Días atrás se realizó en la Federación de Mayoristas y Proveedores del Estado de la Provincia de Buenos Aires (FEMAPE) de La Plata el primero de una serie de foros para presentar el documento que se elevará ante la UNESCO que evaluará si la ciudad de las diagonales puede ser “Patrimonio de la Humanidad”.
Jueves 2 de abril de 2015
Ante decenas de personas los representantes de las organizaciones que impulsan esta iniciativa, la Fundación CEPA, la Cámara Inmobiliaria de la Provincia, el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS Argentina) y la asamblea S.O.S. La Plata, dieron a conocer que esta vez la presentación como Patrimonio será bajo la nueva categoría de “Paisaje Urbano Histórico” y no “Patrimonio Cultural de la Humanidad” como se venía presentando desde hace varios años con respuestas desfavorables.
Justamente el rechazo de la UNESCO argumenta que la ciudad no contempla normativas suficientes de preservación patrimonial en edificios, en el estado de las veredas, arbolado, también soluciones de movilidad que evidencia el caos vehicular. Y lo que es más significativo, terminó siendo incluida primera ciudad en situación de riesgo por la World Monument Fund, una fundación que pone alerta sobre patrimonios arquitectónicos de todo el mundo.
La ciudad de La Plata, como es sabido, fue una ciudad proyectada en 1882 con la intención de trasladar la capital de la provincia por encargo del entonces gobernador conservador y liberal Dardo Rocha, quien se apoyó en las familias de terratenientes agroexportadoras, los ricos de la generación del 80, para diseñar una ciudad con ideas estéticas y paisajistas del Urbanismo Barroco Europeo del siglo XVII, el Higienismo ambiental y funcional del XIX y moderna tecnología para la época como el telégrafo o los tranvías, reconocida en todo el mundo.
Haciendo una analogía con nuestros días, La Plata era “El Country del ‘80” donde vivían las familias acomodadas, pero también fuera del casco en Los Hornos, Tolosa, Berisso o Ensenada, los obreros y obreras que construyeron la ciudad.
Los gobiernos que sucedieron tuvieron la misma visión sobre la ciudad que en ese entonces, una ciudad para los ricos, para el negocio y los pobres afuera, aunque más burdamente. No solo que la ciudad está entre las que tienen más asentamientos precarios de la provincia sino que al cumplirse 2 años de las terribles inundaciones que sacudieron a La Plata, los barrios periféricos populares están en peores condiciones, o en el mejor de los casos, en la misma situación que en el crimen social del 2 de abril. Todavía no hay claridad sobre el número de muertos ni sobre las obras estructurales necesarias que se tienen que ejecutar, y los responsables políticos están en libertad. El gobierno municipal de los Bruera gasta millonadas en organizar recitales para festejar quién sabe qué.
En este marco, distinguir a la ciudad como Patrimonio de la Humanidad parece una tomada de pelo. Pero no es tan incomprensible si se tiene en cuenta que la denominación de “Paisaje Urbano Histórico” a diferencia de “Patrimonio Cultural”, permite los cambios que se producen sobre el patrimonio y la no planificación de las áreas externas al casco fundacional, es decir que avala que la ciudad continúe siendo flexible a los intereses del mercado inmobiliario, pero con un eslogan que fomentará el turismo y el lucro de la inversión privada en esa rama. Nada contradictorio con el espíritu de ciudad que promovió la lista de gobernantes desde Dardo Rocha hasta Pablo Bruera.