cruz, Catamarca, Chaco, Formosa y Tucumán. En Córdoba, el experimento Marcos Juárez podría repetirse en las elecciones provinciales: una alianza de radicales y el PRO, con Luis Juez apoyando por afuera, y luego compensar en la nacional con una candidatura a senador en las listas del PRO, del dirigente cordobés adicto clínico al borocotismo.
Todas estas movidas dejan aún más en crisis a los retazos de centroizquierdismo que se desparraman a lo largo y a lo ancho del país.
El PRO, Massa y el FAUNEN orbitan sobre la crisis del viejo espacio político de representación radical, que quedó a la intemperie cuando ese partido se destruyó en el 2001; pero, sin embargo, no logran reconstruir una alternativa que permita el equilibrio del régimen de partidos.
La izquierda en ascenso. Y ahora, a diario
En este escenario, el peso de la izquierda clasista -concentrada en el Frente de Izquierda y de los Trabajadores- también es una novedad histórica con respecto a otros fines de ciclo. A la relevancia que particularmente tomaron los referentes del PTS-FIT, tanto políticos (como Nicolás del Caño o Christian Castillo en los resonantes conflictos obreros aún en curso:Lear y Donnelley) como sindicales, se suman ahora los resultados de encuestas que muestran al FIT persistiendo e incluso en ascenso.Un trabajo publicado en Mendoza ubica a Nicolás del Caño (34 años) con el 15,1% de los votos, o el 12,6% en el tramo de gobernador (es decir, un cargo ejecutivo). Esto lo ubica segundo en un escenario sin Cobos, superando al FPV, y tercero si se incluye al actual diputado radical. Contundente. A nivel nacional, el diario Perfil publicó un estudiode Federico González y Cecilia Valladares Consultores que ubica a Jorge Altamira (PO) con el 5,9% como candidato a presidente, también una adhesión considerable teniendo en cuenta que estamos a un año de las elecciones. En el caso de Del Caño, sintetiza la emergencia de una nueva generación de referentes y de dirigentes juveniles de la izquierda clasista que aporta el PTS. Los impactantes números de Mendoza y su protagonismo en enfrentamientos políticos contra las principales “espadas” del Gobierno como Diana Conti o Berni, o como “blanco” de los ataques de patotas como el SMATA, muestran las potencialidades de su despliegue nacional como aporte cualitativo al FIT.
Este momento de la izquierda no puede entenderse por fuera de la experiencia que está haciendo la clase trabajadora con el Gobierno (tres paros generales en los últimos dos años), su protagonismo en los sectores avanzados de ese proceso, así como por la disgregación y crisis de las coaliciones políticas a las que viene enfrentando.
La Izquierda Diario nace en un gran momento de este desarrollo de la única alternativa por izquierda en la transición argentina y apuesta a potenciar su voz masivamente; y ahora, a diario.
Fernando Rosso
Periodista. Editor y columnista político en La Izquierda Diario. Colabora en revistas y publicaciones nacionales con artículos sobre la realidad política y social. Conduce el programa radial “El Círculo Rojo” que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs. por Radio Con Vos 89.9.