Aborto. La autora de "El cuento de la criada" comparó su ficción con el fallo de la Corte en Estados Unidos

"Yo inventé Galaad, la corte suprema lo está haciendo realidad", publicó Margaret Atwood, en relación a la anulación del fallo Roe contra Wade que, desde 1973 garantió el derecho constitucional a la interrupción voluntaria del embarazo, en Estados Unidos.

Lunes 27 de junio de 2022 19:45

Una semana antes de que la Corte Suprema estadounidense revocara el histórico fallo "Roe vs Wade" del año 1973, al que podían apelar las mujeres y personas gestantes como garantía para practicar la interrupción voluntaria del embarazo, Margaret Atwood publicó un artículo en la revista The Atlantic titulado: Pensé que estaba escribiendo ficción en El cuento de la criada.

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Esta novela de Atwood, que luego fue adaptada en una serie protagonizada por Elisabeth Moss, se trata de una distopía teocrática donde las mujeres son obligadas a engendrar hijos con los patriarcas de familias aristocráticas, que luego les son arrebatados.

En el mencionado artículo Atwood describe así su ficción: "En la teocracia ficticia de Galaad, las mujeres tenían muy pocos derechos, como en la Nueva Inglaterra del siglo XVII... Basada en los arreglos reproductivos presentes en el Génesis bíblico -en particular los de la familia de Jacob- las esposas de los patriarcas de alto rango podían tener esclavas o siervas y esas esposas podían decirles a sus maridos que tuvieran hijos con las siervas y luego reclamar los niños como suyos".

Más adelante en el texto, Atwood va al centro de su argumento: "La opinión de Alito (juez de la Corte Suprema) pretende estar basada en la Constitución de Estados Unidos. Pero se basa en la jurisprudencia inglesa del siglo XVII". Es que se trata de un fallo reaccionario que vuelve para atrás en las conquistas del movimiento mujeres y diversidades, a decidir sobre su vida y su propio cuerpo.

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"Estamos a mediados de 2022 y nos acaban de mostrar una opinión de la Corte Suprema de los Estados Unidos que anularía una ley establecida hace 50 años, con el argumento de que el aborto no se menciona en la Constitución, y no está ’profundamente arraigado’ en nuestra ’historia y tradición’. Suficientemente cierto. La Constitución no tiene nada que decir sobre la salud reproductiva de las mujeres. Pero el documento original no menciona a las mujeres en absoluto", denuncia Atwood.

Luego hace un recorrido histórico de todos los derechos que fueron negados a las mujeres, hasta ser arrancados por su lucha colectiva: "Las mujeres no fueron personas en la ley estadounidense durante mucho más tiempo de lo que han sido personas".

"Las mujeres fueron excluidas deliberadamente del sufragio. Aunque uno de los lemas de la Guerra Revolucionaria de 1776 fue ’No hay impuestos sin representación’, y el gobierno por consentimiento de los gobernados también se consideraba algo bueno, las mujeres no debían ser representadas ni gobernadas por su propio consentimiento, solo por apoderados, a través de sus padres o maridos. Las mujeres no podían consentir ni negar el consentimiento, porque no podían votar. Ese siguió siendo el caso hasta 1920, cuando se ratificó la Decimonovena Enmienda, una enmienda a la que muchos se opusieron firmemente por ser contraria a la Constitución original. Como era".

Y continúa: "Los redactores de la Constitución, conscientes de las guerras religiosas asesinas que habían desgarrado a Europa desde el surgimiento del protestantismo, deseaban evitar esa particular trampa mortal. No habría religión de estado. El estado tampoco debía impedir que nadie practicara la religión de su elección".

En base a esto, Atwood interpela: "Debería ser simple, si creés que hay alma al momento de la concepción, no debés abortar porque hacerlo es un pecado dentro de tu religión. Si no lo creés así, según la Constitución, no tenés que estar sujeto a las creencias religiosas de los demás. Pero si la opinión de Alito se convierte en ley, Estados Unidos parece estar bien encaminado para establecer una religión estatal".