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Red Internacional
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ELECCIONES ANDALUCÍA. La campaña electoral andaluza comienza marcada por el crecimiento de Vox

La derecha y la extrema derecha se refuerzan en Andalucía, hasta hace unos años feudo del PSOE. Más de cuarenta años de políticas neoliberales y un gobierno central del PSOE-UP que avala la reforma laboral del PP, el centralismo y la monarquía, demuestran que las políticas de derecha aplicadas por la “izquierda” refuerzan a la derecha. Cuando la izquierda y la derecha coinciden en atacar a la clase trabajadora urge levantar una alternativa de los trabajadores.

Martes 7 de junio de 2022

Las elecciones andaluzas, según los sondeos del CIS, auguran un triunfo total del PP, con un 35,6% de los votos, sacaría entre 47 y 49 escaños. Los populares pasarían de los 26 escaños de las últimas elecciones a casi duplicarlos. Por su parte la extrema derecha también crece. Los 11 parlamentarios de Vox ascenderían a entre 17-21 parlamentarios, obteniendo un 15,3% de los votos. El crecimiento de la derecha dentro del bloque de las tres derechas lleva a la irrelevancia política a Ciudadanos que continuando con su tendencia en el conjunto del Estado se desplomaría de los 21 diputados actuales a uno o tres.

Mientras la derecha se refuerza el PSOE obtendría un 25,2% de los votos manteniéndose entre 32 y 36 parlamentarios, un resultado similar a las elecciones de 2018. Por Andalucía (IU, Podemos, Más País, Equo) en crisis total, obtendrían entre 9 y 10 escaños frente a los 17 de 2018, alcanzando tan solo un 9,7% de los votos. Adelante Andalucía obtendría dos escaños.

Los sondeos son claros: la extrema derecha y la derecha crecen, mientras el principal problema de los andaluces, según los mismos sondeos del CIS, son el desempleo (62,2%), la sanidad (26,1%) y la crisis económica (19,3%). Sin embargo, ni el PP ni el PSOE, que ya han gobernado en la Comunidad Autónoma, tienen nada diferente que ofrecer más allá de las políticas neoliberales de siempre.

El PP de Juan Moreno, desde un posicionamiento de “moderación” cercano a Feijóo, trata de atraer a los sectores de centro derecha y a los sectores más conservadores y centralistas del electorado del PSOE. Esto no contradice que haya aplicado durante todo su mandato las políticas de recortes y privatizaciones de Ayuso o que firmara los presupuestos con Vox. Sin embargo, en políticas de recortes y de precarización laboral no hay grandes diferencias entre el PSOE -que aplicó todas las reformas neoliberales en Andalucía- y el actual gobierno del PP. Pero se trata de un PSOE que en el caso andaluz arrastra el desprestigio de los escándalos de corrupción fruto de años ininterrumpidos de gobierno autonómico al servicio de la patronal y los señoritos andaluces.

El PP de Moreno no busca algo distinto y trata de vender la imagen, precisamente, de que no hay tanta diferencia entre un gobierno del PP y un gobierno del PSOE-A. Tiene la ventaja de que la realidad le da, en parte, la razón. El PSOE lleva tantos años gobernando y aplicando los planes de la derecha que para una buena parte de los trabajadores andaluces no hay grandes diferencias entre ambas formaciones. Pero además el PP tiene el carácter centralista que el propio PSOE se ha encargado de inocular entre su electorado durante años de gobierno. Según la encuesta demoscópica realizada por El País se calcula que en torno a un 10,5% de antiguos votantes del PSOE ahora votan al PP. Sin embargo, es el descalabrado Ciudadanos el caladero favorito del PP, el cual ha perdido un 48,5% de sus papeletas andaluzas a manos de los populares.

Como muestran las encuestas, para que el PP logre alcanzar una mayoría absoluta necesitará del apoyo de Vox, directa o indirectamente. A pesar de que Moreno trate de separarse de Olona. Lo que es claro es que la agenda de la extrema derecha está presente, y cada vez más, en las elecciones andaluzas, siendo la tercera fuerza política.

Vox, con un discurso abiertamente machista, clasista y racista ya señala que independientemente de lo que diga Moreno en las elecciones, si quiere gobernar tendrá que contar con la extrema derecha y, por tanto, parte de su programa, algo que ya ha sucedido en Castilla y León.

El crecimiento de Vox, y la densa estructura partidaria del PSOE, así como los inciertos votos de los indecisos y las abstenciones, pueden dar un impulso inesperado al PSOE-A. El dato del CIS del crecimiento de la formación de Abascal será una gran presión malmenorista que puede que movilice el voto hacia la formación de Espadas en un contexto de bancarrota de Podemos e IU. Sin embargo, más allá de una máscara menos reaccionaria y conservadora, el candidato del PSOE, Espadas, no ofrece más que el mismo neoliberalismo progresista de siempre.

Y es que Vox crece aupado por el enorme malestar que alimentan las políticas antiobreras del PSOE y UP en el Gobierno central, entre las cuales se encuentra la reforma laboral de Yolanda Díaz, que revalida la del PP, la gestión de la pandemia mediante el rescate masivo de las empresas a través de los ERTEs y la impunidad de las eléctricas con las facturas de la luz y del combustible batiendo récords históricos. Independientemente de todos los malabares discursivos del Gobierno central esto es algo que la clase obrera andaluza del campo y la ciudad siguen viviendo en sus carnes. Conviene recordar que es el mismo Ejecutivo que acogerá la cumbre de la OTAN este mes y que prepara nuevos y más elevados presupuestos militares.

Por su parte la coalición de Por Andalucía (IU-Podemos y aliados) busca reeditar el mismo cogobierno central que como afirmamos ha basado su intervención en políticas anti obreras que ahora sirven de caldo de cultivo a la extrema derecha. Un cogobierno con el PSOE que no sería novedad en Andalucía donde IU ya participó hace diez años y de la mano de Susana Díaz recortó en Sanidad y Educación despidiendo a miles de docentes. En aquellos años militantes de IU hablaban de que sus recortes “apretaban, pero no ahogaban” a la clase obrera tratando de legitimar su política en la comunidad autónoma. Años después vemos como integran el gobierno del Estado y sirven como ministros de su Majestad, mandando tanquetas a Cádiz para aplicar esos recortes que ahora ni siquiera les dan vergüenza, sino que encima piden que se celebren como conquistas sociales.

Por otro lado, la aparición de Adelante Andalucía, a pesar de losataques antidemocráticos de IU-Podemos que ha apelado al Estado para prohibir la participación de Teresa Rodríguez en los debates televisivos y por quitarles los fondos para la campaña electoral, expresa en parte la crisis del eje territorial que también afecta a Andalucía. Con propuestas políticas progresivas en su programa, como el control democrático de la economía y la defensa de una perspectiva ecosocialista, Adelante Andalucía se presenta como un fenómeno a la izquierda de Unidas Podemos. Sin embargo, su estrategia política “soberanista de izquierda”, no termina de romper con la política de conciliación de clases de la que provienen. Aunque se critica el social liberalismo del PSOE y se niegan a darle cobertura política, al mismo tiempo afirman que investirían a dicho partido para parar a las derechas o para lograr acuerdos concretos, lo que muestra su inconsecuencia para presentarse como una fuerza rupturista y anticapitalista.

Independientemente del resultado que se de el 19J y aunque probablemente sea un día marcado por el crecimiento de la extrema derecha, en Andalucía sigue pendiente un debate profundo sobre la necesidad de construir una fuerza revolucionaria que combata las políticas capitalistas y pro patronales con un programa de independencia de clase. Una fuerza que no subordine la noble empresa de emancipar a las clases populares andaluzas del capitalismo y el patriarcado a una errónea estrategia de pactos con un PSOE que pueda terminar avalando al neoliberalismo que lleva décadas aplastando Andalucía.