Macri habló de una “mafia de los juicios laborales”. No solo es una muestra más de cuál es su idea de un trabajador, sino también una confesión de su idea de la Justicia y del Empresariado.
Edgardo Videla Delegado Comisión Interna de Cuyoplacas | Mendoza
Miércoles 14 de junio de 2017 13:46
Desde la Nación el presidente Mauricio Macri, lanzó un nuevo ataque contra los derechos de los trabajadores. Cornejo, en la sintonía superadora que los caracteriza, creó la Oficina de Conciliación Obligatoria. La excusa es que los juicios laborales representan un alto costo para el Estado y para los distintos empleadores.
La verdadera razón, es que para la gestión de Cambiemos, tanto como para nuestros patrones, la variable de ajuste ante cualquier baja en la rentabilidad, o la recaudación, somos los trabajadores. Los mismos que pagamos nuestros impuestos al Estado, mientras jueces, y Empresarios están subsidiados o exonerados de dicha obligación.
El Empleador todopoderoso
Los trabajadores de Atomo Supermercados hablan de “la Ley Millán”, como algo natural dentro de la empresa, cuando en realidad es una especie de Ley Laboral interna, que pisotea cualquier derecho laboral de sus empleados. Va desde modificar certificados médicos, hasta hacer desnudar a sus empleados por personal de seguridad, los mismos que alguna vez golpearon al Delegado Fernando Rivera en 2010, o intentar desaforar a los Delegados más combativos.
Los trabajadores de Cuyoplacas pierden parte de su salario por ser padres, por fallecimiento de un familiar directo, por casarse, por tener que rendir un examen. Si bien la Ley es muy clara al respecto de las licencias especiales, la empresa les quita parte del salario, exponiéndolos a un reclamo que luego los condiciona a ser despedidos con causas improbables.
Algunos laburantes de la construcción, saben que no tienen derecho a un bono de sueldo, y otros que tienen un bono de sueldo que refleja solo un porcentaje de lo que realmente perciben como haberes. Y así se podría hacer un interminable listado de avasallamientos al derecho laboral que las patronales utilizan para sacarle dinero a las familias obreras, además de ejercer, a mi entender, con agrado en ciertos casos, el más perverso juego de poder contra sus empleados.
Justicia Patronal
"Uh!, esos son regorilas!. Esos más o menos!", dicen los abogados laboralistas cuando ven el número de Cámara Laboral en donde cae su demanda. Porque cuando un trabajador, agraviado por su empleador o echado a la calle con todas las artimañas posibles para dejar de pagar un sueldo sin gastar una indemnización, acude en busca de justicia a un abogado que lo represente, debe toparse con el filtro de las Cámaras Laborales.
Estas Cámaras Laborales, están compuestas por jueces que, lo viví personalmente, en algunos casos, no podían subir a su sillón de señor feudal por su avanzada edad. Por señoras “copetudas” que miran al denunciante con una tiesa mueca de repulsión, y se dirigen a los testigos de un obrero sin siquiera mirarlos a la cara. Quiero decir con esto que los Jueces Laborales, al menos en Mendoza, son señores y señoras que quizás nunca se vieron condicionados para llegar al día de cobro, comiendo fideos, o pidiendo fiado en el almacén del barrio. Por lo tanto, por más que se esfuercen, e intenten sacar de su renegrida alma de oligarca un mínimo de sensibilidad para quien ha sido no solo perjudicado, sino también denigrado, su empatía natural es hacia los patrones. Porque seguramente ellos también sean patrones en algún campo, en algún comercio, o de alguna empleada doméstica en negro. Su formación de vida se condice más con la de un empresario que con la de un trabajador. Entonces interpretan que el laburante es un “vivo” que le quiere sacar unos mangos al ilustre empresario que lo despidió.
Debemos hacer la salvedad en este punto con las ART, que por precaución, y sabiendo que su negocio es rentable desde cualquier punto de vista, no arriesgan a someterse al criterio judicial, y siempre le ofrecen un arreglo económico al trabajador que reclama una incapacidad por accidente de trabajo. Arreglo que nunca se condice con el reclamo real.
El Eje Corrido
Decir que a los trabajadores nos convence un abogado de realizar un juicio indebido, es, primero, tratarnos de bobos. Es parte de la subestimación que todo este gobierno de CEOs tiene por la clase obrera. Y segundo, es desenfocar por completo el punto a tratar.
Cuando un trabajador llega a una cámara laboral (más allá del desempeño de la misma), es porque se vulneró un derecho que da lugar a un reclamo. A lo largo de la historia a los trabajadores nos costó sangre llegar a la Ley de contrato de trabajo, a tener Convenios Colectivos de Trabajo, que regulan sin lugar a dudas nuestros derechos y obligaciones en materia laboral. Si no se atropellaran nuestros derechos, no habría forma de que un abogado pudiera iniciar demanda. No es tan complicado de razonar.
Escuchaba en un medio radial a un periodista que explicaba, con aires de que los abogados son todos pícaros, cómo un grupo de empleadas domésticas de un barrio, que yo imagine como de clase media alta, fueron convencidas por un abogado inescrupuloso de iniciar demandas a sus patrones porque estaban “trabajando en negro”. Para tener que pasar por el calvario de dos años mínimo, según él, de papeleos, audiencias e idas y venidas, para llevarse tan solo $16.000. Señor Comunicador, no sé cuánto gana usted ni me importa, pero para muchos trabajadores, que no trabajan en la coqueta calle Arístides, esa suma, que usted considera irrisoria, representa su sueldo mensual. Ni le cuento para esas mujeres que cobran por hora y que no trabajan todos los días. Pero si usted reduce el problema solo a una cuestión económica, está induciendo, intencionalmente o no, desde el poder de su micrófono, a que la opinión pública tenga una mirada distorsionada de la realidad. Usted se horroriza porque las empleadas, que no saben pensar, fueron manipuladas por un abogado que cobró sus honorarios y le consiguió un resarcimiento económico a quienes veían vulnerado su derecho a ser registradas por su empleador. Pero omite opinar acerca de quién es el ventajero, el evasor y el que queda expuesto a este juicio por no hacer las cosas como la ley lo indica. Usted no dice, “Señor Empleador, si no tiene dinero para tener una empleada registrada, limpie usted su propia mugre”. Casualmente, o no, su torcida mirada coincide con la el gobierno.
Siempre el laburante
Para Macri, y su más fiel y efectiva reproducción en el interior, Cornejo, el culpable del desempleo es el trabajador que hace juicio. Nos vulneran los derechos, y si nos quejamos, somos perseguidos, imputados y golpeados, y ahora ni siquiera el derecho de recurrir a la justicia. Además de todo eso, culpables del desempleo.
Cornejo se enorgullece de haber echado a la calle a 4500 familias que dependían del Estado Provincial, pero los culpables del desempleo somos los trabajadores que recurrimos a la Justicia. Periódicamente sin importar los colores del Gobierno, se realiza un salvataje económico a los grandes empresarios, o se condona deuda a la familia del presidente. Se subsidian los impuestos de las multinacionales y se aumentan las dietas de los Legisladores, sin importar el color político, pero las PYMEs cierran porque un pibe reclama sus derechos.
Cornejo, desde su soberbia, está fabricando una bomba de tiempo. Lo mismo pasa con Macri. La indignación de los trabajadores subestimados y acorralados por las medidas de esta gestión, y de sus familias condenadas a las privaciones, no tiene mucho margen de paciencia a esta altura. De la forma en que va nuestro día a día, no hay mucho margen para resistir la bronca de los trabajadores, como ya pasó en Córdoba, puede comenzar a explotar en la cara de este prepotente Gobierno de patrones, de toda la connivencia burócrata, y de la justicia para ricos.