La OPS eligió a dos laboratorios privados, uno de Brasil y otro de Argentina para producir vacunas contra el Covid 19. En momentos donde la clave es la liberación de las patentes para beneficio real de la población mundial, se siguen privilegiando las ganancias empresariales.
Miércoles 22 de septiembre de 2021
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) eligió a Brasil y Argentina para instalar dos centros de desarrollo y producción de vacunas con tecnología ARN mensajero. La compañía biofarmacéutica argentina Sinergium Biotech se unirá con la empresa de biotecnología mAbxience para elaborar las sustancias activas de la vacuna, mientras que en Brasil se le encargará al Instituto de Tecnología de Inmunobiológicos Bio-Manguinho.
Estas empresas son aliadas de las grandes farmacéuticas: la suiza Novartis y las norteamericanas Pfizer y Merck, Sharp & Dohme. Todo el proyecto será financiado por el Fondo Rotatorio de la OPS, cuyo presupuesto depende al menos en la mitad, de las aportaciones de los Estados Unidos. Por tanto, no debe de sorprendernos el por qué se eligieron a estas empresas.
La pandemia de Covid-19 dejó evidenciado al menos dos situaciones. La primera es que América Latina es una región dependiente y subordinada al imperialismo, principalmente al estadounidense. Sólo así es explicable que, luego de casi dos años del inicio de la emergencia sanitaria, la región –con excepción de Cuba— no sea capaz de producir sus propias vacunas y dejé a la mayoría de la población a merced de los intereses de los países imperialistas y sus transnacionales.
El otro gran problema refiere a la existencia de patentes y a la privatización del conocimiento científico en temas de salud pública. La OPS opera con recursos públicos que proveen los países del continente. Pero los mismos serán entregados a laboratorios privados para que desarrolle los medicamentos. No sólo se está inflando los bolsillos de los grandes empresarios, sino que el conocimiento que se pagó con dinero público, será privatizado.
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¿Cuáles son las salidas?
Lo primero que debemos exigir a nivel mundial es que las patentes de las vacunas sean liberadas, de esta forma los biológicos podrían ser producidos en cualquier parte del mundo sin el miedo de sufrir demandas millonarias.
Luego, es indispensable que las enormes cantidades de dinero que se entregan a manos privadas sean redirigidas a instituciones públicas que, bajo control de sus trabajadores, sean los encargados de investigar y desarrollar todos los medicamentos necesarios y así, cubrir las necesidades de toda la población.
No es posible que en medio de la tragedia humanitaria que ha significado para la mayoría de los países pobres la pandemia, se sigan privilegiando las ganancias de los empresarios por encima de la vida y salud de las grandes mayorías.