El jueves pasado, finalmente en Córdoba se hizo la Marcha de la Gorra. Esta fecha se ha transformado en una institución anual comparada sólo a las movilizaciones del 24 de marzo.
Martes 25 de noviembre de 2014
Fotografía: Matías Spicogna y Daniela Araujo-https://www.facebook.com/FotografiaDePrensa
La diferencia es que esta es directamente contra el gobierno de José Manuel De La Sota y sus pistoleros de la Policía de Córdoba. El logro del gobernador fue darle tal poder de acción a su policía para que reprima a la juventud que agrupa a una gran oposición social en su contra. Esa oposición se hizo movilización de más de 10 mil personas y sus principales rostros eran pibes de barrios humildes, morochos y de gorra y sus madres reclamando contra esa policía.
La militarización del centro con armas largas, uniformes camuflados y pibes contra las paredes consiguió una respuesta: la vuelta al centro, en una marcha gigante empalmando con miles de personas que los acompañan, incluidas cientos de organizaciones políticas de amplio espectro, desde kirchneristas hasta la izquierda FIT, prácticamente todas menos el delasotismo. No es la cuestión de un día, lo que se viene asentando es una experiencia de movilización para un enorme sector de la juventud que, participe directamente o no, ve posible, legítima y necesaria la intervención propia en un reclamo político.
Esto se ha vuelto más revulsivo con la participación destacada de las Madres de las Gorras que expresan lo más extremo de la política de seguridad que es el asesinato de los pibes. La juventud de Córdoba con sus madres le roba a De La Sota la carta de ciudadanía que este les saca a punta de pistola, y con ella, vuelven a las calles.
La experiencia de ejercer ese derecho de protesta de esta franja de la clase trabajadora que vive de los sueldos más bajos es un dato distinto y alentador para el desarrollo del movimiento social y del movimiento obrero en particular. Este movimiento se puede comparar socialmente a movimientos de desocupados, pero a diferencia de estos, que tienen un alto nivel de institucionalización y dependencia de aparatos políticos que emplean métodos clientelares de movilización, este caso expresa una demanda profundamente política que no implica beneficio inmediato alguno para los protagonistas.
El desarrollo de una organización como la “Coordinadora de familiares de víctimas del gatillo fácil”, y como el Colectivo de Jóvenes que viene organizando la marcha (esta fue la octava) se han transformado en un polo de representación del legítimo sentir contra la prepotencia y el atropello policial de la juventud.
Estos jóvenes, si, morochos y de gorra y sus madres se multiplican por miles en los barrios de Córdoba y son parte de la clase trabajadora más explotada, son muy importantes a la hora de alianzas políticas con otras franjas de la misma clase, con estudiantes, con movimientos como el de oposición a la instalación de Monsanto o de lucha contra los femicidios y los derechos de las mujeres.