Mientras el gobierno pone esmero en poner límite férreo a los aumentos de salarios, la emisión de títulos para financiar el déficit y la política monetaria alimentan las ganancias de los rentistas.
Esteban Mercatante @EMercatante
Viernes 15 de mayo de 2015
El ministro publicita en las universidades el crecimiento con inclusión. Pero algunos están más incluidos que otros. Mientras el límite máximo de lo tolerable por el gobierno en las negociaciones paritarias de este año es un aumento de 27 %, el festival de bonos que viene lanzando el gobierno ofrece intereses que llegan al 30%. Estos benefician a los bancos y grandes ahorristas, y son la base también para las altas tasas con las cuáles los bancos aumentaron los depósitos.
La tranquilidad cambiaria con la que el gobierno viene transitando estos meses se explica sólo en parte por la liquidación de dólares sojeros, bien por debajo de la alcanzada el año pasado para esta fecha. La emisión de deuda realizada por el gobierno bajo legislación local, que le permitió conseguir los dólares que no puede obtener en el exterior, y que se obtuvieron pagando tasas de 9 % que representan un pesado lastre, es otra parte de la explicación. Pero una tercera parte es la política de altas tasas de interés. Hoy, con el peso moviendo muy lentamente su paridad con el dólar, resultan muy atractivas las tasas por arriba del 20 % que ofrecen los títulos en pesos emitidos por el tesoro nacional, u orillando el 30 % en el caso de los títulos que emite el Banco Central (las LEBAC y NOBAC) para sacar de circulación una parte de los billetes que el déficit del tesoro obliga a lanzar a la misma. Es esto lo que explica que no haya vuelto a producirse una fuerte presión en el mercado cambiario. Quienes tienen capacidad de ahorro y voracidad especulativa, confían en que por lo pronto seguirá la estabilidad en el tipo de cambio oficial, y por lo tanto la tasa de devaluación será menor que la tasa de interés. Conclusión, un peso en el sistema financiero local será mañana más dólares que si hoy se hiciera la conversión a billete verde.
Esta bicicleta, repetida una y otra vez en la historia argentina, es de corta vida. Y crea una estabilidad a plazo fijo. Los mismos que confían en que no habrá sobresaltos cambiarios antes de las elecciones, y apuestan al peso, apostarán al dólar mañana. Y ya sabemos que, digan lo que digan, nunca pierden.
Esta estabilidad, además de precaria, es costosa. En lo que va del 2015, ya hizo colocaciones por más de 32.000 millones de pesos, con bonos y letras del Tesoro, a tasas siderales. Además de la deuda pública del tesoro, que sepultó el desendeudamiento, el gobierno está aumentando pasivos ocultos que terminarán obstaculizando el accionar del futuro gobierno a partir de diciembre. La ampliación del stock de LEBAC es emisión de deuda en cabeza del Banco Central (BCRA) y que además deberá pagar una tasa que orilla el 30 por ciento. Algunos analistas privados estiman que el BCRA aumentará su pasivo en unos 80.000 millones de peso durante este año. Esto significa que, además de las pérdidas de reservar para el BCRA, es decir una reducción de sus activos, se seguirán incrementando fuertemente sus pasivos. Además el BCRA contabiliza como "deuda a cobrar" unos 600.000 millones de dólares que le prestó al Tesoro, por los cuales sólo tiene una promesa de pago. Obviamente, el Tesoro nunca cancelará esas obligaciones. Todo esto significa menos márgenes de maniobra para la política monetaria, y menos capacidad de enfrentar cualquier trastorno cambiario. Ante esto, ya sabemos la “receta” que con matices preparan los principales precandidatos a la sucesión presidencial: una nueva devaluación, que significará un mazazo para los ingresos del pueblo trabajador.
Sólo el Frente de Izquierda plantea un programa de conjunto ante el agotamiento del ciclo kirchnerista como alternativa obrera y popular contra este ajuste sobre el pueblo trabajador.