El que será nuevo presidente argentino a partir del 10 de diciembre, el ultraderechista y ultraliberal Javier Milei, odiará a Maduro, pero a donde quiere llegar, el presidente venezolano se lo lleva de lejos. Sin embargo, el Peluca tiene un gran problema, que ni a ritmo de tango ni al son de la salsa, se le facilita avanzar.
Sábado 2 de diciembre de 2023 21:09
Lo que adoraría todo ultraliberal, imponer un sistema salarial a destajo, Maduro lo ha logrado. Dígase de paso que ha dejado perplejo al más de los teóricos y padres de estas doctrinas económicas. Oficialmente el salario mínimo en Venezuela no llega ni a los 4 dólares mensuales. Obviamente nadie vive con esa cantidad de dinero. Un complemento a ese salario mínimo se paga en bonos, lo que popularmente se ha conocido como la bonificación del salario. Aun así continúa en niveles de miseria, lo que obliga a cualquier trabajador, ya sea a buscar trabajos en paralelo o realizar otras actividades para poder sobrellevar la situación de precariedad.
¿Dónde está el secreto del esquema salarial de Maduro que al ultraderechista Milei le encantaría aplicar en Argentina? En que todos los capitalistas, nacionales o extranjeros, incluyendo a toda la gama de empresarios y transnacionales no están preocupados, en la incidencia salarial para los cálculos de los derechos de los trabajadores. En otras palabras, con las prestaciones sociales, seguridad social, vacaciones, ni jubilaciones. Así como llegó el trabajador, no importa la cantidad de años, así se fue al momento de terminar su “relación” laboral.
Por la vía de la hiperinflación, el gobierno de Maduro aprovechó e hizo borrón y cuenta nueva con las jubilaciones y todas las prestaciones sociales que tenían los trabajadores hasta el momento. Se llevó a cabo una de las confiscaciones más grandes de la historia que se le ha hecho a una clase trabajadora a nivel mundial, al menos en la era capitalista. Al ultraderechista Milei le encantaría confiscar a los trabajadores a este nivel.
Recuérdese que Venezuela llegó a niveles catastróficos, alcanzando picos de 1.370.000 % de hiperinflación anual (sí, leyó bien, un millón trescientos setenta mil por ciento anual), niveles de países derrotados en guerras y aun así los superó –ni en las dos derrotas que tuvo Alemania en la primera y segunda guerra mundial, llegó a esos índices siderales-.
Otro gran logro de Maduro, y que Milei adoraría aplicar dice respecto a los jubilados. Toda esa gran masa de trabajadores que les correspondería una vejez digna, fueron convertidos en verdaderos desechos humanos. Además del salario mínimo antes señalado, Maduro se "compadeció" recientemente, y les otorgó el llamado “bono de guerra”, que no llega a un monto que equivaldría a los 35 dólares al mes. Sí, la gran cantidad de las personas llamadas de la tercera edad, tienen un ingreso que no llega ni a los 38 dólares (pagados en bolívares), sin seguro de salud y menos funerarios, para qué, los incineramos y listo.
A Milei le encantaría aplicar lo que Maduro ha realizado en lo que se llama las relaciones obrero-patronales. El presidente venezolano, tiene, por la vía de los hechos, congelada la Ley del Trabajo, por no decir, anulada. Decretó un Memorando conocido como el 2792, donde prácticamente inutiliza las leyes de las relaciones entre los trabajadores y patrones, se eliminan o están suspendidas todas las contrataciones colectivas. Y solo entran en vigencia aquellos artículos favorables a los empresarios. Se funciona casi al viejo estilo de los códigos de trabajo de inicios del siglo XX, sin ninguno de sus beneficios. A Milei se le caen sus gafas de lectura en su admiración.
"Candelita que se enciende, candelita que se apaga". Es una vieja expresión del gobierno de Chávez, que Maduro la ha llevado a su máxima expresión, con su sistema represivo cuasidictatorial. La frase hace alusión a que cualquier protesta en la calle se reprime. Y una gran cantidad de trabajadores por el simple hecho de protestar están presos, incluso por el solo hecho de denunciar corrupción. Si Milei y Macri quieren azuzar a sus partidarios, no tan solo a sus fuerzas represivas oficiales para hacer callar protestas de calle, también se puede inspirar en Maduro. El presidente venezolano utilizó fuerzas paraestatales, grupos de choque armados que se popularizaron con el nombre de “colectivos” extraídos de sus partidarios.
Al futuro y flamante presidente argentino Milei, adoraría tener una ley como la que creó Maduro, la llamada Ley Antibloqueo. Para las privatizaciones en masa que dice que quiere llevar a cabo, una ley como ésta le encantaría pues le vendría como anillo al dedo al no tener a nadie que se le contraponga. Esta ley permite resguardar a manera de secreto de Estado todos los movimientos económicos, privatizaciones, modificar leyes de Estado sobre todo la ley de Hidrocarburos que facilita privatización en el sector petrolero y gasífero, ampliar al máximo los acuerdos con transnacionales, creación de zonas económicas especiales con libertades totales, el saqueo liso y llano con la minería a cielo abierto donde prácticamente no existe el Estado como lo es en el llamado Arco Minero del Orinoco (una extensión territorial del tamaño de Cuba). Una ley que implica que no se puede auditar al gobierno ni al Estado, y que impide denuncias sobre los negociados que lleva adelante el gobierno, pues eso está penado por ley, y motivo de cárcel.
A Milei y a los grandes empresarios argentinos les encantaría aplicar una liberación total de impuestos como la de Maduro. Exoneró de impuesto a todos los exportadores e importadores, con el argumento que esto impulsa la economía. Y hace la vista gorda sobre el origen de los fondos que utilizan. Los capitalistas pueden importar y exportar a total libertad. Una corrección, perdón, exoneración total no, pues al pueblo les sigue aplicando el impuesto del IVA en un 16%, el famoso impuesto reaccionario al salario de por sí en el piso. El mundo al revés adorado por los ultraliberales como Milei.
Si el nuevo presidente argentino quiere dolarizar la economía, también se puede inspirar en Maduro, que incluso sin buenas relaciones con Estados Unidos ha sabido avanzar en ese sentido. Ha impuesto una economía semidolarizada, o si queremos ser justos, de "facto" una economía bimonetaria. Más del 70 % de las transacciones se realizan en dólares, el otro 30 por ciento debe ser el menudeo. Seguramente no dolariza más la economía porque no puede hacer acuerdos con la Reserva Federal. Semidolarizar estaría al alcance de Milei, basta que se asesore con Maduro.
Maduro ha eliminado cualquier control de cambio. El dólar oficial siempre está a la par del dólar paralelo, o al revés, como se quiera leer. Incluso se ha llegado a momentos en que el dólar oficial se ha ubicado arriba del dólar paralelo, el blue, como se dice en Argentina.
Maduro ha reducido el Banco Central de Venezuela prácticamente en una dependencia de los ministerios de Economía y Finanzas, o mejor dicho, de Miraflores. No es necesario eliminarlo, para qué problemas. Se tiene allí por cualquier cosa. Que el Peluca aprenda en esta parte de la “sabiduría” de Maduro. Pues el planteamiento de Milei de eliminar el Banco Central es opuesto en lógica de Maduro de controlar el Banco Central: el futuro presidente argentino propone eliminarlo para que no haya ningún organismo supeditado al Estado (y los gobiernos) con la potestad/autoridad de emitir moneda, fijar tasas de intereses, captar las divisas, etc.
¿Cómo mejor pagar la deuda externa?, Milei también se puede asesorar con el presidente venezolano. A Maduro no le tembló el pulso en pagar una escandalosa deuda externa hasta sangrar al país, destinando miles de millones de dólares en pagos de deuda externa (71 mil millones solo entre 2014 y 2017, según el propio Maduro), a costa de reducir drásticamente recursos para los servicios públicos, las empresas básicas, la educación y salud, que cayeron en un colapso nunca visto, provocando daños irreparables al pueblo.
Y si de pragmatismo hablamos, también Milei puede tomar sus lecciones de Maduro. Venezuela está llegando a acuerdos con EE. UU. con los negocios petroleros, eso sí todos en secreto, no es casualidad que, con el asunto de las sanciones, varias ya se están eliminando, y las transnacionales siguen en el saqueo. En un mundo convulsionado, Estados Unidos sabe muy bien que a pocas millas tiene, por barco, las mayores reservas petroleras del mundo. Aquí sí que Maduro ha aprendido de los liberales argentinos, con aquello que diría don Atahualpa, “Las penas son de nosotros; las vaquitas son ajenas”.
Y así se puede seguir comentando.
Pero Milei se topa con un gran problema para avanzar en lo que ha hecho Maduro, para decir lo menos. En Venezuela se pasó de un gobierno con rasgos de "bonapartismo sui generis de izquierda" (época de Chávez) a transformarse incrementalmente en un régimen cuasidictatorial bonapartista con Maduro, prácticamente de derecha, que pulverizó a la clase obrera, no sólo con represión policial y uso de fuerzas paraestatales, sino también basado en cierta confianza en anteriores concesiones, aunque siempre manteniendo tensión con los yanquis.
Aunque Argentina tenga un 40 % de pobreza, existe un proletariado sindicalizado de alrededor de 10 millones de personas, cuyos salarios han retrocedido, pero relativamente poco con respecto a la inflación. Maduro los redujo a pobreza súbita con la hiperinflación. En Argentina no existen estos extremos, ni hay desempleo en masa. Argentina está lejos de Venezuela en niveles de combatividad de la clase trabajadora, hay importantes sectores que tienen mucho que perder y seguro lucharán con uñas y dientes para mantener lo que puedan de su nivel de vida. Lo que aconteció en la provincia argentina de Jujuy solo fue un anticipo. Además, existe una izquierda significativa, a diferencia de Venezuela donde es inexistente, alrededor del Frente de Izquierda y de Trabajadores y más allá, donde los trotskistas juegan un papel importante.
En síntesis, Milei no tiene una clase trabajadora derrotada, diezmada, desmoralizada, sindicatos inexistentes, una izquierda liquidada, ni puede avanzar en un régimen cuasidictatorial a pesar de los sueños de Villaruel. “¿No llores por mí Argentina?”. Ni desilusiones, ni frustraciones que expresa el contenido de dicha canción, sino preparación, organización, resistencia y un programa a la altura de las circunstancias de lucha para triunfar.