En la última década la Universidad Complutense de Madrid ha experimentado un fuerte descenso de sus alumnos matriculados, situación que no es ajena al resto de Universidades públicas del Estado.
José Cuervo Madrid
Lunes 13 de marzo de 2017
Foto de archivo
Sin embargo, el caso de la UCM es especialmente grave, no solo por ser una de las instituciones más emblemáticas de la capital del Estado, sino porque las cifras demuestran que es donde se ha producido la mayor sangría de estudiantes. En el curso 2012/2013 hubo aproximadamente 85.000 estudiantes entre todas las facultades de la UCM, mientras que en 2015/2016 se cifraba en poco más de 78.000 matriculados en las mismas, significando esto un descenso de un 8,2% en 3 años. Si lo comparamos desde el curso 2005-2006, que es cuando se alcanza el pico histórico de alumnos con 88.636 matriculados, el descenso es aún mayor.
Esto solo puede explicarse por la continua degradación a la que se ve sometida la Complutense yo todas las universidades públicas, como parte de los ataques hacia la educación pública. Uno de los penúltimos episodios de esta ofensiva es el intento de reestructuración de las facultades bajo un criterio enteramente mercantilista, donde una vez más perderían peso las carreras relacionadas con las ciencias sociales. Todo esto anunciado de forma antidemocrática por Rectorado, sin ningún tipo de información previa y sin apenas margen para un debate real dentro de la comunidad universitaria. Solo gracias a la movilización por parte de estudiantes y profesores consiguieron salvar de esta reestructuración a la histórica Facultad de Filosofía.
La otra causa que explica el descenso de estudiantes en la UCM es el brutal aumento del costo de las matriculas. En carreras como Medicina ha sido de casi 400 euros con respecto al curso 2011-2012. A esto se suma que el gasto en becas y ayudas al estudio han sufrido un recorte de alrededor de 200 millones de euros en los últimos años.
Son notables pues los recortes que lleva sufriendo la educación pública durante los últimos gobiernos, tanto socialista como populares, y que la crisis económica ha acentuado todavía más. Sin embargo, los recortes no son algo aislado, sino que responden a una política de fondo, que considera a la educación pública como un gasto prescindible donde avanzar en el proceso de privatización de los servicios públicos sin límite alguno.
La consecuencia de todo esto es la expulsión lisa y llana de las universidades de los estudiantes de familias trabajadoras o sin recursos, que son los que principalmente van a las universidades públicas. Es debido a eso que la Complutense, la mayor universidad pública del país, refleja de una manera tan evidente la debacle del sistema educativo en español.
Al mismo tiempo, las universidades privadas han ido ganando terreno. Por ejemplo, la Universidad Europea de Madrid, completamente privada, abrió un campus nuevo en el curso 2014/2015 en el que se ofertan más de 10 titulaciones de grado, 6 ciclos de grado superior y más de 50 de posgrado.
El aumento del costo de las matriculas no es sólo entonces un ataque directo al derecho de tener una educación pública digna, sino que responde a los intereses de clase de los capitalistas enmarcados en una ideología neoliberal salvaje que impera cada vez más sobre la sociedad. La privatización de la enseñanza no conduce a otra cosa que a la continuidad del ciclo de privilegios, pues tan sólo quiénes puedan costearse las tasas universitarias cada vez mayores tendrán estudios superiores, accediendo así a puestos bien pagados, mientras que quiénes no puedan sostener este gasto estarán condenados a no tener una educación superior que les abra las puertas a los conocimientos científicos y a mejores salarios frente a la ola de precarización vigente.