Un devaluado Grupo Puebla realizó su quinta reunión el pasado viernes y prometió un “Manifiesto Progresista”.
Viernes 29 de enero de 2021 22:43
Telam/Archivo
Este viernes 29 de enero se reunió de manera virtual el Grupo Puebla, que agrupa al “progresismo” iberoamericano. Participaron solo dos presidentes en ejercicio, Alberto Fernández de Argentina y Luis Arce de Bolivia, varios ex mandatarios como Lula da Silva y Rodríguez Zapatero del Estado Español y algunas otras figuras.
El principal llamado del grupo estuvo a cargo de Alberto Fernández. "Es esencial que América Latina vuelva a integrarse como un todo y vuelva a discutir con prescindencia de los Gobiernos que en cada momento estén al frente de nuestros países" afirmó, a días de haber elogiado profusamente a Sebastián Piñera, el presidente chileno que respondió con una brutal y sostenida represión a la movilización del pueblo chileno en 2019.
Fernández repasó la breve historia del Grupo, desde el triunfo de Manuel López Obrador en México (ausente de la reunión por estar contagiado con covid-19) hasta las victorias del Frente de Todos en Argentina y del MAS en Bolivia, “y la que esperamos ahora para tener otro gobierno progresista en Ecuador”, donde hay elecciones convocadas para el 7 de febrero. Pero el presidente argentino omitió mencionar el impotente rol que jugó el grupo frente al golpe de estado en Bolivia intentando frenar a la derecha boliviana a golpe de declaraciones de prensa.
Según Fernández, la región vivió los "cuatro peores años en mucho tiempo", signados por "la permanente intromisión" por "las lógicas del anterior Gobierno americano", en alusión a la Presidencia de Donald Trump. Así intenta sembrar ilusiones en que el nuevo gobierno de Biden sea un respiro para América Latina aunque la realidad ya lo desmiente. El flamante secretario de estado Anthony Blinken, ha declarado públicamente que se continuará reconociendo a Juan Guaidó como presidente de Venezuela. También continuará con las políticas de “búsqueda de democracia para el pueblo venezolano”, implementando las mismas sanciones económicas.
Durante su periodo como vicepresidente de Barack Obama (2009-2017), Joe Biden fue el encargado de llevar las relaciones con los países latinoamericanos y realizó más de 15 viajes a la región. Esta época coincidió con el endurecimiento de las políticas migratorias en EE. UU. y la pauperización de la vida en centroamérica, que lleva a que miles de personas busquen un mejor futuro migrando hacia el norte.
Las olas migratorias también estuvieron llamativamente ausentes de la reunión. El canciller mexicano Marcelo Ebrard habló de la necesidad de que América Latina y el Caribe recuperen sus resoluciones y trabajos conjuntos para aumentar su "autonomía tecnológica", esto vinculado a la producción de vacunas contra la covid-19, pero no dijo ni una palabra del rol que juega su país como estado tapón para los migrantes que intentan desesperadamente llegar EE. UU.
Desde España, el ex presidente Rodríguez Zapatero consideró que debe trabajarse “en 3 puntos centrales: la afirmación democrática, la respuesta social y la integración”. Además Zapatero, recordado por haber impuesto recortes de pensiones y de salarios a los trabajadores estatales, recomendó que el Grupo de Puebla tenga un diálogo con actores de la Unión Europea porque "es quizá la región más autónoma, más independiente y que no juega una hegemonía".
En momentos en que se hace patente la decadencia hegemónica estadounidense, Zapatero, como fiel representantes del imperialismo español, intenta convencer al progresismo latinoamericano de acercarse a la Madre Patria, que saqueó el continente durante siglos y aún continúa.
Con grandes discursos, pocas ideas y aliados dudosos, así se prepara el Grupo de Puebla para enfrentar la crisis.