Millones de personas vieron empeorar sus condiciones de vida durante estos meses. Sufren en carne propia las consecuencias de la pandemia en medio de políticas xenófobas que las condenan a vivir hacinadas y sin recursos mínimos.
Martes 10 de noviembre de 2020 18:07
La ONU alertó este martes que la cantidad de personas obligadas a trasladarse para poder sustentar a sus familias superará en 2020 a la cifra récord registrada a nivel mundial. El impacto socioeconómico generado por la pandemia empeoró las condiciones de extrema miseria en la que viven millones de personas en todo el mundo.
David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), dijo: "El impacto socioecónomico de la pandemia es más devastador que la propia enfermedad".
En un informe conjunto, el PMA y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) alertan que la pandemia provocó un aumento de la inseguridad alimentaria, así como de la vulnerabilidad de los migrantes, de las familias que dependen de la remesas y de los desplazados por conflictos, violencia y desastres.
Ambas agencias sostienen en que el impacto que el coronavirus tuvo en la forma en que se mueve la gente no tiene precedentes. Además explican que la inseguridad alimentaria y el desplazamiento están estrechamente entremezclados.
El PMA prevé que para finales del próximo año al menos 33 millones de personas más podrían verse empujadas a pasar hambre solo debido a la falta de remesas, de las que dependen unas 800 millones de personas en todo el mundo, es decir, una de cada nueve. Hasta el Banco Mundial confirmó la situación crítica, en una proyección que adelanta que las remesas caerán un 14% en 2021.
Las medidas y restricciones adoptadas en todo el mundo limitaron la movilidad humana, las oportunidades de empleo y de tener un ingreso, reduciendo la capacidad de migrantes y desplazados de poder cubrir sus necesidades alimentarias básicas, en el marco de políticas xenófobas de los gobiernos capitalistas que condenan a millones de migrantes a ser ciudadanos de segunda o de tercera. A ese camino hay que oponerle un programa anticapitalista, para que dejen de ser los millones más pobres quienes sufran las consecuencias de las crisis y que, esta vez, las paguen quienes la generaron.