Esta madrugada, el minero contratista de Codelco, Nelson Quichillao López, fue brutalmente asesinado por Carabineros, mientras los trabajadores se manifestaban por un nuevo Acuerdo Marco. El crimen hace recordar las muertes de los obreros Rodrigo Cisternas, Matías Catrileo; del estudiante, Manuel Gutiérrez, todos jóvenes asesinados por la policía. ¿Qué ha hecho el Gobierno? Impulsar una ofensiva represiva contra las luchas sociales. La brutalidad policial va en ascenso.
Viernes 24 de julio de 2015
Rabia, impotencia, indignación, son los sentimientos que recorren a los miles de trabajadores mineros que permanecen en paro desde hace algunos días, exigiendo una nueva negociación del Acuerdo Marco. Hasta el momento la movilización sólo había tenido como respuesta, por parte de la empresa y el Gobierno, represión policial e intransigencia de parte de la dirección de Codelco, la que se niega a negociar con los trabajadores.
Durante los días que lleva desarrollándose el paro, los mineros han tenido que enfrentarse a Fuerzas Especiales que ha reprimido duramente. Sin embargo, en esta madrugada, la brutalidad policial llegó a un nivel extremadamente preocupante: Nelson Quichillao de 47 años fue baleado en su ingle y asesinado por un carabinero. Así, sin más, la policía nuevamente le arrebató la vida a un trabajador, a un luchador social, a una persona que se encontraba exigiendo mejores condiciones de vida. Un hecho indigno, cobarde, nefasto, pero que a vista y paciencia del Gobierno se genera una vez más. ¿Qué posición ha tomado el gobierno de la Nueva Mayoría ante tanta brutalidad y prepotencia policial?
La represión y violencia ejercida por parte de Carabineros claramente viene en ascenso. El reciente asesinato de Quichillao no es aislado ni fortuito, sino que responde a la tarea principal que cumplen las instituciones represivas del Estado: coartar, desarmar, violentar y reprimir a todos aquellos que “osen” cuestionar al régimen político establecido, a todos aquellos que se organicen para defender sus derechos, que exijan mejores condiciones de vida, que busquen construir una sociedad distinta. Y en esa vereda vienen dando pasos importantes sectores de trabajadores como los mineros, portuarios, conductores del Transantiago, obreros de la construcción, profesores; también estudiantes, pobladores, los que han recibido fuerte represión e intransigencia por parte del Gobierno. Diversos hechos así lo demuestran.
La movilización que vienen desarrollando los profesores a nivel nacional hace más de 50 días, no ha estado exenta de dura represión por parte de Carabineros y de una prepotente intransigencia de parte del gobierno de la Nueva Mayoría. Carros lanza agua, lacrimógenas, “zorrillos”, y variadas detenciones, ha sido la respuesta por parte de la institución represiva, la que no ha dudado en amedrentar a miles de docentes. La violencia policial debe tener un asidero en la realidad, y ese es el que le otorga el Gobierno, que permite y avala su actuar e impulsa medidas represivas contra las luchas sociales. Un ejemplo de esto es lo ocurrido ayer en Concepción cuando un grupo de profesores en paro se tomó el puente Llacolén, lo que provocó una dura respuesta del Gobierno, el que interpuso una querella por desórdenes públicos contra ocho docentes que fueron detenidos por Fuerzas Especiales.
Por otro lado, hace más de un mes, trabajadores del sindicato Express de Transantiago se encontraban en huelga cuando decidieron manifestarse, irrumpiendo en una estación del metro. Ante este hecho, el Gobierno salió inmediatamente a condenar la protesta, queriendo formalizar a los trabajadores bajo la Ley de Seguridad del Estado, tal cual buscaba implementarla el gobierno de Piñera hace un par de años atrás. La ofensiva criminalizadora del Gobierno fue rápidamente repudiada por un sector importante de la población, que mediante las redes sociales manifestó su desacuerdo.
Rodrigo, Matías, Manuel, y ahora, Nelson…
A la muerte de Nelson Quichillao, se suman los crímenes de Rodrigo Cisternas, Matías Catrileo, Manuel Gutiérrez, entre otros jóvenes que han sido asesinados por la policía, en un contexto de movilizaciones y cuestionamiento al régimen político. En todos estos casos la represión y brutalidad policial se han dejado caer en los hombros de personas que por una u otra razón, decidieron salir a las calles a manifestarse. La represión sí es selectiva, ataca a los luchadores sociales, golpea a las movilizaciones, a las protestas, anula a todo quien se atreve a cuestionar lo establecido.
Con la irrupción del movimiento estudiantil, la población ha podido ser testigo del violento accionar de Carabineros, lo que se demostró en la marcha del pasado 21 de mayo, donde la policía dejó de extrema gravedad al estudiante y militante de izquierda, Rodrigo Avilés, quien hoy se recupera tras dos meses de estar hospitalizado. ¿Qué hizo el Gobierno ante este hecho? Blindar a Carabineros, sembrar la duda de que quizás fue el estudiante el que tuvo la culpa de haber quedado herido, tal cual se buscaba instalar en Dictadura. De juicio y castigo para el policía, nada.
La impunidad policial se huele en el ambiente, se palpa en cada movilización, en cada lucha social, en cada discurso y declaración por parte de las autoridades. Y es que no es casual que luego de décadas de efectuada la transición pactada a la democracia aún sigan ocurriendo hechos de brutal violencia, de detenciones arbitrarias, secuestros, torturas y humillaciones. Todo dirigido hacia quienes se movilizan y protestan. Lo mismo ocurrió con Cristóbal y Germán, estudiantes de la Utem que hoy permanecen en prisión preventiva, pese a que el Departamento de Derechos Humanos del Colegio Médico aseguró que los jóvenes fueron víctimas de duras golpizas y de tortura por parte de Carabineros. ¿La respuesta del gobierno de la Nueva Mayoría? Silencio y complicidad con los organismos represivos del Estado. Y así, suma y sigue la lista de luchadores sociales que han sido asesinados o fuertemente violentados durante los gobiernos post Dictadura, mientras que el actual mandato de la Nueva Mayoría pretende seguir haciendo creer a las personas que es una alternativa para construir una sociedad distinta.